Quien dijo que $50 en la bolsa no son suficientes para emprender un viaje, estaba mintiendo. Eso o es una adulto aburrido y abatido por los años. Seguramente ya tiene una gran barriga y huele a cebo, porque cualquier ser sensato con un poco de ánimo, fuerza y juventud, sabe que no se necesita dinero para una aventura; quizá sólo unas cuantas monedas para el transporte, pero una vez que se está en el destino todo fluye gracias a los intensos deseos de vivir. No hay pretexto para no moverse con los vientos hasta donde sea necesario y así conocer y dominar el mundo.
De eso se trata ser joven, de tentar la realidad y las reglas que la gente mayor impuso. Si tan sólo ellos pudieran recordar de qué color se ve la vida en esta etapa. Aceptar que las fuerzas son inagotables, que todo es sencillo y que no hay muro que nos detenga. Ellos lo sabían, pero el horrible paso de los años los transformó en entes sin vida que deambulan por el mundo tratando de hacer insípidas las cosas que los rodean.
Un día un pensador dijo: “Quienes creen que el dinero lo hace todo, terminan haciendo todo por dinero”. Con esa frase se describe a aquellos seres extraños que terminan matando su espíritu con el fin de tener unos cuantos centavos más en las manos. Al final de la vida, lo importante no es cuánto dinero se acumuló, sino cuánto se viajó. Con los siguientes puntos se demuestra que es mejor ser joven a tener los bolsillos llenos.
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Es obligado conocer más personas
Con unos cuantos centavos en la bolsa se podrían sobrevivir tan sólo un par de días en un lugar alejado de casa. Así que la capacidad de convivencia y persuasión se ponen a prueba para conocer a otras personas y lograr que te ayuden un poco durante la travesía. Así tal vez se puede conseguir un lugar donde dormir durante unos días y un poco de comida o dinero extra. No es que seamos unos aprovechados, pero sabemos que todos han viajado alguna vez con recursos limitados, así que hoy por ti, mañana por mí.
Lo importante es conocer nuevos lugares, no importa dónde se tenga que dormir. Los hostales, un sillón viejo de un amigo o la estación de autobuses son igual de confortantes que un hotel de cinco estrellas. Además, la vida comienza cuando se oculta el sol. Viajar es vivir las 24 horas de día. Por la mañana se tiene que vagar por la ciudad, museos, parques, galerías; mientras que por la noche la vida comienza en las calles, los bares y cualquier otro lugar que tenga en su fachada luces de neón. Si recorremos tantos kilómetros, no vamos a desperdiciar el dinero y el tiempo en un lujosa cama.
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El alcohol barato no te mata, sólo te emborracha
La juventud se caracteriza por ser indestructible, esto incluye una inmunidad al alcohol. México se caracteriza por las bebidas fuertes, entonces cuando viajamos a esos lugares donde se originaron las bebidas más tradicionales, pero también las más agresivas, tener un reconocimiento de sus sabores no causará daño a nuestro organismo. Nadie dijo que no nos embriagaremos y es mejor hacerlo con las bebidas de nuestras tierras a hacerlo con algún alcohol importado.
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Te importa la experiencia y no la comodidad
México, y toda Latinoamérica tienen lugares hermosos que están en medio de la naturaleza. Cuando se tiene dinero, por lo general se visitan lugares muy sofisticados y turísticos, ahí donde todo es comercial e igual. Cuando el presupuesto es limitado, nuestra mentalidad es distinta y los destinos que elegimos son aquellos que están en medio de un bosque, la selva o las montañas. Aunque la comodidad es poca en esos lugares, la experiencia supera cien veces a aquellos otros puntos turísticos a donde todos van. Despertar en una playa virgen de Oaxaca o en la cima del Machu Picchu.
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El dinero te separa de la realidad
El dinero es sinónimo de poder y la historia nos demostró que es el peor veneno para el espíritu humano. ¿Para qué tener todo el dinero del mundo y hacer un viaje artificial donde las comodidades no te dejan conocer el verdadero espíritu de la tierra y otras culturas? Aunque se viaje al lugar más antiguo y milenario del mundo como Roma o Grecia, cuando se tiene dinero la persona se separa de la realidad con una burbuja absurda de delicadezas. Lo más importante es ensuciarse del lodo con el que se formó una civilización. Si no, cuál es el chiste de viajar tanto para pasar todo el día en un hotel idéntico al que tenemos en la ciudad.
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Aprendes a viajar ligero
Cuando no hay dinero, no hay oportunidad de comprar recuerdos o alguna otra cosa que ocupe espacio en el equipaje, porque incluso todo lo que se lleva es una mochila. Cuando se viaja ligero uno aprende a deslindarse de objetos materiales, no sólo durante el viaje, sino durante toda la vida. Llegamos desnudos y así será hasta el final. Para qué vestirnos de algo efímero o comodidades, esas cosas vienen y se van. Viajar durante la juventud es sentirse más vivo y liviano.
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Puedes salir de fiesta y despertarte temprano para seguir viajando
Los bares no son los únicos lugares donde se puede beber alcohol. Donde quiera que nos encontremos debemos recordar que todas las noches hay una fiesta, sólo hay que saber buscarla. Uno de los principales objetivos de viajar es conocer, tanto lugares como personas. No está de más llegar y hacer amistades con otros seres como nosotros. Así, nos extenderán la invitación a internarnos a alguna fiesta para disfrutar de las bebidas sin necesidad de gastar mucho dinero y podremos guardar lo poco que tenemos para seguir nuestro camino aventurero.
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Aprendes a no necesitar cosas materiales
Ésta quizá es a lección más importante. En un mundo donde todo consiste en comprar objetos, se perdió el sentido de disfrutar aquello que es inmaterial y más placentero. Cuando se viaja con poco dinero se entiende que la vida puede ser diferente a como todos la piensan. No es necesario tener una cartera llena de billetes para sonreír, porque la felicidad no se esconde en los objetos, sino en la noche, el día, las calles, la compañía, el ocaso y las estrellas. Estas cosas no se pueden negociar, son libres para todos aquellos que quieran tomarlas.
Fuente: Culturacolectiva