A partir del 1 de marzo de 2020 los habitantes de Luxemburgo, uno de los países más pequeños de Europa, los pasajeros no tendrán que pagar nada por el uso de los trenes, tranvías ni autobuses que atraviesan su territorio situado entre Alemania, Francia y Bélgica.
Las autoridades de esa nación pondrán en marcha, a partir del año entrante, una medida de transporte público gratuito que beneficiará a los 602.000 residentes del Gran Ducado y a los 175.000 trabajadores transfronterizos, así como a alrededor de los 1,2 millones de turistas anuales.
«Es principalmente una medida social», afirmó el ministro de Movilidad y Obras públicas, François Bausch. «El objetivo es detener la creciente brecha entre ricos y pobres. Para las personas con bajos salarios, los gastos de transporte son importantes. Por lo tanto, es más fácil que sea gratis para todos», reseñó la BBC News.
Luxemburgo tiene el salario promedio anual más alto de todos los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que reúne a los más industrializados del mundo.
Pese a ello, la pobreza está aumentando: el 10% más pobre vive con un promedio de US$ 1.144 por mes, según la oficina de estadísticas de Luxemburgo. El 13% de los trabajadores y casi el 10% de los jubilados están en riesgo de pobreza.
«El transporte gratuito es una idea increíble», dijo M’Barek Rabii. Divorciado y con un hijo de 12 años, gana el salario mínimo legal: US$ 2.000. Tras pagar impuestos, M’Barek gasta alrededor de US$ 1.016 en alquiler y US$56 en transporte público cada mes.
«Junto con el aumento del salario mínimo, (la gratuidad del transporte) ayudará a las personas con bajos ingresos como yo a llegar a fin de mes», opinó. Sin embargo, considera que es necesario persuadir a los conductores de automóviles para que viajen en trenes, dado que muchos consideran que el sistema de transporte público es poco conveniente.
A pesar de ser uno de los países más pequeños de Europa, Luxemburgo es también el territorio que registra el mayor número de vehículos privados por habitante y por trabajadores transfronterizos no residentes en la Unión Europea.
Las estadísticas revelan que más del 60% de los pasajeros usan sus automóviles para ir a trabajar, mientras que solo el 19% usa el transporte público. Esto ha hecho que la capital de esa pequeña nación esté tan congestionada que se pueden perder horas en el tráfico.
El gobierno planea invertir US$ 2.485 millones en infraestructura de transporte para 2023. Su nueva estrategia de movilidad, Modu 2.0, contempla una red pública que transportará a un 20% más de personas para 2025 y reducirá la congestión en hora pico.
La propuesta suena cara. Sin embargo, el transporte público ya está fuertemente subsidiado en Luxemburgo y muchas personas ya viajan gratis: menores de 20 años, estudiantes menores de 30 años y personas con un ingreso mínimo.
Los US$ 46 millones anuales que se recaudan por las tarifas de los pasajes cubren menos del 10% de los costos operativos de la red, que ascienden a US$ 554 millones.
Sobre la medida también se escuchan voces críticas como la del economista Michel-Edouard Ruben, que cree que «el transporte gratuito es una idea falsa y de moda». En su opinión, sería mejor gastar el dinero en subsidios de renta o vivienda social.
Los sindicatos del transporte nacional se oponen al plan. «Hacer que el transporte sea gratuito podría llevar a un aumento en el vandalismo», dijo Mylène Bianchy, presidenta del sindicato ferroviario Syprolux. «La gente lo apreciaría menos».
Los gremios también temen que el proyecto provoque recortes de personal, pero las autoridades aseguran que nadie será despedido y que los trabajadores serán reubicados en otros puestos.
Luxemburgo no es la primera nación en intentar este tipo de acción: la capital de Estonia, Tallin, inauguró el transporte público gratuito en enero de 2013 para combatir la congestión y ayudar a las personas de bajos ingresos. La ciudad francesa de Dunkerque también introdujo autobuses gratuitos en septiembre de 2018 para sus 200.000 residentes.
Un mes después, el alcalde de Dunkerque, Patrice Vergriete, dijo que el número de pasajeros había aumentado en un 50% y en algunas rutas y hasta un 85% en otras, y que la gente parecía apreciar el servicio de autobuses más que cuando lo pagaban. En Tallin, el número de pasajeros aumentó un 3% en el centro de la ciudad y más del 10% en un distrito de alto desempleo.
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