Las siamesas rusas fueron sometidas a interminables experimentos desde que nacieron. Una periodista conoció su aterradora historia y esto fue lo que contó.
La vida de las hermanas siamesas rusas Masha y Dasha Krivoshlyopova podría ser guion de una película de terror, pero no. Cuando nacieron fueron separadas de su madre por orden de las autoridades del régimen comunista. Su caso fue motivo de investigación por parte de los científicos de la antigua Unión Soviética.
Parte de las investigaciones incluían que las menores sean electrocutadas, quemadas, congeladas, y expuestas a materiales radioactivos. Los científicos las exponían a largas horas sin dormir, sin comer y a cambios bruscos de temperatura. En una de estas pruebas, a una la pinchaban con un alfiler para ver si la otra lo sentía; en otra, metían a una de ellas en una pileta con agua helada para ver si la temperatura de la otra cambiaba.
El caso fue conocido por la periodista británica Julie Butler en 1988, quien escribió su historia. En una entrevista para Daily Mail, Butler dijo: “No tengo dudas de que Masha era una psicópata y Dasha se encontraba en una relación de abuso emocional, similar a la que se encuentran muchas parejas».
Tras una larga etapa sometida a esos experimentos, las siamesas fueron liberadas para que tengan una vida “normal”. Cuando ya eran adultas a Masha le gustaba el alcohol y eso provocaba que Dasha también lo haga, ya que compartían algunas partes del cuerpo.
El fin de las siamesas llegó en el 2003, cuando tenían 53 años. Masha murió de un ataque al corazón y cuando los doctores recomendaron separar los cuerpos para que Dasha se salvara, ella se rehusó y murió 17 horas después que su hermana producto de una intoxicación en su sangre.
«No importa la relación tóxica que tenían, al final ellas dos pasaron por muchas cosas juntas y era claro que se amaban profundamente», dijo la periodista.
Vía Aweita