Edward Smith es un hombre de 67 años oriundo de Washington que asegura haber tenido sexo con más de mil autos. Su «romántica historia» se hizo conocida en medios estadounidenses que la calificaron como un severo caso de «Mecanofilia», la parafilia de quienes sienten atracción sexual por las máquinas.
«No puedo expresar lo que siento por ella a nivel emocional. Sólo puedo decir que es un amor muy potente y sincero», manifestó Smith en relación a su único objeto de placer: Vanilla, su novia actual, un Volkswagen Beetle blanco de 1974.
«Nunca me han interesado demasiado las mujeres. No soy gay», explica. Su primer deseo sexual fue a los trece años cuando conoció al Corvette Stingray, posteriormente perdió su virginidad con el Beetle de un vecino a los catorce años.
Pese a lo anterior, admitió que su experiencia más intensa fue con un helicóptero y que además de Vanilla convive con dos amantes: un Opel GT verde de 1973 llamado Cinnamon y un Ford Ranger Splash rojo de 1993 bautizado Ginger.
«Soy romántico, escribo poesía sobre ellos, les canto y les hablo como a una novia, sé lo que hay en mi corazón y no tengo ganas de cambiarlo (…)No estoy enfermo y no quiero lastimar a nadie, sólo que los autos son mi preferencia», dijo el hombre que asegura su última relación con un humano fue hace 20 años.
«No es deseo, es pulsión»
Walter Ghedin, médico psiquiatra y sexólogo, explicó a Infobae que la mecanofilia consiste en expresar deseos sexual por objetos mecánicos de cualquier tipo. Si bien es muy extraño encontrar estos casos, existen. Aquí el auto adquiere una investidura libidinal que se traduce en un cuidado excesivo, en el endiosamiento o en la excitación sexual.
«No es tener sexo o la fantasía de tener sexo dentro de un automóvil, es directamente sentir que el objeto de deseo es el auto mismo. La persona se siente excitada al tocar el metal, los tapizados, o al rozar su cuerpo por diferentes partes del vehículo», definió el especialista.
«Las parafilias ponen en evidencia los diferentes caminos que toma la pulsión sexual. No es deseo, es pulsión, una fuerza interna que dirige al sujeto a tener este tipo de contacto y a necesitar de él para alcanzar la excitación sexual. Es posible que el auto, o el objeto de amor parafílico, haya quedado ligado a la pulsión en el desarrollo infantil, como una experiencia indivisible. La persona puede estar con otro u otra, pero la búsqueda de satisfacción estará dirigida hacia el mecano», agregó .
Quienes experimentan esta tendencia muchas veces no reciben tratamiento. Es necesario destacar que las filias son tantas como objetos que estimulan el líbido, por lo tanto para ellas no hay clasificacione, ni procesos para identificar traumas.
Freud decía que las parafilias eran perversiones o desviaciones, sin embargo no dejan de ser una fijación erótica.
«Son ‘relaciones al margen’, fantasías excitatorias, impulsos, comportamientos sexuales que engloban a contactos con objetos inanimados, con personas que no consienten, con niños o prepúberes, o bien provocando dolor a otros o dejándose humillar o violentar sin acuerdo entre las partes», reveló Ghedin.
El profesional dijo que el 50 por ciento de estos individuos comienzan con deseos inapropiados antes de los 18 años, en la etapa de desarrollo infantil y Edward Smith admitió que su primer deseo sexual se disparó cuando conoció en sus trece años al Corvette Stingray.
Aunque resulte extraño que una persona enamorada y/o excitada con una máquina tenga una vida social normalizada, la mecanofilia recién se convierte en una enfermedad mental cuando la persona padece problemas de adaptación social, según el manual diagnóstico de enfermedades mentales (DSM, por lo tanto hasta que no exista deterioro social o familiar no puede ser considerada como tal.
«Muchas personas usan fantasías ‘parafílicas’ para mejorar la excitación sexual, pero este uso o práctica, con acuerdo entre personas adultas no configura en sí un trastorno sexual. Ejemplos: usar ropas del sexo opuesto, disfraces, lencería erótica (…) La dimensión parafilica aparece cuando la persona logra el máximo placer sexual en el encuentro con el objeto de su deseo. El otro queda desplazado de la relación por la intrusión necesaria e imperiosa del objeto parafílico», concluyó Ghedin.
Por su parte Gervasio Díaz Castelli, psicólogo, escritor y comunicador comentó a Infobae que la mecanofilia es una tendencia de atracción sexual a estereotipos fálicos: «Y cuando hablamos de falo, hablamos de sustitución del pene. El pene como parte anatómica del género masculino».
«Muchos hombres buscan cierta afirmación de su masculinidad amparándose en un auto, un sustituto, algo que les prestigia su masculinidad. Es un objeto de atracción en el que el componente erótico es muy fuerte», concluyó Díaz.
Con información de Infobae.