Así mismo, muchos otros afirman que, si bien la naturaleza del demonio es malvada, el hombre puede aprovechar sus poderes e influencia sobre la tierra para ganar, para sí mismo, los beneficios materiales que desee. El riesgo de estas actividades no está claro: normalmente sus detractores afirman que traerán la condena eterna y la pérdida del alma, mientras que sus seguidores afirman que realmente las consecuencias son solo positivas y que no está en el interés de este personaje lastimar a los humanos.
En la alta edad media algunos pensaban que los pactos con espíritus demoníacos funcionaban como una especie de reloj: los hombres realizarían los actos requeridos y obtendrían a cambio un beneficio, sin que nada mediara ni nada se otorgara. Las raíces de este tipo de tratos se parecían más a la brujería tradicional de los pueblos celtas y germánicos que a un verdadero contrato con el Lucifer de la tradición cristiana. Sin embargo, conforme avanzaba el tiempo, cada vez se hacía más fuerte la noción de que realmente estos pactos tenían como preciola vida eterna, prometida por todas las religiones originadas en el medio oriente.
Uno de los primeros casos históricos de un pacto con el diablo es la leyenda de Teophilus, un monje de Cilicia (ubicada en la actual Turquía) que habría realizado un irónico pacto con el diablo para obtener un ascenso eclesiástico. Los detalles del pacto son variables dependiendo de la versión (algunos dicen que lo hizo por celos, otros, que se debió a una traición del obispo, en ocasiones se dice que un judío le ayudó a contactar el diablo), lo cierto es que años después Teophilus, arrepentido de su decisión, oró y ayunó por 70 días, lo que tras una confesión con el obispo le trajo el perdón divino. Esta historia sirvió para que los teólogos medievales establecieran la importancia de la Virgen María en la salvación de un alma condenada.
A partir del medioevo (y sobre todo con la disminución en la tradición de brujería de los bosques medievales) se volvió cada vez más claro para las personas que en la eventualidad de un pacto con el diablo no se estaría ofreciendo la sangre de inocentes u otro tipo de ofrenda más que la propia alma. Esto hizo que realizar estos pactos se volviera cada vez más peligroso y menos interesante para las personas un eventual pacto con el diablo. Aun así, abundan las leyendas sobre personajes históricos, e incluso contemporáneos, que habrían optado por seguir este camino.
Otro famoso pacto con el diablo es el de Robert Johnson, un famoso guitarrista de blues que vivió en Estados Unidos entre 1911 y 1938. Nombrado como el 5 mejor guitarrista de la historia por la revista Rolling Stones, jamás hizo nada para disipar los rumores de su supuesto pacto con esta entidad, antes al contrario, los impulsó con comentarios sobre sus conversaciones con el “príncipe de las tinieblas”. Murió de manera misteriosa en 1938, aparentemente envenenado por un whisky que le habría ofrecido una mujer con quién estaba coqueteando, y se dice que su muerte se debió a sucumbir una vez más ante la tentación ofrecida por Lucifer.
Son muchas las teorías de famosos actuales que le deben todo a un supuesto pacto demoníaco, pero es imposible saber cuánto es verdad y cuánto ficción (creada para ganar audiencia) o sencillamente envidia. Lo cierto es que realizar un pacto con el diablo no es sencillo, y no cualquiera desearía pagar las consecuencias.
De acuerdo con quienes han realizado pactos – o al menos han investigado el asunto – hacer un pacto no implica visiones, apariciones, ni siquiera relámpagos o estallidos. Es el hombre quién decide las condiciones del pacto (que pueden o no incluir la propia alma) y el diablo quién decide si las acepta. A menos que una persona pida específicamente la confirmación del pacto, podría morir sin saber si Lucifer aceptó o no su propuesta, así mismo, es necesario ser extremadamente detallado en las peticiones y no dejar ningún espacio vacío, pues podría ser usado por la otra parte para tomar ventaja y apropiarse de lo prometido sin otorgar lo que se le exigió, al más puro estilo de la película “al diablo con el diablo”.
Todo pacto con el diablo puede cancelarse si así lo deciden la voluntad y el arrepentimiento de quien pactó, pues por más poder que tenga, Lucifer no puede violar la libertad de decisión que Dios otorgó a la humanidad (y que ni siquiera él mismo puede limitar). El truco del demonio sería convencer a quienes realizan estos pactos de que no hay marcha atrás y el contrato firmado no tiene manera de romperse. Así mismo, podría tentarlos para que mantengan su preferencia de los placeres terrenos a la vida eterna.
Y hay quienes afirman que el pacto con el diablo no es más que una trampa, pues Lucifer no puede otorgar nada por sí mismo, más que la tentación, pero la tentación puede resistirse. Es decir que podría fallar en sus objetivos y, aun así, reclamar su parte del pacto.
En todo caso, los pactos con el diablo o pactos fáusticos (en honor a su más reconocido representante) ofrecen grandes glorias a cambio de lo que tiene verdadero valor: el alma o el espíritu de una o más personas. Sus condiciones, aunque impuestas por la persona, normalmente llevarán al que el diablo entregue lo menos que pueda y, a cambio, se apropie de la mayor tajada posible.
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