Un niño de ocho años y su primo de once se ponen delante del ordenador de casa. Abren el navegador de Internet y, en el buscador, escriben “putas de ocho años”. Los resultados de una búsqueda de vídeos con esas palabras sólo ofrecen contenidos para adultos. Esto pasaba no hace mucho en la casa de unos amigos de Erika Lust y Pablo Dobner, la pareja que está detrás de la productora de cine erótico Erika Lust Films.
“Por lo visto, en el colegio, alguien había dicho algo sobre putas, el niño de ocho años no sabía lo que era y, según explicó después, buscó eso para ver lo que eran las putas, pero de su edad”, dice Lust a EL ESPAÑOL. Ella y Dobner se dedican al porno desde hace más de una década. También son padres de dos niñas, una de nueve años y otra de seis.
Desde que estrenaron la paternidad tuvieron, como una mosca detrás de la oreja, una pregunta recurrente: “¿Cómo le vas a contar a tus hijas que te dedicas al porno?”. “Cuando eran bebés no me planteaba la cuestión, pero tenía claro que se lo iba a contar”, cuenta Lust, nacida en Estocolmo hace 40 años. En realidad, según dice Dobner a EL ESPAÑOL, “no porque trabajemos en la pornografía tenemos que explicar más, todo el mundo tiene que explicarle a sus hijos qué es la pornografía”.
Por eso han elaborado una guía para padres destinada a ayudar en lo que Lust y Dobner llaman The Porn Conversation – “la charla sobre el porno”. Concretamente, el proyecto consiste en tres guías. Su contenido varía en función de si los menores tienen entre 9 y 11 años, entre 11 y 15 o si son mayores de 15.
LOS PADRES SON EL OBJETIVO
El público al que van dirigidas estas guías son los padres de cualquier sociedad tecnológicamente avanzada. Porque ordenadores, tablets, teléfonos inteligentes o consolas de videojuegos permiten a través de Internet tener un acceso sin límites a la información y al entretenimiento. Sin embargo, resulta obvio que una parte importante de Internet no está hecha para los más pequeños de los hogares.
No hay unanimidad a la hora de valorar la cantidad de pornografía hay en Internet. Según las estimaciones de Ogi Ogas, un doctor en neurociencias y escritor de éxito en Estados Unidos sobre temas de sexualidad, las páginas web de contenido pornográfico no son más del 5% entre el millón más visitadas de la red. Otras estimaciones, sin embargo, sitúan ese porcentaje en el 12%. Las más conservadoras lo ponen en el 37%. Según ha explicado Ogas a la revista estadounidense Forbes, esos altos porcentajes no se ajustan a la realidad. A su entender, Internet es tan extenso que “resulta imposible decir, teniendo en cuenta todas las páginas web, qué porcentaje de sitios son pornografía”.
De lo que no hay dudas es que páginas de alojamiento de videos pornográficos como Pornhub – líder en su sector – cuentan con miles de millones de visitas diarias. Según hacía público la semana pasada esta empresa canadiense con sede en Montreal, Pornhub registró 23.000 millones de visitas en 2016 para reproducir un total de 91.980 millones de vídeos. Si hubiera que repartir esos visionados entre todos los habitantes de la tierra, a cada terrícola le corresponderían 12,5 vídeos pornográficos.
VER PORNO POR PRIMERA VEZ CON 10 AÑOS
Con estos datos en mente, no sorprende que, por ejemplo, 8 de cada 10 jóvenes en el Reino Unido piensen que resulta “demasiado fácil acabar viendo accidentalmente pornografía online”, de acuerdo con datos de un sondeo elaborado en 2014 por el Instituto para la Investigación de Políticas Públicas, un think tank con sede en Londres. El 70% de los encuestados indicaba que el acceso a la pornografía era típico en la escuela. Además, había consenso para indicar que las edades en las que esto ocurría eran entre los 13 y 15 años.
Por otra parte, según investigaciones realizadas en el último lustro por el canadiense Simon-Louis Lajeunesse, profesor de la Universidad de Montreal y miembro del Grupo de Investigación sobre Masculinidad y Sociedad, la media de edad de los niños que se exponen por primera vez a contenidos pornográficos está en los 10 años.
No obstante, habrá a quien le cause más alarma saber que, según una encuesta elaborada hace dos años por la Unión Nacional de Estudiantes del Reino Unido (NUS), el 60% de los estudiantes ven pornografía para saber más sobre sexo. Por eso Dobner y Lust consideran que “el sexo ha caído en malas manos”. “El 99,9% de la pornografía que se van a encontrar los menores en Internet es horrible. No es una visión muy bonita del sexo”, asegura Dobner, nacido en Buenos Aires hace 57 años. “Van a encontrar lo que es la sexualidad según Nacho Vidal o Rocco Siffredi”, agrega, aludiendo, respectivamente, a las estrellas española e italiana del porno mainstream tradicional.
“El porno tradicional es muy agresivo, en seguida es sexo muy fuerte, no hay ninguna explicación sobre los personajes, sus emociones, el contexto en el que se encuentran esas personas que tienen sexo o por qué esas personas se desean”, expone Lust. Su cine, y el que promueve su productora, también está únicamente destinado a un público adulto, pero tiene la etiqueta de ético o feminista. En él se trata de abordar el sexo desde una perspectiva más íntima.
LA CONVERSACIÓN SOBRE EL PORNO
“No queremos que nuestros hijos aprendan que el sexo es un hombre que es una máquina de penetrar como una taladradora o que el sexo es una mujer que hace como que le encanta que eyaculen diez hombres en su cara”, resume Dobner. Para evitar eso, las guías de The Porn Conversation plantean cómo los padres pueden dialogar con sus hijos y aportarles herramientas de pensamiento crítico que serán útiles cuando los menores se enfrenten a la pornografía. “El porno está ahí, hay que explicarlo”, sostiene Lust, defendiendo la utilidad de esos documentos.
En ellos se reconoce que, tanto para padres como hijos, la pornografía es un tema difícil de abordar. En la guía destinada a los padres de niños de entre 9 y 11 años hay un par de páginas dedicadas a cómo proteger los dispositivos electrónicos de contenidos no aptos para menores de edad. Ésto, que podría retrasar algún tiempo la charla sobre el porno, se logra a través de la configuración de controles parentales en sistemas operativos, de filtros en los navegadores o con aplicaciones para tablets o teléfonos inteligentes.
Aun y así, en vista de lo fácil que parece la exposición a contenido pornográfico a través de Internet, la conversación sobre el porno resulta prácticamente inevitable. “El porno lo encuentras a poco que busques en Internet, el Señor Google te puede enviar directamente al porno incluso con una búsqueda inocente”, dice Lust. “No será así si uno tiene los dispositivos del hogar controlados, pero cuando tus hijos vayan a casa de un amigo, no es seguro que los padres de ese amigo tengan los bloqueos parentales”, matiza Dobner.
EXPLICANDO EL PORNO A TUS HIJOS
Según las guías elaboradas por Lust y Dobner, conviene evitar el sentar seriamente a los hijos para hablar sobre porno, porque el objetivo no es que “piensen que están metidos en un problema”, según se lee en la guía. Ésta plantea llegar a la conversación de un modo más casual. Así Lust y Dobner ofrecen este inicio de conversación: “hey, antes de que digas nada, esto me da mucha vergüenza comentarlo, pero quiero hablar contigo sobre el porno. No te voy a decir que no lo veas, pero sólo quiero decirte que mucho de lo que estás viendo en Internet es realmente violento e irrealista…”.
Una vez introducida la conversación, las guías de The Porn Conversation, Dobner y Lust ofrecen una docena de ideas que abordar. Figuran, desde que “el porno no es sexo”, hasta que “las mujeres y los hombres tienen pelo”, siendo “el vello púbico es totalmente normal”, pasando por “nadie debe esperar de él o ella tener actos sexuales a cambio de nada” hasta “el sexo no tiene que ser necesariamente con alguien que amas, sino con alguien en quien confías y tratas con respeto”. También incluyen un comentario frente al ciberacoso. “Si alguien toma fotos o vídeos de ti, la persona que lo hace no es la única que lo verá, es más, pueden que se conviertan en algo viral, al menos en tu círculo de amigos”, se lee en las guías.
Del mismo modo, se anima a los padres a que inviten a sus hijos a ser críticos con la pornografía que ven, si la ven. Para ello sirven frases como “si te sientes mal viendo algo, eso probablemente signifique que no lo estás disfrutando, es normal que no quieras verlo”. En última instancia esos documentos dan cuenta de la necesidad de mantener los canales de comunicación siembre abiertos con los menores sobre este tema y otros temas. De ahí que planteen frases de diálogo tipo: “siempre puedes hablarme de lo que sea, aunque dé vergüenza lo entenderé”.
SENTIDO COMÚN, PSICÓLOGOS Y SEXÓLOGOS
Lust y Dobner reconocen estar lanzando con The Porn Conversation su “primera iniciativa como activistas” y padres preocupados. Lo han hecho a base de “sentido común y tras años de discusiones con otros padres” además de “contactos con psicólogos y sexólogos”. Para mayor información, en las guías también hay una decena de referencias a artículos que abordan la cuestión de la pornografía y su impacto en la sociedad, especialmente cuando son menores quienes están expuesta a ella. Desde el momento de su lanzamiento a finales del año pasado, las guías sólo han estado disponibles en inglés y alemán, pero desde finales de esta semana lo están también en español e italiano. La web donde se encuentran las guías tiene previsto ir creciendo en recursos.
Para el sexólogo, sociólogo y experto en adolescentes alemán Kurt Starke, las guías de The Porn Conversation presentan “frases muy correctas e importantes”. Él pone de relieve en declaraciones a EL ESPAÑOL que “los padres necesitan saber mucho sobre sexualidad para comprender el proceso de crecimiento de sus hijos”. A su entender, uno de los principales problemas a la hora de hablar de sexo con los hijos es el propio “desconocimiento de los padres y la vergüenza que estos puedan experimentar”, según Starke. Por otra parte, no hay que perder de vista hay que “que la experiencia sexual siempre es una cuestión individual”, agrega.
Conscientes de que la iniciativa aún se puede mejorar, Lust y Dobner dotarán próximamente a la página de Internet de The Porn Conversation de una relación de sexólogos para que los interesados puedan organizar con estos “embajadores del proyecto” charlas en colegios o asociaciones de padres. Entre tanto, Lust y Dobner todavía no han tenido la conversación sobre el porno con su hija mayor. “Cuando cumpla diez años nos tocará”, concluye él.