Samantha es una muñeca con inteligencia artificial que cuesta algo más de 4.000 euros (aproximadamente 4.664 dólares) y puede ser comprada para un disfrute sexual robótico más «real», ya que su piel es sensible al contacto y, además, hay que conquistarla.
El dispositivo sexual, que está disponible en el mercado, es un diseño de Sergi Santos, su creador y experto en nanotecnología. Cuenta con grandes pechos, cintura diminuta, largo cabello castaño y ojos verdes, aprecia que le toquen los brazos, las caderas, el pecho y la cara.
La particularidad de Samantha, según informa el portal especializado Geek, es que no es fácil de convencer: ya que requiere de una cita con comida y vino antes de llevar a cabo el acto sexual.
Tendrá sus propias medidas de seguridad
La muñeca ha dado un paso más allá y el nuevo prototipo mejorado de Samantha se apagará en el caso de que su poseedor no dé muestra de respeto e incluso cariño, como caricias o palabras bonitas susurradas en su oído tecnológico. Esta nueva función viene a dar respuesta a una situación desagradable para su creador, cuando Samantha fue mostrada en una feria de electrónica y acabó con dos dedos rotos.
Por esta razón, Santos, enamorado de su creación, ha introducido unos cambios en el algoritmo que rige la mente cibernética de Samantha, para que no permita este tipo de comportamientos, tal y como informa The Guardian, dotando de una «moral» a este prototipo, que fue muy bien acogido durante la pasada celebración del encuentro el Life Science Center, en Reino Unido.
Samantha interactúa con su usuario
La piel de esta muñeca inteligente tiene una tecnología que “siente” el contacto, incorpora un microprocesador que puede interactuar con el usuario. Si detecta una actitud violenta, se apaga y se queda inmóvil. Además, incluirá tres modos distintos de interacción: el familiar, el romántico y el sexual, que le permitirán llegar al «orgasmo tecnológico», según como sea estimulada.