El correo electrónico de Johnny Depp, fechado en 2009, decía:
«Entérate que comenzaré The Tourist alrededor del 15 de febrero, lo cual serán USD 20 millones. De ahí paso casi directamente a Piratas 4, por 35 millones y de ahí a su vez a Dark Shadows por otros 20 millones… ¿Qué más puedo hacer??? ¿Quieres que venda algo de arte??? Lo haré. ¿Quieres que venda algo más??? Claro… ¿qué??? Tengo motos, automóviles, propiedades libros, pinturas y me queda algún atisbo de alma. ¿Por dónde quieres que empiece???«
En enero de 2018 un jurado leerá esa y otras pruebas en el juicio cruzado entre el actor y The Management Group (TMG), la firma de los abogados Robert y Joel Mandel que administraron sus negocios desde 1999.
Depp argumenta —gracias a los peritos contables que contrató su nuevo administrador, Ed White— que los hermanos Mandel cometieron una serie de irregularidades con sus finanzas, como hacer pagos en nombre de la estrella, pero sin su conocimiento, por más de USD 10 millones, o pagar impuestos tarde y con cargos por mora, o endeudarlo a una tasa de interés altísima.
Pide USD 25 millones de resarcimiento por «daños debido a negligencia, fraude, enriquecimiento ilícito e incumplimiento de obligación fiduciaria», entre otros cargos.
TMG argumenta que advirtió varias veces a Depp sobre «su estilo de vida egoísta, temerario e irresponsable», pero que el actor se negó a abandonarlo: describe gastos fijos de USD 2 millones por mes, 40 empleados, 14 propiedades —entre ellas un castillo en Francia y cuatro islas en las Bahamas—, 70 guitarras de colección, un funeral de USD 5 millones para su amigo Hunter S. Thomson, un divorcio de USD 7 millones de Amber Heard, USD 30.000 mensuales para hacer llegar sus vinos favoritos allí donde él se encuentre en el mundo y otras de arte de Gustav Klimt, Amedeo Modigliani y Jean-Michel Basquiat, entre otros bienes.
Pide USD 560.000 en daños y una declaración legal que diga: «Depp causó su propia devastación financiera».
El detalle del intercambio de demandas se publicó en Vanity Fair. En su nota, Mark Seal citó la explicación de Depp, quien dice saber tanto de finanzas ahora como cuando llegó a Hollywood, a los 19 años, y era telemarketer de bolígrafos. «No soy abogado. No soy contador. No estoy capacitado para ayudar a mi hijo de 15 años a hacer su tarea de matemática… Siempre he confiado en la gente de la que me rodeo».
Sus abogados, además, cuentan con el testimonio de una ex empleada de TMG, Janine Rayburn, quien declaró que recibía instrucciones «para cometer actos indebidos con la cuenta de Depp». TMG la llamó «mentirosa serial» y despreció su nivel de participación en el manejo de las finanzas del actor.
Depp se convirtió en una estrella en 1990, con El joven manos de tijeras, la película de Tim Burton. Desde entonces creó ingresos por USD 650 millones. Y aunque sus honorarios mínimos por película son de USD 20 millones (por menos, USD 16,4 millones, sólo hizo el comercial de Dior Sauvage), su situación financiera lo obligó a vender un yate que ni el Jack Sparrow de su Piratas del Caribe pudo haber mantenido a flote.
Otro yate, uno prestado, está en el origen del «deseo inagotable de gastar» del que lo acusa TMG. Era el Sarita de Nicholas Cage, su amigo y similar alborotador financiero —en 2009 se declaró su quiebra—, en el cual Depp, su entonces esposa Vanessa Paradis y sus dos hijos llegaron a las Bahamas en 2004. El actor se enamoró de una cadena de cuatro islas desiertas al sudeste de Nassau.
Según Seal, Depp soñaba con algo así desde que había visitado a Marlon Brando «en su atolón privado en el Pacífico Sur, Tetiaroa, luego de que ambos trabajaran juntos en Don Juan DeMarco«.
Los hermanos Mandel se escandalizaron: las islas —se vendían a USD 3,6 millones— no tenían caminos, electricidad, agua ni cloacas. Depp —»un alma sensible», según cita Vanity Fair a Jerry Bruckheimer, creador de la franquicia de Piratas del Caribe— no vio el problema de infraestructura con tanto interés como la posibilidad de desconectarse del estrés mundano y recargar las baterías. Los Mandel sólo lograron bajar el precio a USD 3,225.000.
Para llegar a las islas la estrella necesitó un yate propio, que costó USD 8,75 millones, más USD 8 millones para reacondicionarlo. Inclusive le cambió el nombre de Anatoliaa una combinación de las primeras letras de su nombre, su mujer y sus hijos: Vajoliroja.
Mandel le explicó que para mantener el yate y cubrir también el resto de sus gastos necesitaría un ingreso anual mínimo de USD 40 millones al año. Dos superproducciones. «Eso lo consigo, me parece bien», dijo Depp.
Quiso entonces las propiedades aledañas a su mansión en Sunset Boulevard, El Castillo: USD 10 millones antes de que las convirtiera en una casa de huéspedes para su madre y un estudio de grabación.
Hacia 2007 TMG advirtió al actor que sus ingresos debían ser de USD 60 millones anuales. Depp contestó —luego de una ráfaga de insultos, según los Mandel— que trabajaría más duro. Los administradores acordaron que las personas cercanas a él les avisarían sobre sus proyectos de gastos. Pero siempre recibieron e-mails con los hechos consumados: el funeral del escritor Hunter S. Thompson («Si yo hubiera tenido sólo USD 5 millones y un dólar, lo hubiera hecho igual: ese tipo era mi hermano», dijo Depp), USD 500.000 en un brazalete de diamantes, USD 1,2 millones en los archivos del periodista Nick Tosches…
En 2013 Vajoliroja debió ser vendido (más adelante en la línea de sucesores al timón estaría la escritora J.K. Rowling). TMG refinanció una deuda bancaria de Depp al costo de una tasa de interés altísima.
Pronto vendría la ruptura, y el nuevo administrador; pronto vendrá el juicio. En el medio hubo 24.000 correos electrónicos, que alimentaron la demanda de Depp, que en seis meses escuchará un jurado y promete ser más entretenida que los blockbusters de la estrella.