Ignoraron a bebé abandonado en la escalera, hasta que alguien descubrió la amarga verdad (FOTOS)

Un bebé abandonado en las escaleras del metro no conmovió a la sociedad filipina


Autor: Latina Campos

Un bebé abandonado en las escaleras del metro no conmovió a la sociedad filipina. El autor de la fotografía reveló la amarga verdad que viven los niños en ese país.

Bebé abandonado en las escaleras reveló una amarga verdad en Filipinas

Esta foto es real y llega desde Filipinas. Una instantánea que viene dando la vuelta al mundo y nos muestra nuestra pérdida de humanidad, solidaridad y compasión. Vivimos en una sociedad cada vez más egoísta, y ver a un niño abandonado en las escaleras de una estación del metro ya no nos estremece. ¿Por qué nadie hace nada cuando ve a este pequeño en el suelo? La respuesta es muy triste.

Para la sociedad filipina ésta es una de las escenas más comunes. En este país, la desnutrición infantil acaba con la vida de 3 millones de niños menores de cinco años cada año, y 24 mil personas adultas mueren por la misma causa cada día. Una dura realidad que provoca que cientos de transeúntes miren a niños abandonados en la calle y no hagan nada.

 

“Yo estaba cerca del lugar con mi cámara en la mano. Entonces, vi al niño y me acerqué. Estaba tirado en el piso, no muriendo; más bien, estaba profundamente dormido. Puesto que los transeúntes estaban acostumbrado a ver escenas parecidas, reaccionaron como suelen hacerlo: alejándose. Ahora, tomé las fotografías y pregunté en voz alta donde estaban los padres del niño. En ese instante, apareció una mujer desaliñada y con ropa sucia, tomó al niño y se marchó. Todo paso en cuestión de segundos”, dice Laberinto.

La imagen se volvió viral en cuestión de horas, y muchos consultaron al fotógrafo si sabía algo del bebé. Laberinto regresó a la estación del metro a los pocos días y volvió a encontrar al pequeño. Le dio algo de comida y pudo constatar que la calle era el “hogar” de esta inocente criatura.

Muchas dirán que ésta es una escena “normal”, pero lo cierto es que estamos perdiendo nuestro sentido de humanidad.

Vía Aweita


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