¿Cuántas veces has visto la carita de arrepentimiento de tu perro sin morir de ternura en el intento? Todo aquel que ha tenido un can como mascota, incluso quien no, identifica claramente la señal que hoy nos hace preguntarnos: ¿será éste realmente un gesto asociado a la culpa?
Te sorprenderá saber qué dice la ciencia al respecto.
En honor a la sinceridad, al toparnos con travesuras, o más bien “actos vandálicos”, ejecutados por nuestras mascotas, semejantes a: llenar la casa de papel higiénico, romper los zapatos más preciados o comerse el delicioso pastel que dejamos al descuido por escasos minutos en la mesa, nos vemos tentados a reprocharles el “crimen” con algo de rudeza.
Pero es realmente difícil mantenernos firmes una vez que aparece la carita de arrepentimiento de tu perro. Aquella con la que sus miradas se cargan de sentimiento, muestran el blanco de los ojos e inclinan ligeramente sus cabezas. Sin embargo, aunque es cierto que los sabuesos pueden reconocer cuándo su comportamiento no es aprobado por los dueños, no experimentan tal cosa como la culpa.
En realidad, lo que conocemos como “carita de arrepentimiento”, es un signo todavía más complejo: se trata de miedo.
A esta conclusión llegó la doctora Alexandra Horowitz, especialista en el comportamiento canino, con el estudio “Desambiguar la mirada de culpa”. En él pone en evidencia cómo los humanos realizamos lecturas equivocadas sobre las emociones de los canes, basándonos en emociones propias de nuestra especie.
Aunque es innegable la gran inteligencia que caracteriza al cerebro de los perros, su percepción sobre algunas acciones es distinta a la nuestra. Por tanto, esta reacción no nace de un proceso reflexivo con el cual terminan reconociendo una mala conducta y sintiendo culpabilidad por la misma.
En cambio sí es posible que, a partir de las impresiones (regaños) de los humanos ante la travesura, respondan inclinando levemente la cabeza y mirando fijamente, en muestra de temor y no de arrepentimiento como creemos. Ahora con todo lo dicho, lo que antes veíamos como un claro signo de “culpa”, parece más bien nerviosismo, ¿no es así?
Según Horowitz, todas estas falsas concepciones en torno a la conducta de los canes se deben a la falta de estudios que expliquen cómo los perros experimentan la emoción y la memoria.
“ASÍ QUE UTILIZAMOS EL LENGUAJE DE LA EXPLICACIÓN HUMANA, Y LO PONEMOS EN EL PERRO,” DICE.
Queda claro que nuestros cerebros trabajan de forma diferente, sobre todo la función ejecutiva carente en los perros, por lo que no son capaces de identificar en ellos una mala conducta. Pero sí que saben leer considerablemente bien nuestras emociones, sobre todo el enojo. De ahí a que corrijan con el tiempo hábitos no permitidos por los humanos, mediante el aprendizaje por asociación.
¿Qué te ha parecido el resultado de este estudio? ¿Te lo esperabas? Si te ha gustado el artículo, te invitamos a leer: ¿En qué sueñan los perros y los gatos? ¡NO podría ser más distinto!