“Era hombre detrás de hombre, uno tras otro”. Muy pocos eran latinos”.
La trata de blanca es un problema global serio, una práctica que existe como consecuencia de un sistema débil que no ha logrado priorizar los derechos humanos por encima de otros intereses. Incluso en países de primer mundo, como Inglaterra, existe este flagelo que afecta a cientos de personas, que viven un infierno en la tierra.
La cadena británica BBC difundió un reportaje sobre un caso de trata de blanca que se dio en Londres con una joven mujer colombiana que vivió una verdadera pesadilla.
Ana, el nombre que decidieron darle por protección, llegó a la capital inglesa al caer en una red de tráfico de mujeres, huyendo de la vida que tenía en su país. Su prima le consiguió dinero y un boleto para que viajara a Europa, pero al llegar su vida cambió para siempre.
Su prima la obligó a “pagar” la deuda que tenía y la encerró en una casa junto a otro grupo de mujeres que estaban en la misma condición que ella, provenientes de Bolivia, Colombia, México y Venezuela y tenían entre 19 y 24 años. Pese a que se negó al principio, recibió golpes y vejaciones, y resistió varios años de violaciones.
Ana solo tenía 18 años cuando comenzó a vivir el terror. La joven contó que cuando no hacía lo que sus captores querían, le sacaban un diente o le arrancaban cabello. Recuerda que el primer hombre que le tocó estaba muy borracho y se quedó dormido, el segundo la golpeó porque no se “dejaba”.
“Era hombre detrás de hombre, uno tras otro. Muy pocos eran latinos. Yo no aguantaba. Yo le decía a mi prima: ‘Ya no puedo más’ y me decía que le tenía que pagar la deuda”, dijo.
“Me acuerdo que había una fila de hombres afuera del cuarto. Era una fila enorme, me acuerdo que cuando abrían la puerta del cuarto, yo veía a varios”, dice enrabiada.
“Algunos hombres no usaban protección y si reclamaba me golpeaban. Tenía que aceptar que lo hicieran por donde ellos quisieran”.
Ana recordó que fue llevada a otras casas, siempre custodiada y en automóviles. Y siempre terminaba igual: encerrada.
La joven quedó embarazada. Y en pleno proceso de parto fue violada en repetidas ocasiones. Perdió el bebé y debió ser trasladada a un hospital. Se estaba desangrando.
La mujer fue llevada al refugio que LAWA (Latin American Women’s Aid) tiene para latinoamericanas que son víctimas de violencia de género en Inglaterra. Es el único de su tipo en Europa.
LAWA le brindó ayuda psicológica, además la ayudó a recuperar de nuevo la confianza. Necesitó cirugías para reparar sus dientes y reconstruir su vagina.
Hoy con 26 años, regresó a Colombia. Y cuenta con horror el episodio más lamentable que tuvo en su vida.
Su caso recuerda al de Karla Jacinto, la mexicana que fue violada más de 43.000 veces, y que conmocionó a todo México. Como ellas dos, existen miles de mujeres viviendo la misma pesadilla.
El tráfico de personas, especialmente de las mujeres, se ha convertido en un negocio global que genera una enorme cantidad de dinero para los traficantes y las personas intermediarias (International Commission for Women of African Descent (ICWAD) , 2004). Esta actividad no es un fenómeno nuevo, lo nuevo quizás es su sofisticación global, las redes que utiliza, el incremento en el número de mujeres y niños traficados, así como su presencia en todas las partes del planeta (Instituto del Tercer Mundo, 2003). Este fenómeno se ha transformado en una pregunta básica por la violencia que inflige a los derechos humanos, la xenofobia y la discriminación contra las mujeres.