Tus amigos
Borracho: las personas a las que más quieres en el mundo y con las que mantienes conversaciones (sin sentido alguno) en la que os creéis que vas a cambiar el mundo.
Sobrio: insoportables. En ese momento es cuando ves con perspectiva lo pesados que podéis llegar a ser y el ridículo que hacéis. Además, te toca ser el responsable del grupo.
Tu sociabilidad
Borracho: te haces con todo el mundo y podrías pasarte horas hablando con la primera persona que pasa por delante.
Sobrio: ODIAS A TODO EL MUNDO, en esperial al los pesados que no paran de insistirte para que bebas.
Tus habilidades como bailarín
Borracho: no tienen límites. En ese momento te sientes la mismísima BEYONCÉ.
Sobrio: te planteas muchas cosas y te juras que cuando salgas y vayas borracho nunca harás algo similar a lo que están haciendo tus amigos.
Ligar
Borracho: finges que no has bebido para intentar parecer interesante y decir cosas con sentido. Eso sí, sin ninguna vergüenza.
Sobrio: lo ves todo mucha más claridad así que eres más «selecto» a la hora de fijarte en alguien. Eso sí, lo de dar el primer paso es más difícil que con alguna copa de por medio.
Las colas y las aglomeraciones
Borracho: el lugar perfecto para hacer nuevos amigos y/o enemigos. En general no se te hace tan larga la espera.
Sobrio: el que te tira la copa por encima, el que te pisa, el que se cuela… LO PERCIBES TODO.
Hora de irse a casa
Borracho: cuando encienden las luces de la discoteca no puedes creerlo. «Bueno, ya que nos han echado vamos a desayunar, ¿no?»
Sobrio: ni desayunos ni historias. Lo único que quieres es COGER TU CAMA Y DORMIR.
La caña
Borracho: NO PUEDES CON TU VIDA.
Sobrio: quien ríe el último ríe mejor. Todos tus amigos hechos polvo y tú, como nuevo.