Solemos hablar de madurez como una consecuencia del paso de los años, sin resaltar que lo importante resulta de lo aprendido durante cada experiencia, existiendo personas que ante el mismo transcurrir de años e inclusive con experiencias similares, tienen maneras muy diferentes de ver y afrontar cada tránsito de vida. Mientras mejor se aprovechen y se entiendan los pasos recorridos, mayor será la madurez emocional.
“Envejecer es inevitable, madurar es opcional.” ― Anónimo
Acá presentaremos 8 características presentes en términos generales en aquellas personas que llamamos maduras emocionalmente:
- Son personas que saben cerrar ciclos: Las personas maduras emocionalmente suelen ser capaces de cerrar ciclos en sus vidas, tomando de cada experiencia la enseñanza correspondiente, sin aferrarse, a situaciones que carecen de sentido, ni anclando sus pensamientos a vivencias pasadas.
- Saben perdonar: No sienten la necesidad de cargar sobre sus hombros nada que lo vincule a un pasado que generó dolor. Saben que no pueden cambiar el pasado, saben que muchas veces la otra persona puede que ni siquiera merezca su perdón, pero especialmente saben que las únicas personas afectadas al llenarse de ira, de rencor, de resentimiento son ellos mismos.
- Toman decisiones apartando sus miedos: No se trata de que no sientan miedo, se trata de que actúan a pesar de él. De esta manera no permiten que sus miedos tengan papeles protagónicos en sus vidas, tomando el timón, sino que lo sientan como pasajero y lo invitan a disfrutar de la travesía, aunque la mayoría de las veces al poco tiempo de partir, ven a sus miedos lanzándose al agua antes de llegar al destino.
- No juzgan a los demás: Son personas empáticas, capaces de entender que hay muchas maneras de vivir, de hacer las cosas, de sentir y de actuar, y bajo esta premisa, ven y en muchos casos aprenden de quienes no hacen las cosas como ellas lo harían. Tratan de ser lo más comprensivos posibles y de esta manera aportar siempre en positivo.
- Son coherentes en cuanto a lo que piensan y hacen: Existe congruencia entre lo que dicta su consciencia y lo que hacen, lo cual no quiere decir que no puedan cambiar de opinión, sino que no son inconsistentes en sus acciones tomando como punto de partida sus creencias y pensamientos.
- Son capaces de exteriorizar lo que piensan: Sin rayar en la imprudencia, las personas maduras emocionalmente suelen decir lo que piensan y sienten, sin miedo al qué dirán, sin miedo a decir algo fuera de lugar o equivocado, pero totalmente responsables de sus palabras y de sus consecuencias.
- Alejan las culpas de sus vidas: Así como saben perdonar a los demás, lo hacen con ellas mismas, entienden que los errores son para aprender, no para encadenarnos a la culpa y en base a ello son compasivos con su propio proceso de crecimiento, con la paciencia y el entendimiento que ello requiere.
- Tienen mayor capacidad de resolución de conflictos: Suelen ser personas que ven las cosas en dimensiones cercanas a la realidad, luego sin aspaviento, ni menosprecio, son capaces de encontrar salidas oportunas a las diversas situaciones que se les puedan presentar. Mantienen la calma y llevan muy presente el entendimiento de que nada es permanente, así que son pacientes ante lo que no les agrada y valoran lo que nutre sus vidas.
Así son las personas que alcanzan la madurez emocional y a su vez estas características se encuentran muy ligadas a la felicidad, así que aprovechemos nuestras experiencias para crecer y para aprovechar mejor el tránsito de esta maravilla llamada vida.
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