La mujer extrajo en medio de la misa, un perro de su bolso y pidió bendiciones para él como si se tratase de un niño.
«Señora, muchos niños sufren hambre y usted está con el perrito…», respondió el Pontífice.
El Papa ha reflexionado y ha lamentado así que traer niños al mundo «se percibe como una carga sobre las familias», lo que «desgraciadamente, condiciona la mentalidad de las jóvenes generaciones, que crecen en la incertidumbre, cuando no en la desilusión y el miedo».
Por ello, ha pedido políticas «con visión de futuro» para aumentar la tasa de natalidad en Europa al tiempo que ha denunciado que las mujeres están «aplastadas por la carga de cuidar» y que se les obliga a elegir entre su maternidad y su carrera profesional.
«Son las que más sufren, las mujeres jóvenes, a menudo obligadas a elegir entre la carrera profesional y la maternidad, o aplastadas por la carga de cuidar de sus familias, sobre todo en presencia de ancianos frágiles y personas dependientes», ha afirmado.
Por otro lado, ha dado cuenta de las dificultades a las que se enfrentan los jóvenes para formar una familia, como encontrar «un empleo estable» o que las casas sean «prohibitivamente caras» con «alquileres por las nubes y salarios insuficientes».
«Es necesario abordar el problema juntos, sin vallas ideológicas ni posturas preconcebidas. No podemos aceptar que nuestra sociedad deje de ser generativa y degenere en tristeza. No podemos aceptar pasivamente que tantos jóvenes luchen por realizar su sueño familiar y se vean obligados a bajar el listón del deseo, conformándose con sucedáneos privados y mediocres: ganar dinero, aspirar a una carrera, viajar, guardar celosamente el tiempo libre», ha aseverado.
Finalmente, el Pontífice también ha reclamado que nunca se contrapongan la natalidad y la acogida de migrantes porque «son dos caras de la misma moneda». «Nos revelan cuánta felicidad hay en el mundo», ha concluido.