Sienna Dufield, una pequeña niña de solo dos años, celebró su cumpleaños en torno a todos sus familiares. Pero a los pocos días, horribles llagas comenzaron a aparecer en el rostro de la niña.
Su madre desesperada, probó todo tipo de tratamientos, pero sus heridas solo empeoraban, sus ropas estaban cubiertas de sangre y sufría grandes dolores al intentar comer.
“Se veía como si le hubieran tirado ácidos en el rostro, se extendía desde su boca hasta las mejillas y por encima de los ojos ” declaraba su madre.
Pasaron los meses y Sienna no mejoraba, finalmente, tuvo que ser hospitalizada, ya que las heridas no le permitían alimentarse por si misma.
Sin encontrar una salida, su madre comenzó a repasar, uno a uno, todos los hechos de los días previos al comienzo de las erupciones de la niña, hasta que un impactante detalle vino a su mente.
Desesperada, la madre corrió al hospital, a informarle a los médicos que había recordado, que en el día de su cumpleaños, un familiar en particular había besado en su rostro a Sienna.
Todo parecía normal, hasta que se reveló que este familiar tenía herpes y se lo había contagiado a la pequeña Sienna. Gracias a este descubrimiento, se le pudo aplicar el tratamiento adecuado y la niña mejoró rápidamente.
La historia de Sienna destaca la importancia de no dejar que cualquier persona bese a los niños pequeños, ya que algo tan simple como un herpes labial, puede ser fatal en un menor.