1. Astutos y manipuladores
“Tienes unos ojos hermosos. ¿Por qué no me dejas tu rímel y vienes a casa a ayudarme a pintarme las pestañas? Si no, estaré triste…” Por ejemplo, seguro que se te ocurren otros.
2. Fingen amabilidad
Cambian la sonrisa y las miradas cual veleta al viento. Aunque no suenen muy creíbles cuando ya los conoces…
3. Se estiman en mucho a sí mismos
“Y va y me dice que no me puede acompañar a inscribirme a la autoescuela, que también tiene cosas que hacer. ¿Tú crees que yo me merezco esto?” …Esto y más, demonio.
4. No sienten empatía ni remordimientos
Aparte de sus dramas (normalmente superficiales), no pueden entender que haya otros sentimientos que tengan importancia a su alrededor.
5. Escaso control de su comportamiento
Su comportamiento se centra en objetivos a conseguir, y sólo los suyos, naturalmente. -¿Adónde vas? – A la fiesta de Sara. – ¡No vayas! A mí no me ha invitado, que se entere de que su fiesta es una mierda.
¿Tú también conoces a alguien así?