Vivimos en la era de los trabajos mal remunerados y los contratos de cero horas. En medio de tanta precariedad, hay gente que gana cientos de euros al día publicando fotos «premium» en Snapchat.
Snapchat es la aplicación que estaba esperando toda una generación. La plataforma arrancó en 2011, un año en que la sensación que más abundaba entre las redes sociales era la cautela.
Cada palabra, imagen y vídeo que los usuarios publican queda almacenada en algún remoto complejo subterráneo de servidores. Tus futuros empleadores podrían indagar sobre tu pasado digital y descubrir esa foto que te hicieron cuando estabas en un estado lamentable. Tu madre podría buscar tu nombre en Google y encontrar aquellos tuits que una vez escribiste quejándote de que era una «histérica de la limpieza».
En una era en la que toda la información se comparte, la creencia general era que no podíamos escapar de nuestro pasado.
Pero entonces llegó Snapchat e hizo desaparecer todas nuestras preocupaciones, y es que cada mensaje que envías a través de esta aplicación se borra automáticamente de los servidores de la empresa tan pronto como se ha leído o ha caducado, lo que significa que puedes publicar lo que quieras con relativa tranquilidad.
No debería sorprendernos, pues, que poco después empezaran a aparecer fotos de gente en pelota picada. Ya sabéis lo que dicen: dale a la gente un sitio en el que soltar su mierda y al menos una cuarta parte lo hará.
A principios de este año, Snapchat anunció una prohibición de las «imágenes atrevidas» en su apartado Discover, a raíz de las quejas de varios padres; asimismo, la plataforma aconseja a los usuarios que no difundan «contenido sexual explícito» en las Historias públicas.
Las Historias y las fotos privadas, en cambio, son otro tema. Es más, se ha generado toda una industria en torno a este servicio en la que chicas jóvenes lo utilizan para distribuir contenido sexual explícito basándose en el modelo de pago por visionado.
Hace un par de años me mudé a Londres y coincidí con una de estas chicas. Al principio no sabía a qué se dedicaba, pero cuando empecé a seguirla en Instagram, enseguida me quedó muy claro: su cuenta estaba llena de fotos de sus pechos desnudos y de indicaciones para acceder a «pases premium».
Como estudiante de Empresariales, lo primero que pensé fue que esa chica, @StaceyCarlaa, era un genio en la sombra. Costaba 20 libras (22,65 euros) comprar un acceso al pase premium, y había una lista de invitados virtual en la que se podían ver al menos 15 nombres difuminados de usuarios conectados en ese momento.
Suponiendo que Stacey mantuviera el vídeo una semana, con un mínimo de 15 usuarios por sesión, a 22 euros cada uno, se sacaría unos 660 euros por un par de horas de trabajo. Nada mal.
Costaba 20 libras comprar un acceso al pase premium, y había una lista de invitados virtual en la que se podían ver al menos 15 nombres difuminados de usuarios conectados en ese momento
Sin embargo, tras seguir durante un tiempo a Stacey y ver que un novio desaparecía de sus Historias, empecé a preguntarme si aquella actividad tan lucrativa afectaría también a otras parcelas de su vida. «Ha provocado ciertas tensiones entre mi familia y yo», me dijo cuando le pregunté. «Pero mi madre me ha apoyado mucho».
Salir desnuda por internet no es ninguna novedad. Desde que se comercializaron las webcams, infinidad de usuarios las han usado para publicar imágenes de sus genitales, ya fuera por placer o por dinero.
Muchos se iniciaron en este concepto a raíz de una escena de American Pie en la que el protagonista, Jim, intenta grabar en vivo el momento en que intenta perder la virginidad con Nadia, interpretada por Shannon Elizabeth, sin que ella lo supiera. Sin embargo, la cosa se le va de las manos cuando sin querer invita a todos los contactos de su correo electrónico a presenciar la escena.
Otros —los pioneros de los primeros días de internet— se iniciaron con las sesiones de sexo retransmitidas en línea. La banda ancha y la mejora de la calidad de los dispositivos trajeron consigo más usuarios dispuestos a dejarse el dinero en sitios web para adultos o en pases privados. La proliferación de sitios web de porno gratuito no ha impedido que el mercado de los sitios de webcams siga creciendo y mueva más de 1.100 millones de euros al año.
Suponiendo que Stacey mantuviera el vídeo una semana, con un mínimo de 15 usuarios por sesión, a 22 euros cada uno, se sacaría unos 660 euros por un par de horas de trabajo
My Free Cams es uno de los sitios de sex-cam más populares, con más de 100.000 modelos y 5 millones de usuarios. Sus miembros pueden adquirir fichas con las que acceder a distintos servicios, como pases privados, sonido de alta calidad, vídeo de gran formato o la posibilidad de enviar mensajes privados a otros miembros.
El sitio web se queda con un porcentaje del dinero antes de que este llegue a las modelos. En Snapchat, las modelos reciben las transferencias directamente, por lo que se quedan hasta con el último céntimo.
Teniendo en cuenta la rampante precariedad laboral, esta forma de ganar dinero resulta muy atractiva. La mayoría de las mujeres con las que hablé para este artículo aseguraron haber empezado a desnudarse por Snapchat porque estaban hartas de sus trabajos rutinarios y mal pagados. Cuando empiezan y ven que pueden llevarse más de 600 euros por pasar un par de horas frente al móvil, es normal que decidan continuar haciéndolo.
Estas cuentas reciben sus ingresos de dos fuentes principales. La primera, y la más popular, es una cuenta específica de Snapchat, en la que las chicas publican contenido a diario por el que los clientes pagan una tasa única para desbloquearlo.
En Snapchat, las modelos reciben las transferencias directamente, por lo que se quedan hasta con el último céntimo
La segunda son los espectáculos premiun, en los que el cliente paga para entrar en una lista en la cuenta personal de la modelo, desde donde esta realiza un espectáculo «en vivo» y los usuarios obtienen varias horas de contenido.
Esta segunda vía es la menos utilizada por las mujeres, tal vez por ser la más personal, más íntima incluso que los pases con webcam. Los espectáculos con cámaras suelen ser más estáticos: se suelen realizar frente a un portátil en un estudio con varios platós decorados como dormitorios. Tienen una estructura definida y el espectador ve a la modelo y su entorno desde uno o dos ángulos fijos.
En Snapchat —o al menos en la mente de los clientes—, se ofrece más acceso a la vida de las modelos, que a veces publican un vídeo paseando a su perro y a continuación otro enseñando el pecho, o una imagen del vestido que se acaban de comprar y luego un selfi explícito.
Elle Monroe es una snapchatter de Londres que cobra 50 libras (unos 56 euros) por un pase permanente a su cuenta premium. Según ella misma afirma, en un buen día suelen llegarle 20 solicitudes, lo que le permite embolsarse 1.100 euros en un periodo de 24 horas. Como ya imaginé, también me comentó que con ese trabajo ganaba lo suficiente para vivir y que no necesitaba buscarse otro.
“Me encanta no tener que levantarme pronto, ser mi propia jefa y poder llevar un estilo de vida bastante lujoso” — Elle Monroe
«Hace un año estaba sin blanca y no sabía cómo empezar en esto de los sitios de webcams, así que me metí en Snapchat y dije, ‘¿Quién quiere pagar por verme desnuda?’, y así empezó todo», recuerda, y añade que el primer día estaba tan nerviosa que tuvo que beber unas cuantas copas antes de sentirse cómoda.
Como todo trabajo, este también tiene sus beneficios: «Me encanta no tener que levantarme pronto, ser mi propia jefa y poder llevar un estilo de vida bastante lujoso». Pero también sus desventajas relativas: «Me han hecho peticiones muy extrañas. Un cliente me pidió que insultara a su novia, otro; que me orinara en los pies —cosa que no he hecho, obviamente—, y otro que lo humillara por tener el pene pequeño. La lista es muy larga».
Una modelo de EUA —que ha preferido mantener el anonimato porque solo cuatro personas cercanas saben a lo que se dedica, así que la llamaremos Rochelle— me dijo que empezó a publicar en Snapchat por la misma razón que Elle: falta de dinero y la posibilidad de controlar sus horarios. Le pregunté de qué forma intenta diferenciarse de los demás en un mercado tan competitivo.
«Creo que los clientes se encaprichan de un determinado tipo de chica según sus gustos», respondió. «Lo único que yo hago que quizá otras no es el sexo anal. No siempre me gusta la forma en que me hablan algunos clientes, pero tampoco me molesta tanto como antes. Te hacen sentirte sucia, aunque he aprendido a ignorar a esas personas y a seguir adelante. A veces me siento mal conmigo misma por lo que hago, pero enseguida recuerdo que esto es lo que me da la libertad económica necesaria para trabajar en mis creaciones y me permite tener horarios flexibles y controlar mi vida».
La última modelo con la que hablé se hace llamar CrazyyCatt, una chica tatuada y con el pelo teñido de rosa que vive en EUA. Como el resto de chicas, ella empezó a publicar contenido en Snapchat porque se ganaba «un buen dinero». Su tarifa es de 65 dólares (unos 58 euros).
«Hay semanas en que me llegan 15 solicitudes de inscripción y otras, cinco», explica, lo que implica que sus ingresos fluctúan entre los 290 y los 875 euros semanales. Solo lleva seis meses ejerciendo esta actividad, pero por ahora asegura que lo está disfrutando. «Dejaré de hacerlo cuando me aburra», señala.
Snapchat brinda a estas chicas la posibilidad de generar unos ingresos considerables y la flexibilidad de decidir cuándo y dónde
Y ahí, precisamente, reside el encanto: Snapchat brinda a estas chicas la posibilidad de generar unos ingresos considerables y la flexibilidad de decidir cuándo y dónde. Pueden publicar una foto hecha desde un vestuario o transmitir un vídeo en vivo desde la cocina de casa.
Además, a diferencia de los sitios de webcams, reciben el cien por cien del dinero que ganan y pueden gastarlo en lo que quieran. Elle está invirtiendo sus ingresos en futuros negocios y Rochelle ahora tiene tiempo y dinero para dedicarse a su faceta creativa.
Hay personas que trabajan en una oficina y otras enseñan las tetas por Snapchat. No veo dónde puede estar el problema mientras todo el mundo esté contento.
Vía Infobae