En el budismo se habla mucho del corazón como un órgano ligado a la inteligencia más sublime, la compasión que es igual a la mente de Buda. En esto coinciden con la medicina tradicional china donde corazón y mente comparten un mismo término xin, algo similar al kokkoro japonés.
Investigadores del centro budista de Universidad de Hong Kong investigaron si existía una conexión entre la mente y el cerebro, más allá de los obvios vínculos entre el corazón y el sistema nervioso. Para investigar esto, se realizó un monitoreo de un grupo de meditadores. El estudio encontró que durante la meditación de atención plena se produjo una mayor coordinación entre la actividad del cerebro y el corazón, la cual evidentemente está mediada por la mente meditativa. Asimismo notaron que se redujo la actividad caótica del cerebro y el corazón, entrando en patrones rítmicos más consistentes y conectados.
Los mismos investigadores quieren ahora medir experiencias del sendero meditativo como el canto de mantras, las absorciones meditativas o jhanas, e incluso la iluminación. Se podrían investigar la hipótesis de que la iluminación es la ausencia de aflicciones mentales, sometiendo a adeptos budistas a aparatos que registren sus ondas cerebrales ante ciertos estímulos. Una persona con cierto estado de realización debería de tener una ausencia de emociones como la ambición, el enojo o el odio -esto se podría compararse con la firma neurológica de personas que son sometidas a estímulos que producen estas emociones de manera consistente.