Hitler en la actualidad: Los neonazis en Brasil no son de tez blanca

No es de sorprender que el país que recibió a la mayor inmigración alemana en Suramérica tenga su pasado nazi


Autor: Latina Campos

No es de sorprender que el país que recibió a la mayor inmigración alemana en Suramérica tenga su pasado nazi. Sin embargo, de esas reminiscencias, hay células vivas con peculiaridades urbanas que «tropicalizan» la semilla del controvertido movimiento.

Anarquistas, punks y skinheads protestan en São Paulo contra el sistema político de Brasil, el 30 de abril de 2016.

En un país donde la mayoría de la población es negra, un movimiento neonazi no puede ser racista. Eso, quizás, explica la existencia de los ‘Carecas do Subúrbio’.

Entre sus filas no hay únicamente blancos. Sus adeptos, que reivindican el nacionalismo y las ideas conservadoras como el desprecio a los homosexuales, tienen la piel tostada: son mestizos, marrones, negros.

‘Careca’ significa ‘cabeza rapada’. Provienen de una escisión de los ‘skinheads‘ de Brasil y existen, al menos, desde 1979. Como una organización que se precie de ser de extrema derecha, su lema es «Dios, patria y familia». Pero, ¿de qué se trata este peculiar movimiento?

El bautismo careca

Llevan la camiseta negra con orgullo; en el pecho se lee la inscripción «Careca do subúrbio». Tienen el cabello ralo, están tatuados con una simbología que recuerda la imaginería nazi, calzan botas altas, como de constructor, y pantalones camuflados tipo militar.

En un vídeo, que se puede ver en Youtube, varios de ellos -bajo el influjo de una canción de rock pesado- gritan, brincan, se abrazan y luego le caen a patadas a uno de los miembros de la manada. La víctima se deja, resiste y apenas se tapa el rostro mientras el resto de sus compañeros lo embiste en frenesí colectivo: es el bautizo del careca.

Uno de los miembros de la secta, entrevistado por un programa de televisión brasilero, explica que no cualquiera puede hacerse parte de la agrupación. Primero debe pasar un año de prueba: «analizamos su conducta y vemos si tiene un perfil para estar con nosotros o no, si mantienen nuestra postura, valores y defienden nuestras ideas».

Entre el grupo de entrevistados también está un hombre alto, moreno y fornido que dice que los carecas no son racistas y, por lo tanto, tampoco se consideran nazistas: «yo soy negro y soy careca do subúrbio». Otro de los voceros del movimiento agrega: «¿cómo voy a defender un pensamiento político que defiende la pureza de una raza?».

Contra el punk

En su blog, los ‘carecas’ aseguran que no son fascistas pero se declaran nacionalistas, abiertamente anticomunistas, homofóbicos, adversarios de los anarquistas y, sobre todo, enemigos de los punks. En internet no son pocos los vídeos y testimonios de las agresiones callejeras a la comunidades que no toleran. Dicen que ejercen la «violencia legítima» para defenderse.

Imagen ilustrativa / Ueslei Marcelino / Reuters

Según un reportaje publicado en Público, el movimiento de los «Carecas do Subúrbio» surgió en la periferia de Sao Paulo, ciudad que, incluso antes de la ascención de Adolf Hitler en Alemania, albergaba una de las células más numerosas del partido nazi.

La revista Projeção, Direito e Sociedade refiere que el génesis de la tribu urbana se remonta a la protesta por el rumbo que había tomado el movimiento punk, aunque conservaron del mismo la estética, la música y la violencia. Una de sus primeras irrupciones en el ámbito mediático de los «Carecas do subúrbio» está documentada en varias instantáneas del fotógrafo Oswaldo Maricato: el ataque a un teatro donde se iba a presentar la banda Ramones en Brasil hace más de 30 años.

¿Fascistas pero no racistas?

A pesar de sus claros visos de nazismo, los ‘carecas do subúrbio’ no avalan las ideas de los supremacistas blancos. No discriminan a los negros, pregonan el culto al cuerpo, están en contra del consumo de drogas y son defensores del trabajo.

Entrevistado por la citada publicación española, el sociólogo Sérgio Vinícius, autor de Violência Urbana & Juventude em SP: um estudo de caso sobre os skinheads, aclaró que más allá de las acciones violentas de esos grupos «que discriminan a ciertos sectores sociales, cada facción tiene sus propios valores e ideologías», y explica que no todos los cabezas rapadas son nazis, pero la mayoría es fascista.

¿Por qué lo son? La revista Projeção lo explica: «traen consigo un marco de ideales fascistas, entre ellos: el nacionalismo exacerbado, el culto a la acción y la guerra, la violencia, la xenofobia».

Aunque no lo admitan abiertamente, el uso de la esvástica y otros símbolos similares en su atuendo o en sus tatuajes, así como su particular saludo de «Heil, Hitler«, dan cuenta de su simpatía el partido nacionalsocialista alemán. En medio de sus propias contradicciones, defienden a los de su tribu en las calles paulistas, allí, en ese espacio donde un ejército de calvos con pieles tostadas y camisas negras creen fervientemente en el himno de la banda los «Neuróticos»: «Vamos a la guerra / juntemos nuestra fuerza / ¡Careca! ¡Careca! / No nos gusta el racismo / No nos gusta el fascismo / ¡Careca! ¡Careca! / Vamos a las calles / a demostrar nuestra fuerza / ¡Careca! ¡Careca! / Grite para todos / El grito de guerra: / ¡Careca! ¡Careca!».

Vía RT


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