Mentiras científicas para oprimir a la mujer

No deberías de creer nada ni de dar nada por sentado

Mentiras científicas para oprimir a la mujer

Autor: Priscilla Villavicencio
© Fotograma de 'La llegada'.

No deberías de creer nada ni de dar nada por sentado. Y menos aún si eres mujer. A lo largo de toda la historia, muchos han sido los inventos, descubrimientos o simples teorías que han pasado por validas y que simplemente se limitaban a ejercer un control insano y obsesivo sobre la mujer.

En Por su propio bien, un libro muy recomendable publicado en los 90 por Taurus y reeditado hace unos años por Capitán Swing Libros, las ensayistas Deirdre English y Barbara English diseccionaban 150 años de expertos (hombres, claro) sobre la mujeres, su salud, su psicología y por supuesto su bienestar. Porque todos lo sabemos, ¿quién mejor que un hombre para saber lo que necesita una mujer? ¿O no? Si somos chicas listas, nos generará al menos dudas. Y si somos muy listas usaremos nuestra inteligencia intuitiva, esa que analiza todo rápidamente para darte una respuesta, y sabremos que no, que nadie mejor que una mujer para decidir sobre ella misma. Entre otras muchas razones por una demoledora: el control que se ejerce sobre la mujer desde su nacimiento amparándose en razones que finalmente demuestran ser falsas.

En Por su propio bien te cuentan cómo se cazó sistemáticamente a las mujeres por brujas en Europa cuando en realidad lo que se estaba haciendo era imponer que la sanidad, que hasta entonces había sido por trueque y fundamentalmente femenina, se convirtiera en privada a manos de los hombres. Habían nacido los médicos con sus rimbombantes universidades en las que las mujeres tenían vetada la entrada. Pero como la gente se resistía a acudir a ellos, lo mejor fue quitarse de en medio la competencia de las sanadoras que curaban con hierbas y ungüentos. Sí, por eso las brujas siempre aparecen con sus pócimas. En realidad eran las medicinas de entonces preferibles seguramente a las sanguijuelas de aquellos primeros matasanos.

A lo largo de toda la historia, muchos han sido los inventos, descubrimientos o simples teorías que han pasado por validas y que simplemente se limitaban a ejercer un control insano y obsesivo sobre la mujer

 Siguiendo la estela de English y English, la periodista científica Angela Saini ha publicado un contundente libro: Inferior: How Science Got Women Wrong. O sea, de cómo la ciencia ha mentido durante siglos (y sigue haciéndolo) para seguir ejerciendo el control sobre las mujeres. Informes de hombres en los que se perpetuaban estereotipos que siempre eran negativos para las mujeres y las conducían a ser seres humanos de segunda o, en el mejor de los casos, dulces princesas necesitadas de cuidados. Y siempre como inferiores intelectualmente.

Pues bien, es todo mentira. Esos influyentes estudios que atribuyen a la biología y la evolución cómo somos según nuestro género, o sea las mujeres sensibles, empáticas y cuidadoras, mientras que los hombres aparecen como fuertes, racionales y dominantes, son falsos. Las investigaciones recientes los desmienten y demuestran que se tratan de estereotipos creados por, ¿adivinas? Hombres.

En su libro, Saini demuestra que la mujer no es el sexo débil, sino todo lo contrario. Biológicamente los varones tienen más probabilidades de nacer antes del fin del embarazo y no cumplir los cinco años. Además, las mujeres viven más que los hombres y se recuperan antes cuando padecen una enfermedad. También certifican que el tamaño del cerebro, que es entre un 8% y un 13% más grande en los varones, es simplemente proporcional al tamaño y no tiene nada que ver con la inteligencia. Lo que viene a decir Saini es que la inferioridad no existe, sino condicionamientos culturales y que revela que los bebés no tienen preferencias innatas ‘de género’, las fomentamos nosotros desde los inicios marcando el rosa y el azul, regalando muñecas y lazos a las niñas y camiones a los niños. En igualdad de condiciones, saldría simplemente la personalidad de cada ser humano, formada en absoluta libertad. En Islandia ya andan intentando educar a los niños y niñas con esa libertad. En el resto del mundo habremos de conformarnos, de momento, con al menos romper con esos estereotipos que tratan de hacer inferior  a todo un género.


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