Las crudas fotografías de la vida en el burdel amurallado de Bangladesh

Bangladesh es uno de los pocos países musulmanes en donde la prostitución en burdeles registrados es legal

Las crudas fotografías de la vida en el burdel amurallado de Bangladesh

Autor: Ciudadano

Bangladesh es uno de los pocos países musulmanes en donde la prostitución en burdeles registrados es legal. El Burdel Kandapara en Tangail es el más antiguo y uno de los más grandes que ha existido en el mundo. Kandapara ha existido por más de 200 años y aunque fue demolido en 2014 ha sido reconstruido con la ayuda de ONG´s locales. Aquí viven más de 700 trabajadoras sexuales, sus hijos y sus madamas. Cuando fue destruido todas estas personas pasaron a un estado de indigencia, morían de hambre en las calles ya que no sabían qué otra cosa hacer para subsistir.

Sandra Hoyn creó un foto reportaje para relatar al mundo cómo es la vida y las condiciones en las que se encuentran estas mujeres. Aunque este trabajo sea legal, está muy lejos de ser una ocupación digna y sustentable para los cientos de mujeres que dependen de ella en el burdel.

Pakhi, de 15 años y Mim de 19 years. Ambas trabajadoras sexuales en el burdel Kandapara en Tangail.

La mayoría de las mujeres que trabajan aquí nacieron en el mismo burdel o fueron traficadas desde muy temprana edad y esta es la única forma en la que pueden asegurar su sobrevivencia.

Este es el segundo burdel más grande del mundo y el más antiguo conocido que se mantenga hasta hoy.

Además del negocio sexual existe toda una economía que se mueve alrededor del burdel y se sustenta en sus mujeres, tiendas locales, puestos de comida rápida y vendedores ambulantes, todos hacen su vida y depende de esta comunidad.

Bonna, de 27 años y otra trabajadora sexual ríen con uno de los dueños de las tiendas a las afueras del burdel, hijo de una de las trabajadoras.

Los clientes frecuentes incluyen oficiales de policía, políticos, granjeros, pescadores, trabajadores de las fábricas, obreros y hasta estudiantes o adolescentes locales.

El distrito del burdel está rodeado de una pared de dos metros de alto, dentro de esta las reglas y las jerarquías imperantes rigen toda la vida de las mujeres que allí habitan y de los clientes que las frecuentan.

Mim de 19 años toma una ducha y se prepara para el trabajo.

La fase más vulnerable de una mujer en el burdel es cuando acaba de llegar o cuando está empezando a trabajar. En ese punto son trabajadoras forzadas, las llaman “atadas”.

Un cliente intenta besar a Priya de 19 años en la mejilla, ella ha trabajado en el burdel desde que tiene 17 años.

Oficialmente deben tener 18 años pero las chicas atadas usualmente tienen entre 12 y 14 años.

Con uno de sus clientes, Asma de 14 años, quien nació y ha vivido toda su vida en el burdel

Asma dejó de asistir a la escuela tras recibir muchas burlas de sus compañeros porque su madre era trabajadora sexual. Acaba de empezar a trabajar en el burdel, antes solo bailaba para los clientes.

Ellas no tienen libertad ni derechos, no perciben un sueldo, no pueden tener dinero y no pueden rechazar a ningún cliente.

En la siguiente imagen podemos ver a Meghla de 23 años con un cliente. Ella empezó a trabajar en una fábrica de ropa a los 12 años, un hombre le ofreció un mejor empleo y terminó vendiéndola al burdel.

Estas chicas por lo general atienden entre 18 a 25 clientes al día lo que deja un promedio de 15 euros al día.

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El brazo de un cliente.

Pero ellas le pertenecen a su madama, están atada a ellas y trabajan por su comida, un cuarto y alguno que otro regalo como ropa o maquillaje, “si son buenas”.

Rupa de 16 años baila en la cama mientras el cliente filma.

Después de que han pagado sus deudas, lo que les lleva entre 1 a 5 años ellas son libres de dejar el burdel y buscar su trabajo de forma independiente.

Pero esto es muy mal visto en la sociedad, la chica que se atreve pierde clientes y por eso se queda en el burdel donde se sienten “a salvo” y pueden seguir proveyendo para sus familias.

Papia de 18 años es huérfana desde que era una niña, se casó muy joven. Ella y su esposo consumían y traficaban heroína por lo que terminó en la cárcel. Dice que la cárcel es el mejor lugar donde ha vivido.

En la cárcel nadie se metía con ella, nadie la golpeaba y tenía las tres comidas. Pero allí conoció a una mujer que le ofreció un buen trabajo para cuando saliera y en cambio la vendió al burdel.

Papia atiende a dos clientes al mismo tiempo.

Dipa de 26 años llora pues enfrenta la más triste realidad para cualquier mujer en el burdel, está embarazada de 2 meses de uno de sus clientes.

Kajol con su bebé de 6 meses Mehedi mientras un cliente descansa en su cama. Ella cree que tiene 17 años pero no está segura de su edad exacta.

Su tía la vendió al burdel cuando era solo una niña. Es común que estas mujeres reciban clientes con sus bebés en la habitación, cuando están más grandes los mandan a un rincón, detrás de un biombo o a un cuarto contiguo.

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Dos semanas después de haber dado a luz ella fue forzada a tener sexo con clientes de nuevo, pero el negocio no es bueno ahora debido a las atenciones que requiere su bebé.

Bethe de 8 años juega con Yusuf, un cliente regular de Bonna. Bethe nació en el burdel, aún no trabaja pero su madre quiere que empiece a trabajar cuando cumpla 14 años.

La actitud y resiliencia de estas mujeres es algo que asombra a la fotógrafa pero aunque se apoyan entre ellas y tratan de mostrar siempre su mejor lado, de noche se les puede escuchar sollozando a escondidas para superar su dolor.

Hasta los que deberían protegerlas pueden hacerles mucho pero mucho daño

Sandra Hoyn

Comparte estas desgarradoras imágenes, el primer paso es crear conciencia para promover un cambio y mejor vida para el futuro.

Vía: viralistas


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