La primera y única vez que estuve segura de haber tenido un orgasmo fue con alguien mayor que yo; no sé exactamente cuántos años me llevaba, pero sé que tenía los suficientes para saber cómo convencerme de hacer casi cualquier cosa. Planeamos ir al cine o a cenar, pero sin avisarme me recogió en la puerta de mi casa y condujo hasta su departamento. No dijo mucho en el camino, sólo me preguntó si me gustaba la radio que íbamos escuchando y mencionó lo mucho que le gustaba cómo se veía el color de mi piel con esa blusa roja que llevaba puesta. Entramos a su casa y sin preguntarme me cargó como a una princesa con sus dos brazos. Recuerdo estar más asustada que emocionada, pero en un parpadeo –justo antes de que él me colocara como a una muñeca sobre su cama– sus labios ya estaban succionado los míos. Ese beso fue suficiente para que mi pantaleta chorreara y a pesar de que me temblaba absolutamente todo, no podía dejar de sentir cómo la piel de sus palmas ardía sobre cada parte de mi cuerpo que él acariciaba.
No era mi primera vez, pero estaba más nerviosa que nunca; no sé si él se dio cuenta de ello, pues recuerdo que se acercó a mi oído para decirme «Conecta tu mente con todo esto», mientras pasaba su mano por todo mi cuerpo y lamía mis orejas, cuello y pechos. No sé cómo lo hizo, nunca entendí por qué funcionó ni cómo lo logré, pero años después de haber experimentado el orgasmo más largo, profundo e intenso de toda mi vida entendí que –en efecto– conecté los poros de mi piel, la fuerza de mis músculos y el calor de mi sangre con mi cerebro. Así fue como el placer y la excitación se convirtieron en un solo pensamiento dentro de mi mente; así fue como logré tener un orgasto con él.
¿Qué es el orgasto?
Se le llama así al desencadenamiento automático que se produce en la mente para lograr un orgasmo. Es decir, el orgasto es esa reacción previa al placer físico que nos indica, justamente, que estamos por experimentar un orgasmo vaginal, clitoriano o anal.
¿Cómo se relaciona un orgasto con el orgasmo?
Un orgasto fallido o ignorado puede ser el responsable de que nunca lleguemos al orgasmo, aun después de intensas horas de placer. Las distracciones, preocupaciones, dudas y emociones negativas impiden que el orgasto se consiga y se conecte con el resto de nuestro cuerpo.
¿De qué forma se puede tener un orgasto?
Para lograr una conexión entre lo psicológico y fisiológico, es necesario dejar a un lado los pensamientos intrusivos y la ansiedad que éstos nos provocan. El sexólogo Alfonso Antona –director de Instituto Antona y especialista en sexualidad y mindfulness– asegura que las preocupaciones de cualquier índole bloquean de manera inconsciente la respuesta mental que debería ser automática ante el placer.
¿Es posible tener un orgasto al mismo tiempo que tu pareja?
Conseguirlo no es imposible pero sí complicado. En primer lugar, ambos deben comprender que existen dos conceptos importantes en el sexo: excitación y placer. El primero pertenece a la dimensión fisiológica porque forma parte de los reflejos y las sensaciones corporales; mientras que el placer se relaciona exclusivamente con una faceta emocional y/o psicológica. Así que para tener un orgasto junto con tu pareja, y por lo tanto llegar al clímax al mismo tiempo, es necesario estar consciente tanto del placer como de la excitación para conjuntar ambas respuestas en un solo estimulante que conecte cuerpo y mente.
La dilatación del suelo pélvico, la contracción de las paredes vaginales y la secreción de flujo es parte de las respuestas automáticas que nuestro organismo tiene ante la excitación; sin embargo, el orgasmo va más allá de una serie de reacciones. Por ello es tan importante fijar los pensamientos en el placer que el momento nos está provocando, pero sobre todo, aceptar lo que sentimos y permitirnos disfrutarlo para no ignorar ni evitar el orgasto.