La realidad, a veces, supera a cualquier película de ciencia ficción. Hay cosas que a veces la ciencia no puede explicar pero felizmente suceden. Gracias a estos locos acontecimientos, hoy Kate y David disfrutan de sus pequeños hijos Emily y Jamie.
La pareja australiana había estado durante años buscando formar una familia. Fruto de varios intentos, Kate quedó embarazada de mellizos. Luego de meses de gestación y expectativas, el parto se dio de manera adelantada. Los niños nacieron prematuros, sesenta días antes de lo previsto.
Jamie no sobrevivió al parto. Sus padres, en un inmenso dolor, solicitaron al personal del hospital que por favor traigan al niño junto a ellos. La madre, quizás por intuición o por azar, le quitó la ropita y lo abrazó para darle calor. De repente, el bebé comenzó a realizar pequeños movimientos con su cuerpo y volvió a respirar.
La pareja lloraba de emoción. Rápidamente llamaron los enfermeros y médicos, quienes tampoco bajaban del asombro. “No los dejamos de tocar desde el momento que llegaron a casa, porque sabíamos lo valioso que era el contacto de piel a piel: fue lo que salvó su vida”, cuenta Kate.
Esta experiencia realmente es insólita y demuestra una vez más la importancia del contacto directo del recién nacido con su madre.
via BuenDiario