En este momento seguro ya leiste en varios sitios que las personas inteligentes tienden a dormirse más tarde que los demás. Seguro viste a más de uno pavonearse hasta el cansancio porque le encanta irse a dormir en la madrugada todos los días y por ende debe tener un mayor coeficiente intelectual que quienes se van a dormir antes de medianoche.
El origen de todo esto tiene lugar en una hipótesis formulada por el psicólogo evolucionista Satoshi Kanazawa llamada el «Principio de Savanna». Este dice que el comportamiento humano ancestral que heredamos de los primeros humanos inteligentes puede generar problemas en un ambiente moderno post-industrial.
Kanazawa utilizó el «Principio de Savanna» para explicar diferentes tipos de correlaciones entre la salud y el coeficiente intelectual. El trabajo de Kanazawa es sumamente controversial y le ha ganado muchos detractores en el campo de la psicología evolucionista. Muchos consideran sus hipótesis incorrectas, viciadas y, en general, mala ciencia. Hasta se le prohibió publicar en algunas revistas científicas.
Sin embargo Kanazawa cree que la mayoría del desprecio de muchos de sus colegas se debe a que sus publicaciones son políticamente incorrectas.
En un estudio, Kanazawa, determinó que los individuos más inteligentes tienen mayor tendencia a ser liberales, ateos y a valorar más la exclusividad de una pareja sexual, que sus pares con menor coeficiente intelectual.
Casi todas las especies en la naturaleza, desde organismos unicelulares hasta los mamíferos, estamos regidos biológicamente por un ciclo de actividad llamado «ritmo circadiano». Este reloj biológico interno que todos tenemos, no solo regula funciones autónomas de nuestro organismo, sino que determina patrones de sueño y de alimentación. Es lo que nos dice que tenemos que dormir de noche y estar despiertos de día.
Los humanos, al contrario de otras especies, tenemos la habilidad de sobrescribir nuestro reloj biológico interno de forma consciente. A pesar de nuestra genética y de heredar el mismo ritmo circadiano de nuestros ancestros, las personas podemos elegir a que hora levantarnos y a que hora dormirnos. Los humanos somos básicamente una especie diurna.
En el pasado dependíamos enormemente de la visión para navegar, pues no podemos ver en la noche como otras especies, no teníamos luz artificial y antes de dominar el fuego eramos presa fácil de depredadores nocturnos. La gente se despertaba lo más temprano posible para aprovechar la mayor cantidad de luz natural al trabajar y se iba a descansar cuando estaba muy oscuro.
A la gente inteligente se le hace más fácil probar cosas nuevas
La hipótesis del principio de Savanna establece que los individuos menos inteligentes tendrán mayor dificultad para comprender y lidiar con situaciones nuevas que no existían en los ambientes ancestrales.
Es decir, a un individuo con mayor coeficiente intelectual se le haría más fácil cambiar sus hábitos de sueño en el mundo moderno yendo en contra de las conductas y ritmos circadianos que heredamos de nuestros ancestros.
Es decir, que mientras más inteligente es una personas, según Satoshi, más fácil le será comprender y adoptar nuevas ideas y estilos de vida, ya que sería bastante difícil para un individuo preferir o valorar algo que no puede comprender. A mi, esa parte me suena inmensamente aceptable.
Aquellos que desafían la tendencia y tienen valores novedosos suelen ser quienes inventan nuevas cosas y exploran el mundo con diferentes ojos. Se trata de personas más aptas para hacer nuevos descubrimientos y desafiar la autoridad.
Son personas que se mantienen despiertas cuando el resto del mundo les dice que es hora de dormir, y tienden a tener más ideas, pues la noche es un momento de calma y no se tiene que lidiar con el resto de la sociedad interrumpiendo tus pensamientos y evitándote soñar despierto.
Así pues, quedarse despierto después de la media noche por simple preferencia o placer, probablemente te hace una persona de mente más abierta y facilita que tengas más ideas nuevas.