Los lugares más terroríficos de la Ciudad de México

“¿Quién está ahí? Permanecí inmóvil, sin decir palabra

Los lugares más terroríficos de la Ciudad de México

Autor: Ángela Barraza

“¿Quién está ahí?

Permanecí inmóvil, sin decir palabra. Durante una hora entera no moví un sólo músculo, y en todo ese tiempo no oí que volviera a tenderse en la cama. Seguía sentado, escuchando… tal como yo lo había hecho, noche tras noche, mientras escuchaba en la pared los taladros cuyo sonido anuncia la muerte.

Oí de pronto un leve quejido, y supe que era el quejido que nace del terror. No expresaba dolor o pena… ¡oh, no! Era el ahogado sonido que brota del fondo del alma cuando el espanto la sobrecoge. Bien conocía yo ese sonido. Muchas noches, justamente a las doce, cuando el mundo entero dormía, surgió de mi pecho, ahondando con su espantoso eco los terrores que me enloquecían”.

El tono y suspenso establecido por El corazón delator de Edgar Allan Poe, sirve como gran pretexto para introducir el misterio que ronda las calles de la Ciudad de México. La gran urbe cosmopolita se ha visto sobrepasada por la sobrepoblación y el asesino silencioso del olvido. Secretos, amores y muertes que viven en la historia oral, modificados al gusto de los bardos urbanos y explotados a su máxima potencia. Al caer la noche, con el quejido de las escasas ramas del panorama urbano, y el soplido del viento que proviene de otras épocas, las leyendas cobran vida. Te compartimos cinco lugares de la Ciudad de México que te harán temblar de miedo.

La casa de la Tía Toña

Ubicada en la tercera sección del Bosque de Chapultepec, en un lugar conocido como la Barranca El Castillo, existe una casa que sirve como atracción para los amantes de lo paranormal y de las historias escondidas de la ciudad. Cuentan, quienes han merodeado por la zona, que al acercarse a la propiedad abandonada, se escuchan risas de niños, lamentos de mujer y uno se siente sobrecogido por sombras antropomorfas que se mueven entre los árboles.

Casa tia tona
Tras cruzar un puente arruinado, detrás de una espesa niebla, la casona de la Tía Toña se vislumbra. La leyenda cuenta que en esta propiedad, una solitaria mujer de avanzada edad, daba refugio, comida y cobijo a los niños más pobres de la ciudad. Los niños, que venían de los barrios paupérrimos de la ciudad, con escasa educación y formación en valores, solían fastidiar a la anciana mujer. Un día, molesta por la actitud de los niños y afectada por la demencia senil, mató a todos los niños. Llevó los cuerpos hasta la barranca y aventó los cuerpos al río. El remordimiento y la culpa, provocaron que la mujer se suicidara en su recámara. Desde entonces, la propiedad está abandonada, y ofrece misterio a quienes se atreven a cruzar el espeso bosque y no mueren en el intento de superar los obstáculos geológicos.

Ubicación: Cumbres de Acultzingo 185. Lomas Altas.

Callejón del Diablo, Mixcoac

En una callejuela, escondida tras el caos de la Ciudad de México, se hallan los secretos de una urbe trastocada por el paso de los años. La Hacienda Mixcoac, uno de los orgullos de la ciudad colonial, se construyó sobre un antiguo sitio prehispánico, mismo que ya albergaba una brecha arbolada, en el cual ocurrían fenómenos que los aztecas no sabían explicar. Tras la conquista, y la construcción de la hacienda, la brecha dio lugar a un callejón, que siguió rodeado de misterio. La leyenda cuenta que por las noches, el lugar se tornaba lúgubre y que en él se aparecía el Diablo a quien se atreviera a poner pie en el empedrado. El Diablo, en forma de guajolote, aparecía en medio del callejón, advirtiendo a quien caminaba por ahí de su presencia. Quien lo veía, debía retroceder, pero si el guajolote huía, debías avanzar.

Callejon del diablo

La leyenda persiste hasta nuestros días, al igual que el callejón, por el cual pocos coches transitan y que se ha vuelto un punto de reunión para los amantes de lo paranormal.

Ubicación: Entre la Universidad Panamericana y el Colegio Simón Bolívar, desde la calle de La Campana hasta Río Mixcoac.

Casa de Don Juan Manuel Solórzano

En un bello edificio de tres pisos, con una hermosa fachada de tezontle y almenas, don Juan Manuel de Solórzano dio origen a una de las leyendas más populares del centro de la Ciudad de México. La fecha es 1783, cuando Juan Manuel, atormentado por los celos hacia su joven esposa, acudió al Diablo en busca de guía, quien le sugirió que matara al primer varón que cruzara por su casa en punto de las once de la noche.

Casa de Don Juan Manuel
Así, determinado a conocer la verdad que lo consumía noche tras noche, cruzo palabra con un joven despistado que pasaba frente a su casa:

–Disculpe, ¿sabe qué hora es?

–Sí, caballero, son las 11 en punto.

–Dichoso usted que sabe la hora en que ha de morir.

Don Juan Manuel acudió nuevamente con el Diablo, quien le hizo ver que se había equivocado de víctima, y que debía repetir los asesinatos hasta dar con quien le había robado el corazón de su mujer. Una noche, de manera accidental, mató a su sobrino. Atormentado, como suele suceder en las leyendas, se confesó con el párroco, y determinado a sellar su destino: amaneció colgado en la madrugada del tercer día.

Ubicación: República de Uruguay 90, casi esquina con 20 de noviembre.

Antiguo Convento de la Concepción

El conjunto original de este convento estuvo formado por varios edificios: el noviciado, el edificio principal y el templo, conjunto que alberga la leyenda de un amor imposible. Doña María Gil, una hermosa mujer que vivió durante la Colonia, vivió perdidamente enamorada de un joven llamado Don Urrutia. Los dos hermanos de la joven, opuestos a la relación de su amor, decidieron ofrecerle al pretendiente de su hermana una gran cantidad de dinero para que abandonara la ciudad. Para salvar a su hermana de la locura, los hermanos de María la internaron al convento.

Convento concepcion

Sin embargo, María, decepcionada y recluida en un lugar lejos de su amor, decidió poner fin a su sufrimiento ahorcándose en un árbol de duraznos ubicado en el claustro del convento. Desde entonces, la leyenda cuenta que su espíritu ronda los pasillos del convento, lamentándose por un amor perdido, que no fue y nunca será.

Ubicación: Belisario Domínguez y República de Brasil

Hospital Juárez

Una de las leyendas más replicadas en México, tiene sus raíces en el Hospital Juárez. Desde hace años, múltiples pacientes han reportado haber sido atendidos por una enfermera, con vestimenta distinta a su época, caracterizada por su pulcritud y atención. Incluso, doctores, enfermeras y residentes afirman haber sido despertados por una mujer que les pidió que estuvieran alertas a las necesidades de los pacientes.

La planchada

“La Planchada”, como se conoce a la mujer de la leyenda, se cree fue una enfermera que atendió a los heridos de la guerra de 1847 con Estados Unidos. En plena juventud, ingenua y llena de esperanzas, la enfermera se enamoró de un doctor recién llegado al Hospital, quien le habló con promesas de amor eterno. Antes de salir de la ciudad por asuntos de trabajo, el doctor le pidió a la enfermera que tuviera su traje de gala, limpio y planchado. Creyendo que su amor se encontraba fuera y anhelando regresar a sus brazos, la enfermera se percató que en realidad el doctor había huido y se había casado con otra mujer. Trastocada por la decepción, pasó el resto de su vida de malhumor, tratando mal a los pacientes, algo de lo cual se arrepintió en sus últimos días y decidió resarcir después de morir.

Ubicación: Av. Instituto Politécnico Nacional 5160.

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