Cuando muere un ser querido, el dolor en el corazón es punzante, el nudo en la garganta apretado, la ceguera mental profunda y la tristeza simplemente paralizante. Duele en el corazón y no hay nada que podamos hacer el respecto, salvo dejar que pase el tiempo y esperar a que la pena disminuya. Algo así le pasó a Berry Delaney luego de perder a su mejor amigo, Kevion Elliot, en la guerra de Afganistán. So conocían hacía más de una década y juntos habían compartido maravillosos momentos, sin embargo, los estragos de la guerra siempre son devastadores. Kevin Elliot murió de la mano de los talibanes y Berry regresó solo a Estados Unidos. El funeral fue cuatro días después y Berry asistió de vestido amarillo y calcetas rosadas. Parecía un insulto y él no explicó nada.
¿La razón?
Durante la guerra, Elliot y Berry hicieron una promesa: si uno de los dos moría en batalla, el otro debía asistir al funeral de vestido amarillo y calcetas rosadas. Fue un trato, se rieron ahí de la locura que acababan de hacer, pero fue un trato, y verdadero.
Entonces Berry cumplió su promesa y llegó al entierro en un atuendo que parecía una falta de respeto. Las personas lo miraban con repudio, pero a él no le importaba. Sabía que su mejor amigo estaba mirándolo orgulloso en algún otro lugar.