Dolor muscular, de cabeza, vómitos, problemas de estómago… la caña o resaca es un malestar general fácilmente identificable, que se manifiesta unas pocas horas después de una excesiva ingesta de alcohol. La raíz de todos los dolores es la deshidratación que sufre el cuerpo: al beber alcohol, el agua es eliminada en mayor abundancia al orinar, haciendo que el cuerpo pierda minerales y otros compuestos que dejan sin fuerza el organismo, siendo el cerebro el órgano más afectado de todos, ya que es a donde el cuerpo recurre para obtener los líquidos perdidos.
Superada la borrachera, toca hacer frente a estos síntomas, que se manifiestan de manera diferente en cada persona, con mayor o menor agresividad dependiendo del sexo (las mujeres tienen resacas más duras por cuestión de peso), la cantidad de alcohol ingerida, el tipo de bebida (tragos con burbujas o con licores negros sientan peor) y muchos otros factores. No hay una receta milagrosa para curar la resaca, pero está claro que con la alimentación adecuada la tortura se puede mitigar.
Una de las teorías erróneas más extendidas es que las comidas con grasa ayudan a pasar mejor la agonía. Es una realidad que a muchas personas el organismo les pide todo tipo de comida basura para hacer frente a la caña, pero eso no quiere decir que sea bueno. Las pizzas, los kebabs o la comida china ralentizan el funcionamiento del estómago, por lo que el alcohol del cuerpo se absorbe más lentamente y el malestar general se alarga, además de no asentar el aparato digestivo, lo que puede provocar vómitos o diarreas.
Sin embargo, la comida grasienta puede ser mano de santo para evitar la resaca siempre que se consuma antes de la ingesta de alcohol, ya que la grasa ralentiza la absorción posterior. Antes de beber sí, pero después mejor no hacerlo, aunque pensemos que el cuerpo lo demanda. Tampoco sirve de mucho tomarse una copa de vino que, aunque tiene antioxidantes, añade más alcohol al organismo o apostar por el café, un estimulante gástrico que hace de todo menos ayudar al estómago.
¿Qué podemos darle a nuestro organismo para disminuir la caña? Lo primero que deberíamos hacer es aportar vitamina A, B y C al cuerpo, completamente débil por la caída de los niveles de azúcar en sangre. Un zumo natural es excelente para eso, aunque lo mejor será evitar aquellos que sean demasiado ácidos, como el de naranja. Así, la manzana o el tomate son la mejor elección, aunque también podemos optar por bebidas isotónicas o yogures naturales, que aportan la energía necesaria.
Un alimento con proteínas, vitaminas y minerales son los huevos, casi obligatorios para superar la resaca. Además de lo mencionado, contienen cisteína, que ayuda a combatir los efectos de la acetaldeído, un efecto secundario tóxico del consumo excesivo de alcohol. Se pueden ingerir duros, en tortilla o fritos, facilitando una rápida desintoxicación. Los huevos se pueden acompañar perfectamente con bacon, muy rico en aminoácidos que ayudará al hígado a hacer su trabajo.
Mucha cisteína tiene también la leche, lo que unido al calcio que aporta hacen que sea un remedio muy recomendable. No sólo aumenta el líquido en el cuerpo, sino que facilita al organismo el procesamiento de alcohol. Otro alimento con efectos inmediatos es el atún, rico en alfa-cetoglutarato dehidrogenasa, una enzima que acelera la salida del alcohol del organismo, por lo que es sumamente recomendable cuando el dolor de cabeza es muy alto.
Restaurar los niveles de azúcar en sangre es otro de los principales objetivos cuando estamos con caña, aunque no resulta tan sencillo, ya que muchos de los alimentos altos en glucosa no son buenos para asentar el estómago y pueden provocar vómitos. La mejor solución son alimentos almidonados como tostadas, cereales, pastas o las galletas saladas. Azúcar, vitaminas y ácidos grasos esenciales que ayudarán al hígado a limpiarse.
Otro remedio para aumentar la glucosa en sangre son los hidratos de carbono, que contribuyen a mejorar algunos síntomas de la bajada de azúcar como la fatiga o la debilidad. La pasta, fácil de cocinar y de comer, es sin duda una de las opciones más recurridas en estos casos, y no está mal.
Tampoco está de más aumentar el potasio perdido por la deshidratación, ya que esto aliviará los dolores musculares, el cansancio y los mareos. Un plátano es la mejor opción, aunque también podemos optar por coco o incluso miel, que además de potasio nos aporta antioxidantes y azúcar.
Ir mezclando estos alimentos es lo ideal para rebajar el malestar general más rápido de lo que podemos imaginar. La leche con cereales, una tostada con tomate, plátano o miel, pasta con atún o huevos fritos con jamón son platos fáciles, ricos y buenos para la resaca. Con todo, si estamos dispuestos a hacer un esfuerzo lo verdaderamente recomendable comer verduras como espinacas, arvejas o alcachofas, todas ellas muy ricas en ácido fólico, vitaminas y sulfuro, además de ser excelentes para el hígado.
Todo lo anterior debe estar acompañado por vasos de agua, que ayudarán a hidratar nuestro organismo y reducirá progresivamente (sobre todo si lo acompañamos con los alimentos adecuados) el malestar. Después de cada comida lo ideal es poner punto y final con un té de menta, que ayuda a aliviar la hinchazón de estómago.
Además de estos alimentos más o menos ‘normales’ existen otros que, para sorpresa de muchos, también ayudan a superar la resaca. Es el caso de la pimienta de cayena, analgésico natural que acelerará el metabolismo, vital para el proceso de desintoxicación. Para las náuseas, también es bueno el jengibre, antiinflamatorio del estómago que evita las nauseas. Mismo efecto causa el tomillo, que se puede añadir al té o a la miel.
Para el hígado, no hay nada mejor que el hinojo en un poco de agua caliente. El romero, que promueve la circulación sanguínea del cerebro y el ajo, también son muy recomendables.
Fuente: koboonga.es