Las manos son una parte del cuerpo que utilizamos en exceso. Es inevitable tocar todo tipo de cosas y lugares a través del día con ellas. Y por eso, muchas veces nos excedemos en el cuidado de su higiene. Es una de las maneras más fáciles de contraer gérmenes. Pero aún tomando todas las precauciones en cuanto a su limpieza, no estás completamente a salvo.
En usos médicos y estudios,fue hace ya casi un siglo que los especialistas notaron que a pesar del gran nivel de aseo que uno pueda tener, con sus manos en este caso, las bacterias seguían apareciendo en las pruebas.
En la década de los setenta se detectó el real problema: no eran los dedos, ni las manos, sino las uñas las culpables de esto. Y es que bajo nuestras uñas es fácil encontrar refugio para todo tipo de gérmenes y micro-organismos. Entonces los científicos comenzaron a hacer estudios al respecto, lo que ha confirmado la teoría.
Como lo estipuló el Departamento de Dermatología de la Universidad de Pensilvania, es el espacio debajo de las uñas, o zona subungueal, el lugar más importante en el que se esconden las bacterias, más de las que nuestros dedos (que hacen contacto directo) pueden tener.
Esto es debido a que el espacio entre la piel y la uña parece el ambiente ideal para que se reproduzcan y refugien organismos ínfimos, debido a la humedad que se puede encontrar ahí.
El problema: este es un lugar difícil de mantener en completa esterilización, aún con todos los cuidados con los que se cuenta. Por lo que, las uñas terminan siendo uno de los importantes espacios para contagio de enfermedades, a través del tacto.
Así se fueron generando más estudio, por ejemplo a enfermeras en el campo médico, en los que se puso atención a las uñas con esmalte y las postizas también. Más allá de la transmisión o no de enfermedad, este es un lugar de cultivo para las bacterias en nuestro cuerpo, lo que finalmente se traduce en mayor posibilidad de infección al largo plazo.
Y, inesperadamente, el lavado excesivo de las manos, aumentaba la humedad en esta zona: así mismo los gérmenes en ellas.
Por una parte, las uñas postizas presentan un problema al poder romper los guantes con los que se puede tratar a alguien, a modo de precaución. Y por la otra, las pequeñas grietas en el esmalte que una persona puede utilizar, también son espacios de albergue para pequeños organismos.
En el año 1993, un grupo de enfermeras del hospital John Hopkins de Estados Unidos, se dedicaron a estudiar las uñas de 26 empleadas del centro clínico, que no se involucraban con pacientes. Ellas tenían las uñas cortas, y se les examinó días antes y cuatro días después de pintarse las uñas.
Finalmente los resultados fueron que el esmalte no afectaba la micro-biodiversidad en las uñas, por lo que el pintar las uñas no es un factor tan agravante como lo son las uñas postizas. Sólo hay que mantenerlas cortas y limpias como mejor recomendación.
Entre las muestres que suceden al año por infecciones como diarrea u otras similares, se sigue creyendo que un factor importante es este: no sólo el lavado de manos, sino el cuidado de nuestras uñas, por las bacterias que se alojan ahí. Puede que estéticamente no te agrade mantener tus uñas cortas, pero puede ser la mejor opción para tu salud. Y en especial: no te las muerdas.