«No te metas nidos de avispa en la vagina» es el titular de un artículo publicado en el blog de una ginecóloga, Jen Gunter a mediados de mayo. Como era de esperar ante semejante combinación de palabras, el artículo se hizo viral gracias a medios como ‘The Independent’ y ya ha dado media vuelta al mundo. El asunto recuerda al de la ‘moda’ de los tampones empapados con vodka que reflota cada pocos años: una idea horrible de la que, por suerte, no existe ni un solo caso real conocido.
Las gallaritas son pequeños ‘tumores’ que se forman en algunos robles y encinas como efecto de la picadura de algunos himenópteros de la familia Cynipoidea, que no son los insectos en los que pensamos al hablar de avispas. El término avispa, de hecho, tiene tanta precisión taxonómica como ‘bicho’ o ‘pez’, y suele reservarse a los miembros de la familia Vespidae.
Los himenópteros son insectos salidos de una pesadilla del creador de ‘Alien’: les encanta reproducirse introduciendo sus larvas en otros seres vivos, ya sean árboles… u otros insectos. La estrategia es tan desagradable como efectiva: así las crías están protegidas y, de propina, tendrán alimento al nacer. No daremos más detalles como favor a los lectores más aprensivos, tan sólo añadiremos que los higos sufren una suerte similar (aunque también es falso el mito de que comemos avispas al comernos una de estas frutas).
Estas gallaritas son un tipo de agalla (tumores inducidos por insectos, bacterias u hongos). En la siguiente imagen compartida por Gunter en su artículo se pueden apreciar algunas larvas de avispa vivas en su interior:
«Pero oiga, ¿quién demonios tocaría siquiera una de estas aberraciones de la naturaleza?». El artículo de Gunter surgió porque la ginecóloga, durante una de sus búsquedas rutinarias de «terapias vaginales inusuales» encontró una página de Etsy que vendía estas agallas como un remedio natural. Indojuara se define como la tienda «número uno de Indonesia en materia de hierbas, especias y sabiduría local».
Mientras que la mayoría de gente compra las gallaritas como curiosidad o decoración, esta tienda las ofrece por unos 14 euros (más envío) prometiendo toda una colección de efectos beneficiosos, como curar infecciones vaginales y restaurar la elasticidad del útero tras el parto. Semejante afirmación se basa en las propiedades del árbol del que se extraen, ‘Quercus infectoria’, cuyas bellotas, corteza y agallas tienen propiedades astringentes. Estas últimas, además, son usadas en tintes por su alto contenido en tanino.
Los astringentes naturales no tienen nada de raro, pero el sentido común dicta que no es buena idea introducir nada de esto en un ambiente con un equilibrio tan delicado como es la vagina humana. Gunter y cualquier médico al que haya llegado este caso desaconsejan con toda su fuerza este tratamiento, pero conviene recordar que un usuario de Etsy (una especie de eBay) no sirve como prueba para hablar de moda a escala mundial. Nadie está introduciéndose nidos de avispa donde no toca. Y si a alguien se le ocurre, mejor que lo piense dos veces.
Vía El Confidencial