Para muchos las cicatrices son marcas imborrables de momentos pasados asociados al peligro, al crimen o algo vergonzoso que debe ser oculto. Por ello no cabe duda sobre la inseguridad que pueden provocar en quienes las llevan, tapándolas o tratando de camuflarlas.
Fue por esta razón que Sophie Mayenne, de Londres, decidió cambiar la percepción que se tiene de las cicatrices a través de su proyecto de fotografía «Detrás de las cicatrices», una serie de instantáneas con personas con sus cuerpos marcados y las historias que hay tras ellas.
Los participantes, son personas a menudo muy inseguros y vulnerables luego de largos años intentando esconder sus cicatrices, los que incluso han llegado a desarrollar traumas psicológicos. Es por ello que Mayenne ha buscado reivindicar el significado de estas marcas y enorgullecer a quienes las portan.
Revisa algunas de las fotografías del proyecto a continuación.
#1 Maya
«Desde los 18 meses de edad, cuando fui diagnosticada con epidermolisis bullosa, hasta principios de este año, pude vivir una vida casi normal a pesar de mi piel, era fácil de esconder y de tratar. Pero a principios de este año empecé a empeorar rápidamente y ahora puedo hacer menos cosas que antes. Mi seguridad en mi misma y mi autoestima son casi inexistentes al mayor parte del tiempo. Una gran parte de mis días la paso tratando mi piel o sufriendo por ella. Pero ahora, más que nunca, necesito recordarme que sigo siendo la antigua yo. Sigo siendo preciosa y esta enfermedad con la que tendré que lidiar durante el resto de mi vida no me define como persona. Siempre será una gran parte de mi vida pero nunca dejaré que la domine.»
#2 Mercy
«Mis cicatrices son de un incendio relacionado con la violencia doméstica. Me quemé a los 29 años y el proceso de asimilarlo ha sido complicado. El consuelo que recibo de mis cicatrices es que me han hecho quien soy ahora. Las llamo la joya más preciosa y cara que poseo. He sobrevivido y si que me hagan una foto y exponer mis cicatrices puede ayudar a alguien más, ¡eso me vale!»
#3 Agnes
«En 1997, a los 7 años, sobreviví a una explosión de gas. He recibido 27 cirugías reconstructivas. Siempre me he sentido cómoda con mis cicatrices, para mi son preciosas y te cuentan historias diferentes. Son especiales.»
#4 Tracey
#5 Megan
«Cuando tenía 14 años rescaté a un caballo llamado Fly e inmediatamente me enamoré de él. Una mañana me encontraba alimentando a los caballos en el campo. Fly intentó golpear a otro caballo que tenía detrás, pero falló y me golpeó a mi en la cara, justo debajo de mi sien izquierda. Al principio quedé en shock, era joven y estaba sola en un campo cubierta de sangre. No obstante, después de algunos viajes al hospital la cicatriz ya es parte de mi cara. Ya han pasado 4 años desde el golpe, la cicatriz se ha adherido al hueso del pómulo y por eso se nota tanto. Aunque se me presentase la oportunidad de quitar la cicatriz, nunca lo haría. ¡No creo que la belleza tenga que ser simétrica!»
#6 Isabella
«Hoy estoy un poco enfadada con el mundo. Me enfada que hayan pasado 2 años y 2 días y todavía no me sienta completa. Me han abierto y me han cosido y puesto grapas, pero hoy no me siento entera. Me enfada que mis recuerdos y sueños de lo que pasó se mezclen con el presente. Han pasado 2 años y 2 días y hoy no me siento bien. Pero lo haré.»
#7 Bintu
«Cuando era joven, tiré una taza de té hirviendo de la encimera. Como resultado, me quemé el hombro izquierdo hasta el pecho izquierdo y el estómago. Mi cicatriz lleva conmigo desde que tenía 11 meses de edad -es todo lo que conozco, ni siquiera recuerdo mi cuerpo sin cicatriz. Tengo días más seguros en los que digo «No es más que una cicatriz». Estoy segura de que todo el mundo tiene una cicatriz. Sin duda he tenido mis días malos, pero cuando conozco a alguien nuevo y se me quedan mirando con disgusto. Me hace pensar, Dios mío, ¿tengo algo en el cuerpo? Y después recuerdo «la quemadura». Llevo esta cicatriz porque forma parte de mi. No es más que una cicatriz.»
#8 Chloe
#9 Zuzzana
#10 Sam
«A los 14 años jugué con un arma y eso me llevó a toda una vida en silla de ruedas. Pero, a pesar de lo que puedas pensar, nunca he encontrado una razón para ser victimizada por mi condición. Mis cicatrices espirituales y físicas me han hecho más fuerte, empoderada. Quería ser jugadora de tenis, así que me convertí en jugadora de tenis. Quería ser modelo y adivina… soy modelo. Como modelo de diversidad, trabajo en la industria de la moda representando a personas que tienen limitaciones pero que no están limitadas. Aman, luchan, ganan, pierden. Son reales y mi historia las ayuda a ver lo preciosas y significativas que son. Incluidas todas las cicatrices.»
Con información de Bored Panda.