Las elecciones presidenciales en Chile este 2017 se acercan a pasos agigantados. Esta situación hace que, a raíz de un patrón seguido a nivel mundial, los políticos se preparen como verdaderas celebridades para enfrentar las cámaras por medio de técnicas de belleza o lenguaje no verbal que les permitiría proyectar una «mejor imagen».
Estas prácticas no son nuevas. El 26 de septiembre de 1960, Richard Nixon y John F. Kennedy protagonizaron el primer debate televisivo de la historia.
En la instancia Nixon se rehúso a una preparación previa y rechazó el maquillaje, en cambio Kennedy, quien obtuvo la presidencia, se lució con un tostado de varios días.
Desde ese día hasta ahora, la figura del asesor se convirtió en central. Se incorporaron múltiples armas de comunicación y estrategias para volver una campaña predecible.
Daniela Aruj, asesora de imagen personal, institucional y pública, detalló a Infobae el proceso inicial por el que debe pasar cualquier político en busca de ayuda.
«Lo primero que hacemos es un análisis exhaustivo de quién es ese político, cuál es su trayectoria, si hay una marca creada o aún no tiene un posicionamiento específico en la mente del elector», explicó Aruj.
Tras realizar el procedimiento anterior, Aruj emplea dos herramientas: Por un lado, investigación cuantitativa que contempla un exhaustivo análisis de las encuestas. Por otro, un proceso cualitativo que implica focus group y entrevistas en profundidad donde el equipo asesor obtiene información más rica sobre lo que piensa el público objetivo.
El paso siguiente es construir la marca del candidato que según Daniel Gutiérrez, director de la carrera de Publicidad en la USAL y presidente de la Asociación Argentina de Marketing Político, debe quedar terminada en cuestión de días.
«Requiere de tiempo, de consistencia, claridad y sobre todo de mucha constancia para ser creíble en el electorado (…) La combinación de imagen sólida, comunicación y oratoria efectiva hace de un candidato un político que perdura en el tiempo. La creación de marca nos obliga la diferenciación a tal punto que lo que no se identifica no se elige», dijo Gutiérrez.
Que hablen para bien o para mal
Además el político incorpora técnicas de oratoria, de lenguaje no verbal, lo maquillan, lo visten y lo lanzan a los medios de comunicación ya que sus intervenciones mediáticas son constantes y arriesga farandulizarse.
«Es una circunstancia que remite a la lógica de los medios. Alguien que no ‘agrade’ o ‘divierta’ a un público televisivo promedio, provocará un zapping y no será invitado nuevamente», explicó Gutiérrez.
El asesor dijo que los programas políticos no despiertan el interés de otras épocas y que las estrategas intentan ubicarlos en escenarios heterodoxos, en donde sea posible acercar al dirigente con la audiencia: cantan, bailan, o participan de cuestiones atípicas con el fin de ganar unos segundos de pantalla.
«Es preferible que hablen a que no hablen del político. El espacio en los medios es limitado, y si hablan de uno, para bien o mal, no hay espacio para el oponente», puntualizó.
Técnicas a seguir
Según los expertos, predomina en la actualidad un formato «muy empaquetado» que requiere adaptación a ciertas reglas.
- Confianza en sí mismo: según Aruj, la regla principal es mostrarse seguro, con capacidad de liderazgo pero al mismo tiempo empático. Es fundamental también aprender a escuchar activamente y que se note.
- Sonrisa: la mirada debe transmitir honestidad y transparencia.
- Abrir los brazos: un gesto típico de líderes como Clinton, Obama.
- Faros en la tribuna: en el medio de los discursos, los buenos oradores deben obviar a las personas negativas.
- Ojiva: juntar las manos sin entrelazar los dedos marca integración.
- Batuta: el famoso gesto de OK, con los dedos índice y pulgar formando un círculo, que fue el gesto insignia de Donald Trump durante la campaña.
Técnicas a evitar
- Expresiones prohibidas: «para ser sincero» o «pero», «Es muy linda, pero…», «Voy a tratar» le quitan ejecutividad al líder, además de muletillas como «Esteee».
- Mano en hacha: como en posición de karate. Tiene reminiscencias dictatoriales.
- Atravesar las manos: El gesto es indicativo de defensa, de auto-protección.
- Cruzar los brazos: indica hermetismo, poca integración hacia el auditorio
- Doblar la boca: es una muestra de soberbia y altanería.
- Tocarse la nariz: se corresponde con una mentira o desagrado.
- Dedo índice: nunca debe señalar, ya que se percibe como un garrotazo o gesto autoritario.
Vestimenta
Aruj resaltó que, además de trabajar en la oratoria, la postura, la gestualidad, se presta atención a la apariencia física. Desde la ropa que mejor le queda y los colores que mejor comunican el mensaje, hasta cortes de pelo sugeridos, entre otros.
En tanto Alejandro Sangenis, consultor en comunicación y programación neurolingüística y comunicación no verbal, quien a lo largo de su carrera tuvo encuentros con líderes de la talla de Bill Clinton, advirtió que hoy los protocolos están muy fijados.
Por eso, cuando se encuentran presidentes es muy infrecuente no verlos de traje y corbata. «Sin embargo, algunos líderes buscan acercarse al pueblo que gobiernan también en sus vestimentas Por caso, Fidel Castro en su atuendo militar o Evo Morales con su connotación aborigen», detalló el especialista.
En los colores de las corbatas hay también un mensaje. «En general, quien utiliza la corbata roja es el que marca la acción, el que quiere tomar el poder. Mientras que el que opta por una azul ya lo detenta y lo quiere conservar. Está asociado con la monarquía», describió.
FUENTE: INFOBAE.