Botellas del mejor Champagne francés, mesas llenas de canapés y sándwiches de pepino, globos, pancartas y música. Stephen Hawking, el famoso físico teórico de la Universidad de Cambridge, tenía todo listo para dar la fiesta del siglo. “Estuve esperando un buen rato, pero no vino nadie”, explicó un par de años después.
No se sorprendió demasiado, sobre todo porque sólo envió las invitaciones cuando la fiesta ya había terminado. Y no por despiste: la fiesta de Hawking era la primera gran celebración dedicada específicamente a los viajeros en el tiempo.
La fiesta vacía
En 1992, Hawking ya había propuesto que los viajes en el tiempo eran imposibles. Así que aquella fiesta vespertina en los pantanos del río Cam era mitad experimento para demostrar que los cronoviajeros no existían, mitad «troleo» a todos aquellos teóricos que pensaban que este tipo de viajes sí que podrían existir.
En realidad, fue una gracieta que se inserta en la polémica histórica de los viajes temporales. Por lo que sabemos, todos los viajeros del tiempo podían estar en el pub de en frente riéndose del pobre Hawking y de sus viejas ideas anti-viajeras. No es probable, ahí estoy de acuerdo con Hawking; pero, a día de hoy, no podemos descartar esa hipótesis de trabajo.
Todo (no) está en internet
Supongo que, por eso, el del físico inglés no ha sido el único intento de buscar viajeros en el tiempo. Unos años más tarde, en 2014, un equipo de físicos del Instituto Tecnológico de Michigan utilizó internet y las redes sociales para buscar pistas sobre posibles viajes.
No se trataba de buscar gente que se definiera como ‘viajeros en el tiempo’, sino buscar el rastro de la clarividencia. Es decir, señales de personas que sabían cosas antes de que ocurrieran. La idea era buscar mensajes inequívocos, sobre cosas no conocidas previamente y lo suficientemente significativas como para que quedaran registradas en los libros de historia del futuro.
Escogieron dos hechos que cumplían esas tres características: el cometa ISON y el nombre que Jorge Bergoglio elegiría durante su papado, Francisco. La búsqueda, no hace falta que lo diga, fue infructuosa. Sólo en el caso del papa Francisco encontraron una referencia previa a la elección del nombre, pero tras analizarla descubrieron que era un texto meramente especulativo.
Entonces, ¿se puede o no se puede viajar en el tiempo?
La respuesta corta es que no lo sabemos. La respuesta larga es que, aunque parece algo banal, los debates sobre la posibilidad de los viajes en el tiempo siguen siendo aún hoy un tema muy polémico. Y lo siguen siendo por una cuestión muy sencilla: no hay nada en nuestras teorías científicas sobre el universo que prohíba per se este tipo de viajes. De ahí que sea un campo apasionante lleno teorías, objeciones y contra-objeciones.
Algún día tendremos que volver sobre el tema y hablar de las polémicas actuales en los viajes temporales. Pero hoy, como es domingo, sólo quería recordaros que, si algún día pasáis por Cambridge el 28 de junio de 2009, hay una fiesta a la que estáis invitados. Brindad por nosotros.