La peor manera de terminar una relación

“En algunos instantes creí tocar el alma del amante y alcancé a soñar con la posibilidad de una relación más profunda, pero al día siguiente tomaba otro avión y la exaltación se diluía en las nubes”.
-Isabel Allende

Le escribió mil veces pero él nunca respondió. Su relación parecía estar viento en popa, por fin ella volvía a sentirse enamorada, feliz, nerviosa por cada llamada con cada suspiro que él daba cerca de ella. Los momentos en los que hacían el amor parecían convertirse en uno sólo y cada llamada telefónica, hacía temblar su corazón. Planearon muchas cosas a pesar de tener tan poco tiempo de conocerse. Iban a hacer un viaje en Argentina pero la fecha aclamada nunca llegó. Él no llegó al aeropuerto, así que sin más, ella subió al avión y olvidó por un instante lo que había ocurrido, porque pensaba, seguramente él no estaba listo para volver a la tierra que le provocó tantas tristezas. Le escribió cartas y correos electrónicos pero no respondía. Cuando regresó, no pudo dejar de pensar en él y decidió ir a su casa. Tocó su puerta, tocó hasta que los nudillos dolieron y pensó que tal vez, ahora él estaba de viaje. Esperó un día entero afuera de su hogar pero nunca lo vio entrar o salir. Un sentimiento de angustia recorrió su cuerpo, la nostalgia la absorbió y sin parar, comenzó a llorar.

En ocasiones, comenzamos una relación que nos parece ideal, como si nadie estuviera hecho tan a la medida para nosotros como esa persona, pero a veces, esa persona no piensa lo mismo y sin previo aviso decide dejar de hablarnos. No contesta llamadas ni mensajes, no sabemos qué ha pasado con ella. Sus amigos preguntan qué es lo que ha pasado o por qué dejamos de vernos si ellos aún continúan viéndose semana tras semana. Las pocas explicaciones de lo que ha ocurrido nos destrozan el corazón.


Si alguna vez te ha ocurrido o sabes de alguien a quien se lo hayan hecho, esta nueva y cruel manera de terminar una relación se conoce como ghosting, que su traducción sería algo así como hacerse el fantasma. Esta nueva palabra fue elegida como uno de los mejores vocablos de 2015. Según los expertos, las nuevas tecnologías han hecho que esta forma de terminar una relación se convierta en una práctica mucho más popular.

Esta manera de acabar con una relación resulta dolorosa. Los que lo han experimentado se encuentran con su autoestima hecho trizas y deben atravesar el periodo de duelo sin una explicación real y certera de lo que le dio fin a su relación. Aquel que lo hizo tendrá que enfrentar remordimiento y culpa por no cerrar un ciclo que dañó a la otra persona. Según la BBC, aquellos que terminan una relación de este modo lo hacen por miedo al conflicto y evitan enfrentamientos.

Según una encuesta realizada por el Huffington Post, el 11% de los participantes habían hecho ghosting y el 13% aseguró haber sido víctima de esta práctica. Los adolescentes crecen con la idea de que es normal no recibir una respuesta a un mensaje, tal como cuando mandamos el currículum a una empresa por correo electrónico y nunca recibimos una respuesta, haciéndonos pensar que simplemente no nos quisieron.

Según Turkle, “tratamos a los demás como personas que no tienen sentimientos en este contexto, por lo que empieza a desaparecer la empatía”. Nos sentimos incómodos con el contacto interpersonal, por lo que se vuelve difícil terminar una relación. Muchos no imaginan el daño que hacen cuando ignoran al otro, haciendo que el proceso de duelo se alargue. Las personas pasan por un proceso de negación en el que buscan una excusa para explicar por qué hemos sido ignorados, probablemente, pensamos, perdió el teléfono o simplemente ha tenido una emergencia. Sin embargo, cuando se enfrenta a la realidad, el dolor es más intenso porque, considera, la otra persona ni siquiera pensaba que la relación fuera tan importante como para decir adiós. Esta etapa de crecimiento emocional se destruye.

Si es que esa persona sólo decide ignorarnos pero no eliminarnos de sus redes, podemos ser testigo de su nueva vida, ya sin nosotros, con su vida con normalidad, como si no pasara nada y nos volvemos más inseguros, con lo que nos encontramos ante un abismo lleno de miedo, en el que “descubrimos” que no queremos volver a pasar por lo mismo y nos cerramos ante la posibilidad de tener otras relaciones. Pero lo único que puede hacer esa persona es admitir que, ya no importa, porque tal vez nunca tendrá el cierre que le hizo falta a esa relación.

Muchas personas lo hacen, pero deberían considerar si esa es la mejor manera de terminar una relación, puesto que, en cualquier momento, todos podemos ser víctimas de que para el otro sólo seamos ignorados y, evidentemente, no nos gustaría. Vivamos con el mantra de no hacer lo que no queremos que nos hagan.

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