El en amor siempre existe cierto punto de locura, y los flechazos, los obsesión y la paranoia son sus hijos.
No todas las leyendas de amor son tan emotivas y dulces como la de la Loca del muelle de San Blas, existen otras más oscuras e inquietantes.
Pero por trágica, dulce o loca que sea una historia de amor, todas terminan con la visita de la parca, sin embargo para la novia cadáver, la muerte fue sólo el principio.
Conoce la perversa y loca historia Carl von Cosel, un médico trastornado que robó el cadáver de una joven a la que cuidó, amó y convivió durante 7 años.
Un hombre extraño.
Nadie que conociera a Carl podría sospechar a primera vista de lo que era capaz, aunque ahora es fácil intuir que no era una persona equilibrada.
Su buena presencia y gran inteligencia contrastaban con sus excentricidades e historias increíbles sobre su particular sensibilidad con el más allá, como cuando fue visitado por el espíritu de un antiquísimo antepasado, la Condesa Anna Constantia Von Cosel, la cuál le autorizó a usar su nombre y le reveló que algún día conocería a una belleza de cabellos negros que sería el amor de su vida.
Casado y con dos hijos, el ahora conocido como Carl von Cosel, abandonó su Alemania natal para emigrar a Florida en 1927. Se presentó como doctor y especialista en dolencias y técnicas no testadas, a pesar de no tener titulación alguna que avalara estos conocimientos.
Con su carisma pronto encontró trabajo como radiólogo en el Hospital para marines de Key West, donde empezó a ejercer también como médico durante un terrible brote de tuberculosis.
El flechazo.
Elena Milagro de Hoyos era una bella y joven modelo cubano-americana hija de un comerciante de tabaco que vivía en Florida con sus padres y dos hermanas.
Sin embargo las enfermedades no entienden de dinero, poder o influencia y finalmente la tuberculosis llegó para visitar a la joven Elena, quien por capricho del destino acabó en la consulta de Carl.
..Llevaba un ligero vestido de primavera cuidadosamente planchado, barato pero típico y bien lucido, con salpicones abstractos del color y flores sobre fondo blanco. Alrededor de su cuello un collar iridiscente de perlas artificiales. Tenía piernas esbeltas. Pelo negro lustroso y largo que se desplomaba sobre sus suaves y bronceados hombros […] pude evitar su cara, pero no sus turgentes pechos que se disparaban y caían por culpa de la maldita tos…
La obsesión.
A partir de ese momento Carl von Cosel construyó una obsesión, convenciéndose a sus 50 años de que Elena, era en realidad, la belleza de cabellos oscuros que debía ser su gran amor.
En su extraña forma de seducción, Carl obsequiaba a una desesperada y enferma Elena con pócimas curativas y extraños talismanes. Llegó a gastar una fortuna en una flamante bobina Tesla con la que inducir descargas curativas a la joven. También inició un tratamiento experimental con rayos X y compró libras de oro en polvo para añadir a sus remedio curativos.
Pero aunque se desvivió por ella en cuidados y atenciones, ni Elena ni su salud correspondieron los deseos de Carl.
…quiero ser tu enfermero, tu amo de llaves, tu amante, tu marido…quiero cuidar de ti para siempre o volar contigo a las estrellas!!
La paranoia.
Un triste 25 de Octubre de 1931 Elena Hoyos moría en casa de sus padres a los 22 años. Un final devastador para un ingenuo doctor y amante imaginario que al no poder haber cuidado de su enamorada en vida, decidió desatar su locura en la muerte.
En primer lugar convenció a su familia para pagar el entierro y construir un mausoleo en memoria de Elena. Carl diseñó la construcción completa, incluyendo un curioso ataúd que poseía conductos secretos para poder suministrar al cuerpo las sustancias necesarias para una optima conservación.
Aunque lo más inquietante de todo era un auricular para poder comunicarse con Elena. Cada noche, Carl acudía en secreto hasta el mausoleo y pasaba las horas hablando con su “amada”, quien un día le suplicó que la liberará de su prisión.
Conversaciones desde el más allá.
Los delirios de Carl von Cosel iban en aumento y muchos fueron escritos en sus diarios de los cuales pueden ver algunos extractos. Gracias a ellos también sabemos todo lo que el desesperado amante hizo para conservar lo mejor posible a Elena, en cuerpo y alma.
Les advierto que la descripción del proceso de embalsamamiento que von Cosel llevó a cabo durante los 7 años siguientes no es para todos los públicos por lo que si prefieren no saberlo, no lean el siguiente párrafo en cursiva.
Primero unió los huesos con alambres de piano y ganchos de perchas. Tras vaciar en recipientes de barro sus órganos deshidratados, así como hacian los egipcios, rellenó su figura con toallas empapadas en líquido embalsamador y canela china. Decidió colocar su espalda a una forma más natural y pieza por pieza, fue fortaleciendo su piel con parches de cera y seda. Continuó tratándola con lociones, pociones y electroterapia mediante la potente bobina de Tesla. Por último construyó una máscara para su cara y sustituyó su podredumbre con ojos de vidrio, y con su cabello fabricó una peluca.
Luego la engalanó con un vestido de novia, velo blanco, diademas y alianzas, y se casó con ella.
– ¡oh!, Carl, gimió Elena, hemos esperado durante tanto tiempo!. Le he deseado desde el principio. Hace tiempo que impulsó en mí una gran pasión que me hace perder toda inhibición. Seré su esposa cariñosa y casada, cumplidora en la iglesia y su p*** en la cama.
– ¡¡No use esas palabras, Elena!!
– ¿No somos marido y mujer, Carl?. ¿Habrá un muro de palabras o secretos entre nosotros?. Mi alma es la tuya para siempre, Carl. ¿Vas a permitir que algo nos separe?
– Nada. Somos una unión dulce de la vida y la muerte, un triunfo físico sobre el sepulcro. Nuestras almas unidas fluyen como un río desde los inicios de la vida hasta los confines del tiempo.
Un amor al descubierto.
Cada noche Carl von Cosel salía de casa, dejando mujer e hijos para perfumar a Elena y dormir junto a ella. Con el paso de los años la extraña conducta del falso médico se fue haciendo evidente a ojos de toda la ciudad y los rumores no paraban de crecer.
Un buen día Nana, la desconfiada hermana de Elena, no pudo soportar más los chismes y habladurías, y decidió investigar a ese pequeño hombrecillo que siempre había detestado.
Una noche espió a Carl en la intimidad de su escondite, cuando horrorizada, contempló el ritual de cuidado de Elena. Inmediatamente acudió a la policía y Carl von Cosel fue detenido por profanación y encarcelado a espera de juicio.
Pero este no fue el final para Elena, pues los medios de comunicación se hicieron eco de la notica. La grotesca historia de amor escandalizó al país, y el cuerpo de la joven se convirtió en una especie de macabra atracción turística, pues hasta 6000 personas acudieron a ver sus restos durante los tres días que su cuerpo permaneció en la morgue.
Un amor retorcido y puro.
Sorprendentemente muchas fueron las personas que encontraron el gesto de Carl von Cosel como terriblemente romántico. Los admiradores llevaron a su celda regalos, apoyo y consuelo; y hasta un grupo de prostitutas cubanas ofrecieron sus servicios gratuito de forma gratuita.
Con tal revuelo mediatico no es de extrañar que un par de fans pagaran la fianza de 1000 dólares que el juez impuso a von Cosel, quién volvió a casa a espera de juicio.
– ¡¡Carlos!!. No dejes que este juez cruel nos separe. No dejes que Nana venza. No quiero volver a la oscuridad ¡Otra vez!. Incluso ahora me están haciendo cosas terribles. Han ido demasiado lejos exhibiendo mi cuerpo en público. Miles de personas a quienes nunca he visto están tratando de tocarme!!
Carlos, ¿puedes escucharlos? Están diciendo cosas feísimas.– Elena, querida ¡gracias a Dios! has vuelto..
– Pensaba que habías desaparecido para siempre. ¡¡Gracias Santa Cecilia, y gracias Jesús!!
– Carlos, sabe que estaré siempre con usted.
7 años es mucho tiempo.
Lamentablemente para Nana y el resto de la familia de Elena Hoyos, después de 7 años, el delito de profanación había prescrito y Carl quedó libre sin cargos. A pesar de ello, sus delirios continuaron y su loco amor no tuvo fin.
El día 3 de Julio de 1952, este falso doctor, radiologo y conde fue encontrado muerto en casa, abrazado a una muñeca de cera fabricada a semejanza de su bella Elena. Pero quién sabe, puede que la muerte de Carl von Cosel fuera sólo el principio.