La mujer tenía un gran terreno detrás de su casa y al lado de un lago. Había una construcción antigua que necesitaba una urgente renovación total.
Pensó convertirlo en una casita para huéspedes y se lo comentó a su hijo. Él le aseguró que haría su sueño realidad.
En todo caso, su hijo Caspar no es un profesional en cuanto a construcción se refiere, pero estaba decidido en hacer el trabajo con sus propias manos.
Cuando pudo terminar el proyecto, su madre no pudo disimular su decepción. No le había gustado cómo se veía, al menos por fuera.
Pero una vez que pudo entrar en la casa, quedó muy sorprendida. Era una casa especial. Las paredes se podían mover para poder tener una excelente vista al exterior cuando el clima fuera bueno.
Además, se podía admirar las estrellas por las noches de verano, organizar una barbacoa familiar o con amistades. En resumen, era una casita muy práctica que finalmente la dejó muy feliz y agradecida.