Análisis de las amenazas de guerra de Israel contra Hezbolá

Las tensiones en la frontera meridional libanesa han alcanzado su punto álgido con Israel intensificando sus amenazas de guerra total contra Hezbolá.

Análisis de las amenazas de guerra de Israel contra Hezbolá

Autor: Abraham Aguilar

Hezbolá ha estado acumulando poder militar y político en esta última década para disuadir a Israel de atacar el Líbano. Pero las recientes escaladas amenazan con iniciar una guerra que nadie desea porque Estados Unidos no obliga a Israel a detener el genocidio en Gaza.

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La frontera sur del Líbano ha llegado a su punto álgido de tensión desde el 7 de octubre. Tanto Hezbolá como Israel han intensificado las amenazas de guerra total y ahora parece que existe la posibilidad de que se haga realidad.

El jueves 20 de junio, la CNN citó a funcionarios estadounidenses no identificados que afirmaban que Israel había informado a Washington de sus planes de transferir material militar a la frontera norte ante una posible guerra con el Líbano. Los informes llegaron un día después de que el secretario general de Hezbolá, Hasan Nasrallah, pronunciase un discurso amenazando con que el grupo libanés «lucharía sin límites ni restricciones en caso de que se imponga una guerra al Líbano».

Nasrallah pronunció el discurso en una ceremonia que marcaba una semana desde el asesinato de Taleb Abdallah, un comandante de alto rango de Hezbolá. Abdallah fue asesinado en un ataque aéreo israelí contra una localidad del sur del Líbano, al que Hezbolá respondió lanzando la mayor serie de ataques con misiles provenientes del Líbano desde octubre, cuando comenzaron las hostilidades entre ambas partes. Más de 250 misiles y decenas de drones atacaron las posiciones israelíes en Galilea, lo que causó incendios extensos por toda la zona.

Mientras los funcionarios israelíes pedían guerra contra Hezbolá, el grupo libanés publicó un video de diez minutos grabado con un dron, el lunes 17 de junio, que mostraba las instalaciones estratégicas de Israel en la zona de Haifa. Estas grabaciones incluían fábricas de armas, almacenes de petróleo y productos químicos, centrales eléctricas, buques de guerra, el puerto marítimo de Haifa y áreas residenciales abarrotadas.

Esta última escalada se produjo tras la visita del enviado especial estadounidense Amos Hochstein, quien se reunió con funcionarios libaneses e israelíes en un intento de calmar la situación en la frontera sur del Líbano. Hochstein propuso un plan que incluía la retirada de las fuerzas de Hezbolá al norte del río Litani y el trazado definitivo de fronteras entre Israel y el Líbano.

En esencia, la propuesta de Hochstein es un intento de desligar la hostilidad en la frontera libanesa del genocidio en curso en Gaza, al cual Hezbolá se opone radicalmente. Esto ha llevado a Hezbolá a vincular el cese de las hostilidades con que Israel llegue a un acuerdo de alto el fuego con Hamás. En cambio, el plan de Hochstein habría liberado a Israel de la presión libanesa al abordar los propios asuntos no resueltos entre el Líbano e Israel, sobre todo la cuestión de las fronteras.

Los problemas sin resolver de Israel con el Líbano

Hezbolá es la fuerza principal que lidera el movimiento de resistencia libanés más amplio que comenzó oficialmente tras la retirada de las fuerzas de la Organización para la Liberación Palestina (OLP) de Beirut y la entrada de fuerzas israelíes a la capital libanesa en septiembre del 1982. En aquel entonces, se formó el «Frente Nacional de Resistencia Libanés», constituido por partidos panárabes y de izquierda que iniciaron una campaña armada contra las fuerzas israelíes. El nombre Hezbolá todavía no era conocido.

Tras el fin de la Guerra Civil del Líbano en 1990, todas las fuerzas libanesas que participaron en ella acordaron desarmarse, incluidas las que formaban el frente de resistencia. Mientras que algunas unidades de guerrilla comunistas y nacionalistas seguían en activo en el Líbano sur ocupado, la fuerza que comenzó a recibir más apoyo tanto de Siria como de Irán fue la Resistencia Islámica Chií del Líbano y su brazo político: Hezbolá. En 1992, Hezbolá era prácticamente la única fuerza luchando contra la ocupación israelí al sur del Litani.

La retirada repentina de Israel del sur del Líbano en mayo del 2000 se percibió, incluso en Israel, como una victoria para Hezbolá por dos principales motivos. 

En primer lugar, porque se produjo sin ningún acuerdo de seguridad con el Estado libanés. A pesar de que el ejército libanés, en efecto, se desplegó en el sur, no hubo restricciones en la actividad militar libanesa en la frontera de forma similar a las impuestas a Egipto en los Acuerdos de Camp David de 1979. Lo más importante es que no hubo acuerdos para garantizar la eliminación de la presencia de Hezbolá de la frontera.

En segundo lugar, el impacto político de la retirada provocó un momento de reavivamiento entre los árabes, quienes presenciaron imágenes sin precedentes de civiles libaneses entrando en masa en los centros de detención israelíes ya evacuados, liberando a sus prisioneros. Agricultores libaneses derribaban vallas militares de alambre para llegar a sus campos por primera vez en 18 años y aldeanos desfilaban por los pueblos del sur del Líbano con vehículos israelíes abandonados. Las circunstancias de esta retirada dieron un impulso político sin precedentes a la causa de la resistencia y a Hezbolá como partido político, además de reforzar la influencia de su principal aliado y patrocinador: Irán. Esta fuerza política fue impulsada todavía más tras la guerra de Israel contra el Líbano en 2006, durante la cual Israel no logró los objetivos declarados y sufrió pérdidas militares.

Sin embargo, la cuestión principal sin resolver para ambas partes es que no hubo un trazado oficial de fronteras mutuamente reconocidas. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) supervisó la definición de la línea hasta la cual se retiró Israel, llamándola «la línea azul». La línea dejaba las granjas de Shebaa y las colinas de Kufr Shuba, dos zonas de cultivo libanesas, bajo control israelí. El territorio de Shebaa y Kufr Shuba se convirtió en el espacio favorito para que Hezbolá respondiera a las incursiones israelíes en el Líbano o al bombardeo de sus miembros en Siria después de 2011, teniendo en cuenta que no estaba atacando a Israel como tal, sino territorio libanés ocupado.

La cuestión del trazado de estas fronteras se vinculó a los grandes intereses económicos de la región en 2009, cuando se descubrió el gas natural en el Mediterráneo oriental, incluso cerca de las costas libanesas. Israel comenzó a ofrecer contratos a empresas de gas para explotar el recurso natural en la zona disputada con el Líbano. En 2022, el Líbano e Israel firmaron un acuerdo sobre fronteras marítimas tras una serie de negociaciones durante las cuales Hezbolá amenazó con atacar las instalaciones de gas israelíes que seguían en aguas reclamadas por el Líbano. Hezbolá incluso publicó imágenes de los campos petrolíferos israelíes y de sus propios misiles. El acuerdo en sí se percibió como una victoria más para Hezbolá.

El segundo intento de Israel de debilitar a Hezbolá tras la derrota en 2006 fue durante los años posteriores al estallido de la guerra siria en 2011. Israel bombardeó sistemáticamente objetivos que, según afirmaba, pertenecían a Irán y a Hezbolá en Siria, aprovechando el caos reinante en el país. Israel afirmaba que estaba atacando los corredores que utilizaba Irán para suministrar armamento a Hezbolá. Los militares israelíes llamaron a estos ataques «la batalla entre guerras», destinada a debilitar a su enemigo norteño.

La intervención de Hezbolá en la guerra siria, del bando del gobierno sirio, fue un elemento fundamental para asegurar la derrota de grupos rebeldes en zonas estratégicas como la Guta oriental de Damasco, la cadena montañosa de Qalamun y la zona de Al Quseir, puntos clave para cualquier toma de Damasco por parte de los rebeldes. Hezbolá también ayudó a derrotar al EIIL (Estado Islámico de Irak y el Levante) en la frontera libanesa. Luchó junto al ejército libanés y se convirtió en un actor importante en la guerra regional para derrotar al grupo fanático. Lo que es más importante es que Hezbolá aseguró el territorio necesario en Siria para mantener por sí mismo sus líneas de suministro abiertas desde Irán, superando así los intentos israelíes de debilitarlo.

La estrategia de Hezbolá desde principios de los noventa y durante los acontecimientos más importantes de la región ha sido, fundamentalmente, la de acumular fuerza, tanto militar como política. A esto se le suma el aumento progresivo de la experiencia militar de Hezbolá por luchar en Siria, la consolidación de sus alianzas y la expansión de su influencia, tanto a nivel nacional como regional. Todo esto se ha utilizado para presentar un elemento importante de disuasión a Israel.

Sin embargo, el objetivo de acumular esta fuerza siempre ha sido el de evitar una guerra con Israel en lugar de provocarla.

Los fracasos de Estados Unidos y la guerra que nadie quiere

Israel se enfrenta a su propio dilema. Tampoco quiere una guerra con el Líbano porque sabe que Hezbolá es capaz de dañar a Israel. Desde el 8 de octubre, Hezbolá ha atacado sistemáticamente las capacidades de vigilancia y espionaje israelíes a lo largo de la frontera, al mismo tiempo recabando información sobre los despliegues militares de Israel. Israel, que no dispone de la información necesaria sobre las fuerzas de Hezbolá, sabe que estaría en gran desventaja si entra en guerra ahora en su frente norte.

Al mismo tiempo, la escalada entre ambas partes ha agotado todas las demás fases antes de llegar a una guerra total. Mientras que Hezbolá no puede echarse para atrás y dejar de condicionar el cese de sus ataques transfronterizos al fin de la guerra en Gaza, Israel es incapaz de encontrar la forma de admitir que la quimera de la «victoria total» ha quedado enterrada bajo tierra en Gaza.

Hezbolá se enfrenta a una difícil elección. Se juega la seguridad de su país. Pero Israel se enfrenta a un dilema estratégico aún mayor. Para evitar una guerra muy destructiva para la que no está preparado y que no puede ganar, debe aceptar el final de su genocidio que está ocurriendo ahora en Gaza. La única salida para Israel parece estar en manos de Estados Unidos: el único, en parte, capaz de imponer el fin de la guerra.

Sin embargo, la única estrategia de Estados Unidos desde el 7 de octubre parece ser agotar todos los medios para evitar ejercer presión sobre Israel, ni siquiera después de que los funcionarios israelíes rechazaran repetidamente el acuerdo de alto el fuego que Estados Unidos presentó como un plan israelí.

Esta norma estadounidense no parece que vaya a cambiar en los meses previos a las elecciones presidenciales. A pesar de que nadie quiere una gran guerra en la frontera libanesa por las importantes repercusiones regionales que puede tener, la posibilidad de que se haga realidad está más cerca que nunca. Podría ocurrir que la guerra que nadie desea estallara porque el único bando que podría haberla detenido decidió no actuar.

Qassam Muaddi es redactor para Palestina en Mondoweiss.

Autor/a: Qassam Muaddi

Traducción: Ayoub Amnad, Cynthia Ferrer and ProZ Pro Bono

Foto: Especial

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