Le pusieron nombre para honrar a una cadena de tiendas: Tiffany. Muy lógico en unos padres obsesionados con la fama, el dinero, y la ostentación. Pero ella ha eludido el destino familiar. O, al menos, lo ha ejercido de una manera relativamente discreta. Para ser alguien que se apellida Trump, Tiffany (22) es una relativa desconocida ante la opinión pública estadounidense. No suele salir junto a su padre en los mítines y, cuando sí lo hace, aparece siempre lejos de él, en una esquina, muy lejos de su medio hermana, Ivanka (34). Al contrario que ella, Tiffany no parece tener ni voz ni voto en la campaña presidencial de Donald. Es ‘la otra’ hija del candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos.
Todo eso va a cambiar el miércoles. Ese día, ‘la otra hija’ de Donald Trump va a ser presentada ante el electorado estadounidense. Será en el Polideportivo del Quicken Loans, en la ciudad de Cleveland, ante unas 20.000 personas, y con todas las cadenas de televisión de Estados Unidos y del mundo enfocándola. En ese momento, Tiffany saldrá de la oscuridad y entrará en el universo de cromado brillante de Donald Trump con un discurso en el que pedirá el voto por su padre.
La aparición estelar de Tiffany será un momento típico de esta Convención. Porque en el Quicken Loans apenas va a haber pesos pesados políticos, ni representantes de grandes empresas o de grupos de presión, que huyen de Trump como de la peste bubónica, hasta el punto de que ayer el Partido Republicano, el del dinero y la gente pudiente, todavía tenía que encontrar a algún donante que le diera 6 millones de dólares (5,4 millones de euros) para pagar la ceremonia y había mandado una carta suplicante a Sheldon Adelson -el de Eurovegas- rogándole que rascara en su fortuna de 22.000 millones de euros y les enviara un cheque por valor de esa minucia.
No va a haber ex presidentes, ni ex candidatos presidenciales. Pero sí ‘celebrities’ de segunda división, como el modelo de ropa interior Antonio Sabáto, la golfista y modelo de bañadores Natalie Gulbis, y el presidente de la organización de lucha libre Ultimate Fight Championship Dana White, un ateo militante que, cuando habla, tiende a intercalar un taco entre cada dos palabras.
Y ahí llegará Tiffany. A darse a conocer. En realidad, es relativamente conocida, pero no para los estándares de los Trump. Más bien habría que decir que en viral, que es una nueva categoría del famoseo en EEUU. Tiffany tiene 156.000 seguidores en su cuenta de Instagram -propiedad de Facebook- donde cuelga fotos de cómo se vive cuando se es rico, joven, y famoso.
Tiffany Trump ha sido clasificada por el serio y trascendental New York Times dentro de una nueva ganadería de celebrities de Estados Unidos: los snap pack. O sea, la banda de la foto, que se dedica a documentar sus fiestas, viajes, cenas y lo que haga falta en Instagram. Es un nombre prestado de los rat pack (la banda de las ratas) de los 50 y 60. Los rat pack de Las Vegas, fundada por Humphrey Bogart y con Frank Sinatra, Dean Martin y Sammy Davis. Pero los snap pack se diferencian en que no son estrellas. De hecho, sólo son una cosa: hijos de.
Hay muchos jóvenes dentro de ese grupo: Kyra Kennedy es la hija del activista pro derechos humanos Robert Kennedy, a su vez hijo del fiscal general Robert Kennedy y sobrino del presidente John F. Kennedy. Gaia Matisse es la tataranieta del pintor Henri Matisse. Reya Benitez es la hija del productor musical Jellybean Benitez, que ha colaborado con Madonna, Michael Jackson, o Whitney Houston. Barron Hilton es el hermano pequeño de Paris Hilton, que, no olvidemos, inició su poco exitosa carrera como modelo firmando por la agencia del padre de Tiffany, Donald, a finales de los noventa. Y así sucesivamente, hasta llegar a Tiffany.
Pero, al margen de dejar plasmada su vida de niña rica para la posteridad en Instagram -y, en menor medida, en Snapchat-, Tiffany ha llevado una existencia tranquila. Su madre, Marla Maples, era una ex reina de la belleza del estado de Georgia cuando conoció a Donald Trump, entonces casado con la también modelo Ivana Zelnícková (conocida para el mundo como Ivana Trump). Trump empezó de inmediato una relación con Maples, que culminó en su divorcio de Ivana y en su matrimonio con la nueva modelo de su vida. Dos meses antes de la boda, nació Tiffany.
Maples y Trump sólo convivieron durante tres años y medio, aunque el divorcio no se formalizó hasta 1999. Desde entonces, la ex modelo no parece haber tenido relación con su ex marido. Ha vivido en Los Ángeles, justo en la otra punta de Estados Unidos, a unas cinco horas y media en avión de la Nueva York y del Miami en los que Trump parece disfrutar más. «Crié a mi hija como una madre soltera«, ha declarado Maples, que no ha vuelto a casarse, en referencia a Tiffany. También la crió relativamente alejada de los objetivos de los paparazzis.
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Así que la relación entre Tiffany y Donald no ha sido tan estrecha como la que el candidato ha tenido con Ivanka. Pero eso no parece indicar que haya habido una ruptura. Más bien, solo distancia. A pesar de su carácter exuberante, y de su concepción digamos flexible de la fidelidad a sus esposas, Trump parece ser un buen padre. Uno de los primeros recuerdos de la vida de Tiffany es escaparse con su padre a comprar chocolate a la calle mientras su madre, en la Torre Trump, se dedicaba a hacer (o a pedir al servicio que hiciera) dulces bajos en azúcar.
Tiffany acaba de graduarse en la ultraexclusiva Universidad de Pennsylvania, a la que también fue su padre y su medio hermana, y fue madrina de la boda de Ivanka con el empresario Jared Kushner. Ivanka fue también quien le consiguió un puesto de becaria en la revista Vogue, en la que Tiffany no recibió, aparentemente, trato de favor, como muestra el hecho de que su horario laboral empezaba a las 5 y media de la mañana. Tiffany también ha hecho algunos trabajos como modelo pero, según la prensa estadounidense, no tiene ni el cuerpo ni la cara de Ivanka.
Todos esos logros, sin embargo, palidecen frente a los de Ivanka, claro está. Para la inmensa mayoría de los ciudadanos de EEUU, Donald Trump sólo tiene una hija. El miércoles, Tiffany deberá dejar claro que ella también existe. No será una tarea fácil, porque Ivanka y sus tres hermanos varones –Donald Jr. (38), Eric (32) y Barron (10)- también van a participar en la Convención. Más que un acto político, aquello va a ser una reunión familiar. Y el objetivo de Tiffany es no ser relegada al pariente que vive lejos y cuya relación con los demás nadie sabe muy bien cuál es.
Vía: www.elmundo.es