En la mayoría de los países asiáticos aprovechan y utilizan todo lo que se mueva, bien sea para alimentarse o curarse de alguna dolencia. En China, por ejemplo, la variedad gastronómica es tan amplia como su medicina tradicional. Pero hay límites y excepciones, como la ingesta de algunos quilópodos, entre ellos, el ciempiés.
Secos, triturados o en polvo, según alertan científicos, el Angiostrongylus cantonensis, conocido como el “gusano de los pulmones de la rata”, puede contener un parásito que infecta el cerebro y resultan letales para el organismo humano.
«No debemos comer ciempiés crudos ni ningún animal crudo. Debemos darnos cuenta de que la técnica de cocción adecuada es importante para protegernos de las enfermedades transmitidas por los alimentos», indicó el neurólogo del hospital de Zhujiang, Lingli Lu.
El galeno hace referencia al caso de una mujer de 78 años que fue ingresada en el hospital de Zhujiang, en la ciudad de Guangzhou, quejándose de somnolencia y deterioro cognitivo durante semanas.
Luego de estudios y análisis médicos, los síntomas de la anciana sugerían meningitis a causa de un fluido cerebroespinal que mostró rastros de anticuerpos contra la lombriz pulmonar de la rata.
Semanas más tarde en el mismo hospital ingresó también su hijo, de 46 años.
Según la mujer, habían pasado semanas comiendo ciempiés crudos con la creencia que el animal los «mantendría sanos».
¿Cómo ocurrió?
El ciempiés se transmite a través de los alimentos de los caracoles y otros moluscos. Comienza su ciclo de vida en una rata, a la que le provoca una infección en los pulmones, la sangre y el cerebro. Los roedores defecan larvas del gusano, que caracoles, gambas o ranas se comen. Una vez en el organismo humano, el parásito puede pasar al cerebro y, en el peor de los casos, un daño permanente en el sistema nervioso central y hasta causar la muerte, explica el estudio reseñado en el portal RT.
Pese a saber que los asiáticos consumieron estos quilópodos como un “medicamento tradicional”, ambos pacientes fueron finalmente tratados con éxito con medicamentos antiparasitarios que les liberaron de la infección de Angiostrongylus cantonensis.