«Quedé con una sensación de insatisfacción, por el maltrato, porque es un tema humano, entonces la única forma es hacerlo público para que por lo menos quede una constancia y esto no se lo vuelvan a hacer a una persona. O por lo menos, lo piensen». Esa es la razón por la que Ana Marlén Guerra Encina, trabajadora durante 18 años en el área de Relaciones Públicas de la Corporación Municipal (Cormupa) de Punta Arenas, decidió este sábado dar a conocer el drama laboral al que se ha visto sometida en los últimos seis meses.
En conversación con el diario La Prensa Austral, Guerra relató que el 9 de octubre de 2018, «mientras gozaba de una licencia médica continuada, con tratamiento kinesiológico por una hernia cervical (núcleo pulposo C5-C6 y C6-C7) y, en lista de espera para intervención quirúrgica en el Hospital Clínico de Magallanes, fui notificada de despido, por parte de mi empleador, bajo la causal denominada ‘Necesidades de la empresa, establecimiento o servicio’”.
De acuerdo a lo que señala, dicho argumento le fue entregado por parte del secretario general de la Cormupa, Segundo Alvarez, quien a través de un oficio le indicaba que la decisión se había tomado «por una racionalización de recursos económicos y la difícil situación financiera por la que atravesaba la institución, motivo por el cual se dispuso eliminar el cargo de relacionador público», como consigna el medio magallánico.
La trabajadora asegura que en ese momento una amiga llevó su licencia a la Corporación Municipal, pero que «no se la recibieron». «Le dijeron que tenían orden de no recibirla y que iban a notificar de despido», detalló.
Luego de llevar su caso ante la Inspección del Trabajo, el 29 de enero pasado Ana Marlén presentó una demanda en el Juzgado de Letras del Trabajo Punta Arenas por nulidad del despido, tutela laboral, despido injustificado y cobro de prestaciones. El 13 de marzo se llevó a cabo la audiencia preparatoria de juicio, en la que se llegó a un acuerdo entre las partes, debiendo la Cormupa de Punta Arenas comprometerse a pagar la suma única y total de $11.000.000 en siete cuotas.
«En mi tiempo que estuve trabajando con mi jefatura, no tuve un problema, al contrario, mi jefe incluso me repetía que quería trabajar en equipo, en otra oportunidad me dijo ‘cada día me estás interpretando más en los discursos que haces’, y después pasa esto, entonces es una decepción súper grande en términos humanos, profesionales. Ojalá que nadie más viva esto, porque es muy ingrato», reflexiona la relacionadora pública en la nota en La Prensa Austral, con el objetivo de relevar que -más allá del acuerdo económico logrado- el tema pasa por la falta de un trato digno hacia sus casi 20 años como trabajadora.
«Quitarme el trabajo cuando estaba con licencia médica fue de una maldad que no tiene nombre. Obra de personas que no han sabido respetar mi trayectoria y el compromiso con mi labor, del cual hay numerosas pruebas y testigos. Este es un problema que va más allá de pagos indemnizatorios, ya que al despedirme anularon las proyecciones de futuro que tenía, ocasionándome un nuevo problema, que me debilitó física y psicológicamente, más en la prolongada experiencia de dolor que he padecido», apunta Ana Marlén Guerra.