La historia del sicario de Pablo Escobar que mató a más de 300 personas

Velásquez, de 55 años, más conocido como “Popeye”, comenzó a trabajar para el narcotraficante colombiano Pablo Escobar a la edad de 18 años, ascendiendo poco a poco hasta convertirse en su sicario más fiel y leal

La historia del sicario de Pablo Escobar que mató a más de 300 personas

Autor: Ines Hazbun

Velásquez, de 55 años, más conocido como “Popeye”, comenzó a trabajar para el narcotraficante colombiano Pablo Escobar a la edad de 18 años, ascendiendo poco a poco hasta convertirse en su sicario más fiel y leal. Cuando fue arrestado en el año 1992, había matado a más de 250 personas con sus propias manos incluyendo a su novia, y ordenó el asesinato de hasta 3.000 más.


Detonó más de 250 coches bomba y organizó decenas de secuestros, entre ellos el de Andrés Pastrana, que pasó a ser presidente, y Francisco Santos, primo del actual Juan Manuel Santos. Está vinculado al bombardeo de un avión Avianca en 1989, que mató a 109 personas, y al asesinato del candidato presidencial Luis Carlos Galán en 1990, por lo que fue condenado a 30 años de cárcel. Su decisión de ayudar a las autoridades para asegurar nuevas condenas aceleró su libertad condicional, pero sigue siendo un caso bastante controversial en Colombia.
Como niño, Velásquez quiso trabajar para el lado del gobierno. Nacido en la montañosa ciudad industrial de Yarumal, a 70 millas al norte de la segunda ciudad más grande de Colombia, Medellín, describió su infancia como “limitada”. “No jugábamos al fútbol, ni salíamos en bicicleta, no hicimos nada. Luego, por el trabajo de mi padre, nos mudamos a Itagüí (un suburbio de Medellín), donde comenzamos a ver mundo”. Al principio quería ser policía y se había apuntado a la sucursal local; Después trató de ser una marine, pero lo encontró “aburrido”, lejos de las armas, el glamour y los buques de guerra que imaginaba.


Se encontró con una amiga de la infancia, Pinina, quien trabajaba para Escobar y, como Velásquez lo describió, le enseñó a trabajar. Su primer “contrato” llegó cuando tenía 18 años. “Tuve que matar a un conductor de autobús en el suburbio de Envigado, en Medellín”, recordó años más tarde. Al parecer, la madre de un amigo de Pablo Escobar estaba bajando del autobús cuando sufrió una caída, a lo que el conductor no hizo nada, dejándola morir. Cuando el hijo consiguió algo de dinero, le pidió a Escobar que lo ayudara a vengarse del conductor. “Estuve investigando, encontré al tipo y lo maté, no sentí nada, la idea de que una persona no puede dormir pensando en los muertos no funciona conmigo”.
“Tampoco necesité tomar drogas, ni fumar, ni tomar pastillas para calmarme. Todo lo que hice no me privaba del sueño”. A partir de ahí avanzó hasta dirigir “operaciones” tan importantes como el secuestro del señor Pastrana, que estuvo detenido por el Cártel de Medellín de Escobar durante una semana, y el asesinato de Carlos Mauro Hoyos, el Fiscal General. “Entonces aprendimos a usar dinamita”, dijo. “Con esto pusimos a Colombia de rodillas, con 250 bombas en Cali, Bogotá y Medellín”. De hecho, incluso obtuvieron cohetes, aunque no sabían cómo usarlos…
“Un cohete es bastante difícil de controlar; necesitas entrenamiento militar”, dijo. “Recuerdo un día que estuvimos en la haciendo Nápoles (el rancho de Escobar) y Carlos Lehder sacó uno para entrenar contra una casa, y al apuntar a un edificio, ni siquiera mató a un cerdo”. También le dispararon dos veces: una en el brazo y otra en el pecho. “Pude reaccionar rápido y lo maté”, dijo. En 1991, Escobar acordó ser llevado a su propia “prisión” a las afueras de Medellín, llamada “La Catedral”, desde donde dirigió su imperio de las drogas tras las rejas. Su leal sicario fue con él, asesinando en su nombre a los enemigos que acudían a la fortaleza.
“Si Pablo Escobar naciera de nuevo, me uniría a él sin lugar a dudas”, dijo. “Era amado por nosotros, nos enseñó a luchar y nos dio todo”. También mencionó que era un profesional, un empresario con una estrategia y una visión, algo que falta en los actuales señores mexicanos de la droga. El imperio ilícito de Escobar suministró el 80% de todos los narcóticos estadounidenses, convirtiendo a su líder, abatido a tiros por la policía en 1993, en el segundo hombre más rico del mundo, con una fortuna estimada en 30.000 millones de dólares. El único asesinato por el que se arrepiente es el de su amante, Wendy Chavarriaga, que fue la ex novia de Escobar. Ordenó su muerte por traición, y por trabajar como informante para una pandilla rival.
Y tras su liberación condicional en 2014 de la segunda prisión, Cómbita, al norte de Bogotá, Popeye dijo que tenía ninguna intención de volver a su pasado violento. Ahora se encuentra bajo una fianza de 9 millones de pesos, y no pudo salir del país durante dos años. “No haré daño a nadie. Soy un hombre en paz conmigo mismo”.

Su esposa e hijos viven en Estados Unidos, pero no había sido visitado por amigos o familiares en más de 5 años. Y a pesar de ser escoltado por 200 policías en cinco furgonetas y 10 motos al salir de la cárcel, sabía que corría un grave peligro. “Creo que tengo un 80% de posibilidades de que me maten, y un 20% de que yo lo haga. No soy estúpido, no he pasado 22 años en la cárcel para salir a buscar enemigos y que me maten. Me cuido yo mismo, y si un tipo viene tras de mí para matarme, me defenderé, no soy un suicida”


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