Un día de aquel año de 1999 un hombre tailandés salió de su casa, en un pueblo de Sangkha (Surin, Tailandia), en busca de mejorar sus calidad de vida hacia la ciudad de Bangkok.
Acompañado de un vecino, que después lo abandonó en la ciudad, el tailandés de unos 31 años, buscó trabajo y la manera de sobrevivir sin saber leer ni escribir.
Logró encontrar trabajos en el área de la construcción, pero en 2015 su situación empeoró y no halló otra opción que aceptar la oferta de un amigo, supuesto pescador en la ciudad de Phuket: su nuevo jefe le retuvo los documentos y, en lugar de dedicarse a la pesca, fue obligado a elaborar narcóticos.
Entrevistado por los medios locales junto a su familia.
Le relató a los medios locales que fue golpeado y maltratado regularmente, lo que dejó traumatismos en sus extremidades y cicatrices en su rostro. Después terminó preso en Malasia, donde finalmente miembros de la organización (Paveena) contra la trata de personas lo encontraron y lo devolvieron a su casa.
En vista de que no supieron más de su paradero su propia familia organizó un funeral simbólico en el 2016 para «dejarlo ir en paz».
Pero para sorpresa de todos, el pasado 6 de septiembre el hombre que tenía 19 años desaparecido llegó a su hogar maternal.
«No volví a casa porque no sé leer. Tengo que admitir que realmente extrañé mi hogar y a mi madre», afirmó Somying.
Su madre rompió en llanto al volver a verlo. «estoy muy feliz de tenerlo en casa y saber que vive», dijo la doña de 72 años.
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