Posó con un desconocido para una foto. Cuando se va, descubre que dejó algo en su cuello…

Marissa es maquilladora profesional, y camarera de un restaurante en sus tiempos libres

Posó con un desconocido para una foto. Cuando se va, descubre que dejó algo en su cuello…

Autor: Vale Rudolphy

Marissa es maquilladora profesional, y camarera de un restaurante en sus tiempos libres. Ella tenía un día como cualquier otro en el que iba camino a su segundo trabajo, en Phoenix, sin saber que sería un día con una sorpresa bastante especial.

Cuando se bajó de su auto, encontró a un hombre de aspecto descuidado sentado en la vereda. Marissa fue hacia él para ver si estaba bien, pues el hombre parecía herido. Ahí fue cuando el desconocido estalló en llanto.

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Marissa escribió en su Facebook un mensaje que compartió:

«Le ayudé a levantarse y se agarró a mi brazo. Me presenté a Rick y le expliqué que trabajaba en el restaurante que estaba justo aquí al lado, y que estaría encantada de darle de comer. Lo senté y le dije que podía pedir lo que quisiera a mi cuenta».

Fue ahí que conversaron un momento. Rick, el vagabundo, le contó a la chica que lo había atropellado un auto, pero al no tener seguro ni nada, no podía ir al hospital. Comió y agradeció mucho a Marissa por el simple, pero poderoso gesto de generosidad de ella. Y para finalizar, se tomaron una foto.

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Cuando ya se iba, el hombre dejó algo inesperado en el cuello de la chica. Se trataba de un pequeño recuerdo a modo de agradecimiento.

«Hoy, cuando me dirigía al trabajo, miré por el retrovisor y vi a este hombre sentado en el bordillo de la acera en medio de la calle. Su nombre es Rick. Me dirigí hacia él y le pregunté si se encontraba bien… apenas murmuró un bajito “no”, bajó la mirada y comenzó a sollozar. Le pregunté si tenía hambre… dijo “mucha…”

Le ayudé a levantarse y agarró su brazo al mío para ayudarse a caminar mientras cojeaba.

Me presenté a Rick y le dije que trabajaba aquí al lado como camarera en un restaurante y que me gustaría que fuese conmigo. Le senté y le dije que podía pedirse lo que quisiera a mi cuenta. Otra mesa le compró un postre. Estaba muy agradecido…

Me empezó a decir que era de Ohio y que le había atropellado un coche, pero que no podía ir al hospital porque ni siquiera tenía carnet de identidad. Me enseñó su colgante. Tenía grabado “Filipenses 4:13” en él. Me estaba diciendo que era la única cosa que tenía.

Y empecé a llorar junto a él«.

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«Terminó su comida y me dijo que jamás olvidaría mi nombre, mi cara y cómo le había vuelto a dar esperanzas. Le pregunté si podía sacarme una fotografía con él. Y él se mostró encantado de hacerlo. Incluso se sacó un pequeño peine y se peinó la barba para ponerse guapo para la foto.

Cuando ya se iba a ir, se quitó el collar y me lo tendió en la mano, y me dijo que quería que yo lo tuviese. Me dejó sin palabras. Y todavía lo sigo estando (…)».

Rick decidió darle a Marissa su única posesión «de valor» para pagarle su cariño y preocupación. La chica compartió la conmovedora noticia en Facebook, diciendo que había sido realmente inolvidable. Y terminó con un importante mensaje:

«Por favor, recuerden ser amables con los demás. Recuerden ayudar a quien puedan y hacerlo de forma desinteresada.

Si puedes, comparte esto como un recordatorio, de manera que más personas puedan mandar pensamientos positivos hacia Rick y las demás personas sin hogar que realmente necesitan ayuda. Ten un precioso día».

¡Realmente inspirador!


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