Pablo Pineda, el primer titulado universitario con síndrome de Down

El caso de Pablo es un claro ejemplo para que la sociedad empiece a replantearse cuestiones respecto a lo que considera enfermedad o diferencia individual

Pablo Pineda, el primer titulado universitario con síndrome de Down

Autor: B GS

El caso de Pablo es un claro ejemplo para que la sociedad empiece a replantearse cuestiones respecto a lo que considera enfermedad o diferencia individual. No debemos poner límites a las capacidades.

En 1974 venía al mundo Pablo Pineda Ferrer. No iba a ser una persona más, sino que se alzaría como el primer titulado universitario con síndrome Down.

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La visión de Pablo Pineda va en la línea de pensamiento de una de las corrientes psicológicas más humanas que existen. Podemos acercarnos a su experiencia a través de la película Yo, también, en la cual hace una magnífica interpretación de sí mismo.

De todas maneras, podemos comprender aún más sus principios si recordamos la archiconocida película “Una mente maravillosa”. En este largometraje vemos como John Nash, acosado por la esquizofrenia, tiene que aprender a integrar las limitaciones que esta le ocasiona con objeto de que distorsionen su vida lo menos posible.

Para ello, emprende un proceso de aprendizaje aún más fascinante que el que realiza con las matemáticas.

Una adaptación que hacemos todos, aunque solo sea para conseguir que nuestra forma de ser y nuestras inclinaciones encajen con nuestro entorno y lo que esperamos del futuro. ¿O acaso no todos intentamos superar nuestras limitaciones?

La cuestión es que todos hemos escuchado alguna vez el comentario de “¡Qué pena!” o “¡Qué lástima!” en referencia a una persona con síndrome de Down. Sin embargo, nunca he llegado a entender ni nadie me ha conseguido explicar cuál es la lástima.

Hablamos de personas con aspiraciones y deseos, que aciertan y que se equivocan y que buscan el mayor estado de bienestar para las personas que quieren. ¿No es esto lo que hacemos todos?

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A nuestra manera y a nuestra forma pedimos a los demás que respeten el modo que nosotros hemos elegido para intentar ser felices, ya que nos sostiene el convencimiento de que nadie tiene más información y recursos para tomar una decisión que nosotros mismos cuando esta nos afecta.

Las personas que tienen alteraciones cromosómicas también tienen esta capacidad, esta creencia y este derecho.

Pablo Pineda y sus reivindicaciones

Ha sido de esta manera como Pablo Pineda se convirtió en el primer licenciado con síndrome de Down. Una gesta que hace solamente unos años se hubiera tildado de imposible y hoy ya forma parte de la realidad.

Hasta ahora, el dedo acusador que señalaba a las personas con alteraciones cromosómicas utilizaba como principal argumento el hecho de que contaban con una inteligencia inferior, una especie de sub-inteligencia.

Hablaban de una lacra intelectual que hacía imposible que estas personas progresaran en el mundo académico o que pudieran acceder a puestos de responsabilidad.

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Sin embargo, una vez más y pese a las trabas, la realidad se empeña en guardar el orden natural de las cosas que, como hemos visto, no siempre coincide con el que podemos llegar a pensar.

Hoy le debemos a Pablo Pineda que, de la forma más limpia posible, con su propio ejemplo, haya dado un paso de gigante para que la sociedad empiece a cuestionarse ciertos patrones respecto a lo que considera enfermedad, capacidad y diferencias individuales.

Le debemos a su entorno que le haya apoyado y que le haya ayudado a que sus límites estuvieran lo más lejos posible, asumiendo que desconocían donde estaban.

Podemos encontrar en sus propias palabras qué es lo que se encontró cuando entró en el mundo universitario:

Una de las llaves principales para que tengamos un futuro es la Universidad, pero sigue siendo muy reticente a estos temas. Hasta hace 20 años, ningún síndrome de Down había estado en una Universidad. Hasta ese 22 de octubre de 1995 en el que entré yo. Dicen que fue un hito.

Y claro que lo fue, por fin había un síndrome de Down en una institución tan elitista y de potentados. Tenemos que demostrarle a estas instituciones que somos capaces de estudiar una carrera como una persona más“.

En la Universidad se encuentran con costumbres que se adaptan peor a sus capacidades. En sus palabras, “Las clases son muy teóricas, tan pesadas, tan sesudas… Aquí falta práctica”.

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Pues bien, para los que pedían esa demostración, ya la tienen. Pablo no pide que le hagan las cosas más fáciles sino que no haya barreras, que no tengan que superar más obstáculos que los que se encuentra cualquier otra persona cuando acede a la Educación Superior.

Pablo saltó a los medios de comunicación y alcanzó cierta popularidad por sus pasos académicos; sin embargo, en sus charlas, en sus artículos y en sus libros habla de otros campos de la vida igual de esenciales, como puede ser el de tener una pareja o mantener relaciones sexuales.

Sobre estos temas hay un gran desconocimiento; esta es la razón principal por la que nos hemos enfrentado a ellos directamente prohibiendo. Al fin y al cabo, se trata de la posición más cómoda desde nuestro punto de vista, pues minimiza nuestros riesgos, a pesar de que, en este sentido, la verdadera protagonista debe ser la persona a la que pertenecen estos campos.

Pablo también reclama que los procedimientos de inserción que existen se perfeccionen y se apliquen de manera real, de tal forma que proyecten al trabajador como alguien que puede aportar mucho a una empresa y no como simplemente un trabajador que tiene la ventaja de salir más barato.

Se hace necesaria una revolución para fomentar las relaciones laborales, en las cuales se tiene la percepción de que las personas con síndrome de Down no son tratadas por sus compañeros como una más.

La madurez de una sociedad se puede evaluar por la forma en la que trata a cada una de las personas que la componen. En este sentido, la sociedad, más allá de ser un concepto abstracto, somos todos.

Por eso, está en nuestra mano seguir dando pasos adelante para que todas las personas tengan la oportunidad de desarrollar sus capacidades, sin pre-concepciones absurdas, conceptos mal entendidos o barreras sólidas y artificiales.

Entendamos el caso de Pablo como una llamada de atención para que lo extraordinario se convierta dentro de poco en algo cotidiano. Vamos a escuchar y a potenciar a los demás, vamos a establecer normas pensando en las personas a las que les afectan directamente, no en nuestra comodidad, y vamos a hacernos el favor de dejar de frustrar vidas, sueños y carreras sin ningún derecho.

Fuente: MejorconSalud


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