Utilizas una red social de citas (la que gustes), encuentras a esa persona que te llamó la atención y dices “no está nada mal”, intercambian números y acuerdan conocerse en persona.
Llega el día de la esperada cita; la charla, miradas, roces de manos, coqueteo y palpitaciones suben poco a poco de tono. Un beso robado detona lo inevitable.
Entonces, los dos pactan hacer del encuentro público algo privado por la intensa atracción física. El arreglo estipula algo ocasional pero, él en pleno acto se quita el preservativo de manera silenciosa, no te das cuenta y culmina su orgasmo sin protección ni consentimiento. Eso es violación.
El stealthing o stealth sex (sigilo sexual) es la última perturbadora tendencia provocada por las redes sociales, la cual es una técnica donde los hombres suelen quitarse el condón en secreto durante el acto sexual con parejas ocasionales.
El término fue desarrollado por Alexandra Brodsky mediante un estudio publicado en la revista Columbia Journal of Gender and Law, donde ella presenta entrevistas con víctimas del llamado stealthing o sigilo sexual.
Brodsky en su investigación se enfoca en el mundo de las redes sociales, en el uso de aplicaciones de citas como Tinder, donde los hombres después de distintos encuentros tienden a buscar sexo sin compromisos con las víctimas, y durante el acto se sienten con el derecho a llevar el acto de la penetración sin condón, evitando consultar a la pareja.
En entrevista con The Huffington Post, Brodsky, que se interesó en el fenómeno cuando ingresó a la escuela de leyes en la Universidad de Yale en el 2013, pero se dio cuenta que muchas de sus amigas tenían una lucha constante contra el maltrato sexual iniciado por parejas ocasionales, y ellas se sentían violadas, que su confianza se había vulnerado y existía un daño grave a su dignidad.
Durante su investigación, ella encontró a un grupo de víctimas que no sabía cómo referirse a esa nueva forma de violencia de género, porque no existía ninguna palabra para clasificarlo cuando ya había casos concretos de ese flagelo.
Su texto cita el trabajo de Rebecca, una psicológica que labora en una línea telefónica de asistencia en caso de crisis por violencia sexual, ella a menudo recibe llamadas de las víctimas que atienden a iniciar con una frase muy singular “No estoy segura si esto es violación, pero…”, posteriormente las historias muestran la vulnerabilidad de las mujeres por el grave daño moral provocado por las parejas ocasionales.
Las víctimas se enfrentan no sólo a las posibilidades de contraer una enfermedad de transmisión sexual o un embarazo, también a los sentimientos de confusión, vergüenza y enojo por el sometimiento de relaciones sexuales sin protección que, evidentemente, no consintieron.
La investigadora también denunció la existencia de foros y eventos dedicados hacia los hombres para que sean “entrenados” para mejorar sus prácticas a la hora de quitarse el preservativo y que las parejas no se den cuenta. Brodsky aseguró que en dichas reuniones, a los caballeros se les ofrecen asesorías y “trucos” para que puedan quitarse el condón en pleno acto sin la previa aprobación de la pareja, además de incitar a la ideología de una “supremacía masculina, donde la violencia es un derecho natural del hombre”.
La abogada indicó que los varanos no hacen dicho acto ante una torpeza, es una reacción misógina ante la posibilidad de fecundar a una mujer desconocida.
Estos casos de violación ya han sido publicados en medios de comunicación. En enero pasado, un tribunal en Suiza condenó a prisión por violación a un hombre de 47 años que conoció a su víctima por Tinder, quien durante el acto se sacó el preservativo, ella indicó que fue sin su consentimiento.
En Argentina, de 400 delitos contra la integridad sexual, tres fueron por stealthing en lo que va del año.