Ocho frases que a nadie le gusta escuchar

El lenguaje oral es una de las principales diferencias entre el comportamiento del ser humano y el del resto de especies

Ocho frases que a nadie le gusta escuchar

Autor: Marta Ubeda

Frases que molestan

El lenguaje oral es una de las principales diferencias entre el comportamiento del ser humano y el del resto de especies. También es uno de los factores clave que han permitido que evolucionemos hasta el ser racional que somos en la actualidad. A la hora de relacionarnos, aunque existan otros condicionantes, el lenguaje oral es probablemente el que más influye para poder entendernos… o desentendernos.

Un correcto dominio de este es básico para ser un buen comunicador. Si el lenguaje falla, da igual el mensaje que se quiera transmitir, no va a poderse entender. Con esto no se hace referencia a que al hablar una persona sea especialmente elocuente y con un nivel discursivo fuera de lo común, sino simplemente saber dominar cada situación y conocer qué debe y qué no debe decirse según el momento en el que se esté. Al fin y al cabo, nunca será lo mismo estar disfrutando de una charla desenfadada con cervezas de por medio, que estar consolando a un amigo tras una ruptura sentimental.

A veces sin mala intención, otras por enfado y otras simplemente por desinterés. La realidad es que en muchas ocasiones con nuestras palabras hacemos más daño de lo que podemos llegar a pensar. Aunque una frase pueda parecer totalmente irrelevante, el mensaje puede generar sentimientos encontrados. Queramos o no, nuestras palabras tienen un gran valor y no siempre las dominamos. La autora neoyorkina Peg Streep recopila en Psychology Today algunas frases que deben tratar de evitarse, si no se quiere cometer algún error del que luego sea fácil desquitarse.

1. “Para una vez que haces algo en tu vida”

Que levante la mano quien no la haya dicho en alguna ocasión. Viene un familiar, un colega, un conocido que ha tenido un día complicado, lo comparte contigo y la única respuesta que encuentras es esa. Quizá cuando uno está cansado, la mejor contestación no sea llamarle flojo.

2. “Ahora estoy ocupado, luego hablamos”

El agobio forma parte de nuestras vidas y en muchas ocasiones volcamos tanto esfuerzo en una tarea que olvidamos cuidar el resto. Es cierto que es muy complicado realizar una acción y a la vez prestar atención a otra persona, pero no pasa nada por dejarla a un lado cinco segundos, escuchar lo que nos quiere decir y responder calmadamente que luego se habla.

3. “Oye, mejor déjame hacerlo a mí solo”

Alguien nos quiere prestar ayuda y le respondemos así. Es cierto que en determinadas ocasiones esa mano amiga no va a servir de mucho, pero una respuesta así puede dañar al otro, hacerle sentir mal y que en la próxima ocasión se piense dos veces si prestar ayuda o no. Cuando se esté obcecado es preferible que alguien eche una mano y si no va a servir de mucho explicar el porqué tranquilamente y asunto arreglado.

4. “Oye, ¿aquel compañero tuyo le han ascendido a jefe del departamento?”

Es como cuando de pequeño se sacaba un notable y acto seguido alguien preguntaba por la nota de aquel compañero que siempre tenía en todo sobresaliente, salvo en educación física. Existen pocas sensaciones peores que la de conseguir un buen resultado tras un esfuerzo y que acto seguido venga alguien para minusvalorarlo.

5. “Te enfadas por todo, era una bobada”

Si una persona se ha enfadado, será por algo. Cada persona es un mundo y tiene una escala de valores, lo que para ti es una bobada y no le prestas ninguna importancia, no tiene por qué ser así para otra persona… Y viceversa. Una respuesta así no hará más que empeorar la situación.

6.  “Estoy cansado de tener siempre esta discusión”

Si una discusión se repite con frecuencia, quizá es que todavía no se ha encontrado una solución. Evitarla nunca será una buena idea y decir abiertamente que no quiere tratarse el tema además genera una sensación de apatía y de falta de interés por encontrar una puesta en común satisfactoria.

7. “Eso me paso a mí cuando…”

Te están contando algo importante, no quieren que les cuentes tu vida, lo que quieren es ser escuchados. Si te están contando un problema, al menos trata de mostrar un mínimo de respeto e interés. Utilizar vivencias propias para ayudar a una persona es una buena idea, hablar permanentemente de uno es una clara señal de egocentrismo que no servirá de nada al otro dialogante.

8. “Tienes razón, pero ya sabes… Siempre podría ser peor”

Frase hecha a más no poder y sin ningún tipo de mensaje ni contenido. La empatía es una de las virtudes más preciadas a la hora de mantener una conversación de confianza. No todo el mundo la tiene, pero tampoco es tan complicado detectar si una persona está triste o preocupada. Cuando esto ocurra, no se necesita ser un genio del diálogo, a lo mejor con escuchar y preguntar es suficiente, sin tratar de mostrar apoyo moral con frases vacías.


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