A veces, aunque no nos demos cuenta, mantenemos un estilo comunicativo demasiado crítico y hasta hostil. Y es que criticar nos viene espontáneamente, aprender a no emitir juicios de valor y aceptar sin juzgar son habilidades más complejas que demandan cierto entrenamiento.
Por eso, os propongo un ejercicio muy sencillo: intentad descubrir la cara triste en la imagen que aparece a continuación.
Es probable que no os haya costado mucho. A la mayoría de las personas les resulta sorprendentemente fácil detectar la cara triste. Y se ha demostrado que lo mismo nos ocurre en nuestra vida cotidiana.
En práctica, notamos más los eventos negativos, su impacto es mayor que el de los sucesos positivos. Si una persona está de mal humor, tendrá una tendencia a recordar las experiencias negativas que ha vivido y le resultará más difícil recordar los buenos momentos.
De la misma manera, un solo acto de deshonestidad puede tener un efecto desproporcionado en la reputación de alguien y esa persona puede tardar años en limpiar su imagen. Y es que un elogio puede inflar momentáneamente nuestro ego, pero una crítica puede tener efectos devastadores durante gran parte de la vida.
Por eso, es importante prestarle atención a nuestro discurso, en especial en el marco de la relación de pareja, con nuestros hijos, padres o amigos ya que algunas palabras pueden herir profundamente, mucho más de lo que suponemos.
Se necesitan 5 elogios para borrar 1 crítica
El psicólogo John Gottman ha pasado más de tres décadas analizando los factores que predicen que una pareja se mantenga unida y feliz. Descubrió algo muy curioso mientras examinaba los comentarios de las personas: la frecuencia de los comentarios positivos tiene que superar la de los negativos, en una relación 5:1.
En otras palabras: se necesitan cinco comentarios positivos, que muestren comprensión y apoyo, para poder borrar un solo comentario negativo que haya tenido un matiz de desprecio, hostilidad o crítica malsana.
Asombrosamente, Gottman también descubrió que el nivel de comentarios positivos se suele encontrar por los suelos, ¿Por qué?
La respuesta es muy sencilla: cuando una persona nos hace un comentario positivo, por banal que sea, tenemos la tendencia a darle las gracias. Sin embargo, no siempre respondemos con otro comentario positivo, de manera que rompemos esa especie de “círculo de buenas vibraciones”.
Al contrario, cuando recibimos un comentario negativo, tenemos la tendencia a responder inmediatamente con otro comentario aún más punzante, que desencadena a su vez más hostilidad. De esta forma, la situación se nos escapa rápidamente de las manos y puede terminar en una discusión en toda regla. De hecho, es probable que recuerdes esa última pelea con tu pareja que comenzó por un motivo tonto.
Obviamente, el problema radica en que este mecanismo transcurre de forma automática, no nos damos cuenta de que rompemos el círculo positivo y desencadenamos un bucle de negatividad.
Si no quieres convertirte en una persona tóxica, al lado de la cual nadie quiere estar, es mejor que comiences a ser consciente de ese mecanismo. El simple hecho de no alimentar con comentarios punzantes y críticos ese bucle de negatividad, mejorará enormemente tus relaciones interpersonales y, a la larga, aumentará tu bienestar.
¿Cómo hacerlo?
– Inserta palabras positivas en tu discurso
Un estudio realizado en la Universidad de Texas reclutó a 80 parejas que prácticamente habían comenzado su relación. A lo largo de tres meses, recopilaron los mensajes que estas personas se habían enviado. Los psicólogos pudieron ver que las parejas que escribían en términos más positivos, no solo se mantenían juntas sino que también se sentían satisfechas con la relación.
Sin embargo, quienes utilizaban más palabras negativas, hacían críticas o simplemente se limitaban a referirse a las actividades cotidianas, no solo se sentían más insatisfechos sino que muchos ya habían roto.
Por tanto, el mensaje es claro: es importante que todos los días te esfuerces por incluir palabras comprensivas, de aliento o apoyo en tu discurso.
– Recurre al pensamiento comparativo
Psicólogos de la Universidad de Groningen se preguntaron si el pensamiento comparativo se podía utilizar como una herramienta para mejorar las relaciones interpersonales y evitar las fricciones. Así, reclutaron a parejas que mantenían una relación estable y les pidieron que pensaran en el otro de dos formas diferentes. A un grupo le pidieron que explicara en pocas palabras, por qué su relación de pareja era satisfactoria. Al segundo grupo le pidieron que pensaran en otras relaciones que no fueran tan satisfactorias y que explicaran por qué la suya era mejor.
En práctica, ambas tareas eran idénticas: explicar por qué las relaciones eran satisfactorias. Sin embargo, el camino era diferente. Al final, se apreció que quienes habían hecho la comparación resaltaban más aspectos positivos de su pareja.
Por tanto, la estrategia es sencilla: para mantenerse en una longitud de onda positiva, es útil realizar comparaciones y traer a la mente todas las cosas que podrían ir mal. De esta forma nos daremos cuenta de que nuestra realidad no es tan negativa como la percibimos.