A los 16 años contrajo matrimonio, sólo para comenzar a vivir lo que sería una real pesadilla

Para la sociedad occidental, los matrimonios arreglados con niñ@s o adolescentes no es una realidad muy cercana

A los 16 años contrajo matrimonio, sólo para comenzar a vivir lo que sería una real pesadilla

Autor: Vale Rudolphy

Para la sociedad occidental, los matrimonios arreglados con niñ@s o adolescentes no es una realidad muy cercana. Pero los relatos nos aproximan a comprender esta injusta realidad, como fue el caso de Asma, cuya pesadilla comenzó cuando conoció a su futuro marido, apenas teniendo 15 años.

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En la mitad de su crecimiento, un hombre de 27 años se fijó en ella. Ésto ya es suficiente para que determine que será su esposa. Asma es de Bangladesh, donde las cosas funcionan así, y cuando ya eres un «objetivo», el hombre se encarga de arreglar las cosas con la familia para casarse contigo.

Desde pequeña había vivido tragedias, además de una extrema pobreza. Después de perder su casa en una inundación que azotó a Bhola, en la costa del país, su familia se mudó a Daca, la capital. Finalmente acabaron viviendo en uno de los barrios más pobres en la periferia de la ciudad. Con un padre que era sordo y una madre que era obligada a mendigar.

La situación de su familia obligó a que Asma debiera casarse con el hombre que la pretendía, ya que solucionaría algunos de sus problemas económicos. 

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“Mis padres son pobres, yo esperaba que una vez estuviera casada, su sufrimiento terminaría, pues iban a tener que alimentar sólo a mi hermanito”, comentó Asma a BBC Mundo. Pero la realidad sería otra alejada de sus expectativas.

Apenas dos meses después de casarse, Asma comenzó a ser víctima de agresiones, debido a que su familia no podía pagar la dote matrimonial que es tradición en muchos países. Esto desató la furia de su esposo, quien la golpeaba con un cuchillo en estado de ebriedad, entre otras cosas.

Fue en medio de ese caos que a la joven se le ocurrió escaparse y abandonarlo.  Pasaron 5 meses en que él la golpeaba, reclamando «su dinero», y ella buscaba maneras de irse. Cuando el hombre se dio cuenta que el abuso no le conseguiría nada, abandonó a Asma. Esto podría ser una humillación… pero para ella, era ser libre.

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«No podía [abandonarlo] porque estábamos casados y eso iba en contra de la ley, pero lo que sí podía hacer era hacer que él me abandonara a mí, y lo logré. Tuve que soportar agresiones y abusos, pero yo sabía que si salía de esto, entonces conseguiría ser muchísimo más feliz».

Fue duro, quizás demasiado, pero Asma comprendió que era lo que tenía que hacer para poder buscar algo de felicidad. Y su caso es un reflejo de muchos otros tanto en su país, como en el mundo. Ella hoy es feliz, pero le costó una trágica historia y abusos que tuvo que soportar siendo una niña.

Finalmente se independizó: comenzó a trabajar en una fábrica textil, puede ayudar a su familia y se liberó e independizó.

 


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