La burundanga, también llamada escopolamina, ha resultado ser la substancia psicotrópica perfecta para los agresores, pues provoca en la víctima, un estado de sumisión ante cualquier orden. Es un alcaloide tropánico, extremadamente tóxico, presente en determinadas plantas de la familia de las solanáceas, como el beleño, la datura y la mandrágora. Debido a sus particulares efectos, durante siglos, los chamanes la han utilizado ampliamente en sus rituales.
El miedo a este alcaloide se extendió a partir del 2012, cuando la Policía Nacional detuvo en Madrid a un hombre que había sido denunciado por haber abusado sexualmente de 38 mujeres, a las que había sedado previamente con burundanga. El hombre que padecía enanismo, ofrecía sus servicios de “chamán” en las discotecas, donde elegía a sus víctimas. Desgraciadamente en la actualidad se siguen reportando casos como este en los que la droga es utilizada para someter a las víctimas. Generalmente, la víctima es manipulada para que guíe al agresor hasta el cajero y proporcione el número secreto (contraseña) de su tarjeta. La víctima intoxicada con burundanga sigue cualquier orden sin presentar resistencia.
Lo que hace dificultoso detectar esta droga es que no sabe/huele a nada y puede ser suministrada a través de diferentes medios, tales como la comida, bebida (si se trata de bebidas alcohólicas el efecto depresor aumenta) o incluso por vía inhaladora (por ejemplo, un cigarro o pañuelo contaminado).
Las intoxicaciones por esta droga son habituales en discotecas, generalmente cuando una persona inocentemente descuida su vaso y, sin saberlo, se convierte en víctima de una violación o robo. Se necesitan, por lo menos, dos horas para que la persona llegue a ese estado hipnótico y su efecto puede durar hasta un día entero. No deja prácticamente rastro, ni huella en la memoria de la víctima.
Lo extraño, según los casos reportados, es que la víctima, aparentemente no parece drogada ni somnolienta. Por este motivo, resulta muy difícil que las personas de alrededor perciban que la víctima está bajo los efectos de dicha droga. Durante el episodio amnésico, la víctima mantiene una identidad personal y puede ejecutar adecuadamente sus actividades normales de la vida diaria; es como si la víctima quedase “hipnotizada” a manos de su agresor.
Este efecto sedante e hipnótico es debido a que la escopolamina, actúa deprimiendo el sistema nervioso central y periférico. Los síntomas, dependiendo de la dosis, pueden ser: mareos, presión en el cuello, presión cardíaca, boca pastosa, sensación de ahogo, desorientación y alucinaciones.
Actualmente es evidente que la escopolamina actúa sobre el comportamiento e induce amnesia, pero no se sabe exactamente cuál es su acción. Ardila-Ardila, Moreno y Ardila-Gomez (2006) han mostrado a través de diversos estudios, que los efectos amnésicos y comportamentales de la intoxicación por burundanga es probable que sean debidos a su carácter anticolinérgico, así como a su afectación a determinados núcleos del lóbulo frontal (Núcleo basal de Meynert) y temporal (lóbulo que incluye hipocampo y sistema límbico viéndose, de esta manera, afectada la amígdala, responsable de reaccionar ante estímulos amenazantes).
La escopolamina resulta ser una de las drogas más peligrosas, no sólo por lo anteriormente expuesto, pues si el agresor supera la dosis administrada en unos pocos microgramos, la víctima puede morir.
El cerebro queda automatizado haciendo lo que se le ordena y respondiendo adecuadamente sin censuras; por ello, este alcaloide tropánico también es conocido como “el suero de la verdad” ; De hecho, años atrás esta droga fue utilizada por la CIA durante la guerra para que los rehenes confesasen toda la verdad acerca de casos de espionaje.