Nadie sabe exactamente qué es el alma. Es una palabra sin definición concreta. Es uno de los tantos misterios que circulan en esta vida. Pero todos sabemos que existe y que no hay un solo ser humano que no goce (o padezca) de ella.
Saber acerca de nuestra alma, saber qué tipo de alma tenemos, puede ser la punta de lanza para una búsqueda espiritual más profunda.
Aquí, algunas características con las cuales puedes sentirte identificado y empezar a explorar aquello que se nos ha vedado a lo tangible.
Nómadas: como la palabra lo indica, son almas que no echan raíces; no solo a nivel territorial sino que también les cuesta asumirse como parte de un determinado núcleo familiar.
No se sienten a gusto en casi ningún ambiente durante mucho tiempo, y es por esto que a veces son marginados por la sociedad. Suelen ser niños inadaptados, especialmente en su entorno escolar. Les cuesta hacerse de amigos, e incluso, durante su infancia, pueden ser diagnosticados de distintas enfermedades psiquiátricas. Esto asume un riesgo para la persona de alma nómada ya que la medicina moderna suele inclinar la balanza de sus tratamientos a la medicación del paciente.
Padecen ansiedad o algún otro trastorno ligado a la angustia, que sólo irá menguando una vez que sepan aunque sea un poco acerca de su misión en este mundo, lo cual sucede a medida que se van acercando a la adultez.
Son proclives a interesarse por el arte y la ciencia.
Vieja: poseen la tranquilidad de quienes conocen el terreno por el que transitan. Incluso saben perfectamente el tipo de sociedad a la que pertenecen, cuáles son sus reglas de juego y sus características, y tratan de vivir allí sin llamar la atención ni deslomarse trabajando. Simplemente quieren algo que les permita sobrevivir mientras se dedican a su búsqueda espiritual.
Les gusta el arte y todo lo que esté relacionado con la creatividad. Suelen ser muy sociables y no tener demasiados conflictos para establecer conversaciones, pero sus vínculos afectivos son, a su vez, limitados.
Son muy independientes y espirituales. Es por esto que no suelen encasillarse en ningún dogmatismo. No cejan en su sed de conocimiento.
Joven: su paso por este mundo es como una montaña rusa montada alrededor de un volcán propenso a hacer erupción: están plagados de experiencias extremas.
A diferencia de las almas viejas, suelen ser muy dogmáticos y religiosos, pero para nada espirituales. Creen que esta será su última vida y entonces la llevan delante de tal manera.
Son muy superficiales, es común que juzguen a las personas que los rodean a partir de su poder adquisitivo o de los objetos que poseen.
Tienen poca sensibilidad y son tan seguros de sí mismos que ni siquiera se hacen preguntas con respecto a quiénes son o para qué están, con lo cual, es muy probable que no inicien búsquedas introspectivas en esta vida.
(Este artículo recoge información del sitio www.lacosechadealmas.blogspot.com)