Tres cadáveres anegados en aguas residuales se encontraron en el sarcófago negro desenterrado el 19 de julio en Alejandría. La operación estuvo a cargo de un equipo del Ministerio de Antigüedades de Egipto.
El sepulcro que data de hace 2.000 años, es de granito negro, de 1,85 metros de alto, 2,65 de largo y 1,65 de ancho, el hallazgo suscitó todo tipo de especulaciones en las redes sociales y entre los aficionados a la egiptología; ante el revuelo se vieron envueltas posibles maldiciones si se violentaba el ataúd, además se creía que en su interior se podría encontrar el cuerpo de algún guerrero del antiguo Egipto.
El misterio fue mayor cuando anunciaron que el féretro no había sido abierto desde el momento en el que se selló.
Hace 2.000 años Egipto pasó a estar bajo el dominio del Imperio Romano, ante el planteamiento de que la tumba podía pertenecer a un gran personaje de la historia, creó ansiedad en la población, sin embargo, como resultado de abrir el sarcófago negro, arrojó que no pertenecía ni Alejandro Magno, ni a ningún individuo importante, tampoco un faraón del tardío Egipto recluido bajo alguna extraña maldición.
Según los investigadores los cuerpos pertenecen probablemente, a tres soldados varones y adultos. Las aguas residuales que cubrían los cuerpos se habrían filtrado por una fisura en uno de los costados del granito.
El secretario general del Consejo Supremo de Antigüedades, Mustafa Waziri, destacó «no han encontrado rastro de máscaras de oro ni de plata, ni figuras ni amuletos propios de una familia real del Antiguo Egipto».
Uno de los cráneos presenta una herida de flecha. Los dos restantes están en perfecto estado y serán analizados en el Museo Nacional de Alejandría para determinar cuándo fueron enterrados y las causas de sus muertes.
El sarcófago se trasladará a un museo militar al norte del país. El hallazgo lo anunció el propio Ministerio de Antigüedades de Egipto en su cuenta de Facebook.